LAS MENINAS
El cuadro titulado Las Meninas, que fue pintado por Diego Velázquez en 1656, es uno de mis favoritos. Toda la obra del artista sevillano no es de mi agrado, sin embargo, la pintura antes mencionada ejerce sobre mí un embrujo especial y nunca me canso de observarla. El porqué es sencillo: me atrae la composición de la escena y la actitud de los personajes: unos se muestran sorprendidos y otros no se enteran de lo que ocurre. El inmenso lienzo recoge el momento en el que los soberanos españoles— Felipe IV y Mariana de Austria— llegan al taller del artista, que en ése momento está pintando un retrato de la infanta Margarita de Austria. Velázquez tuvo una idea genial al concebir el cuadro.
José Luis Rodríguez, el Puma, también esgrime los pinceles para pintar la realidad española con los colores que a él le agradan: aporía, bozal, correa, especulaciones y macramé, mucho macramé. Insiste en que los españoles vayan, pero éstos hace tiempo que van y todavía desconocen a qué. No obstante, meine Damen und Herren, hemos de reconocer que el Puma es capaz de realizar anómalas composiciones «pictóricas»; aunque lo exacto sería decir que todos los que creyeron las pamemas del gran estadista leonés se han retratado fielmente.
Nunca me cansaré de observar el cuadro de Velázquez, aunque ahora existen nuevas versiones que también conviene mirar. Si ustedes lo hacen, percibirán personas que apenas se devuelven el saludo; y si ello sucede, lo hacen sin mucho afán, como si les molestara aunque les resulta necesario. Pero ellos no hacen negocios sucios ni chanchullos, no hay de qué acusarles: se limitan a relacionarse entre ellos. Extrañas fisonomías y dependencias que se hacen como algo extra. ¿Quién sabe? Cuando hablen desde los púlpitos políticos o los editoriales, sus expresiones volverán a ser mundanas. Ustedes, por el contrario, merodearán por las calles y se alejarán o aproximarán al pasteleo, como insectos agosteños que zumban; pero sólo catarán las migajas. Cuando les llamen, ustedes irán, aunque desconociendo para qué. Habrá ocurrido lo de siempre: lo políticamente correcto desaloja a lo socialmente verídico.
Foto: Las Meninas. (1656). Diego Velázquez.