Donnerstag, November 01, 2007

CARAJILLOS / 1


Una de las costumbres españolas que más me agrada es la del carajillo; el cual, lógicamente, ha de ser de Anís del Mono: «es el mejor, la ciencia lo dijo y yo no miento»; reza el pergamino que el simio sostiene en su mano. Además, el carajillo debe tomarse siempre en un bar ya que en casa no es lo mismo. Por ello, cuando me confirmaron mi viaje a España, me llevé una gran ilusión y un deleite prematuro ante los carajillos que bebería. Mi primer destino era mi querida Barcelona, a la que llegué expectante y con ganas del reencuentro con mis antiguos compañeros de colegio, debido a la tradición instaurada de celebrar una cena de ex – alumnos cada quinquenio. La oscuridad sólo me permitió apreciar desde el avión las luces titilantes de la ciudad que me vio crecer. Algo cansado por el viaje y el trabajo acumulado, me dirigí al hotel. Sin embargo, al día siguiente mi ánimo era otro. El cielo parecía engalanado para mí y el sol catalán de octubre se mostraba tan afable y servicial como en otras ocasiones. Al contrario que un turista, que se limita a mirar, el viajero observa a su alrededor: eso hice durante las tres horas de vagabundeo. Sin percatarme de ello, mis pasos me dirigieron hacia el bar Chipén. Sentado en la terraza y con ganas de despachar la prensa del día, me tomé el primer carajillo. ¡Qué placer!: el dulzor del anís que se impone al amargor del café, el crujir de las páginas de los periódicos, el sabor del Lucky Strike y mujeres hermosas que desfilaban con el coqueto acicalado que la española imprime a su vida cotidiana. Tantos estímulos me obligaron a mantener una distraída concentración que fijé en las conversaciones que se producían en las mesas colindantes. El anuncio de que Pascual Maragall padece Alzheimer marcaba la pauta, pero no creí percibir ninguna señal de pesar; más bien al contrario: los catalanes encontraban una explicación a tanta tontería maragallesca. De hecho, un hombre lo señaló con una simple frase: «Lo del Estatut fue el primer síntoma». ¡Qué despiadada es la política, meine Damen und Herren! En fin, estimados parroquianos, dejaremos que las neuronas de Herr Maragall se desconecten poco a poco hasta que camine por un sistema confuso de vías y sin ninguna señalización. De todas formas, creo que los mediocres políticos catalanes deberían entender que su importancia radica en el contexto y que la palabrería barata y huera es insignificante y secundaria en todo cuanto ellos hacen. Con todo y con eso, alguien repetía el mantra que culpabiliza de todos los males catalanes a España y a un ente abstracto, que se denomina Madrid. Yo llevaba gafas de sol, lo que me permitió mirar de soslayo sin que nadie pudiera adivinarlo. Mis pensamientos, que no necesitan escudarse detrás de un cristal oscuro, fluyeron a mi cabeza con una simple opinión: qué fácil es hundir un país — o nació, según se mire— de borregos. Llegado ese punto, intuí que el destino, de nuevo, me haría testigo de grandes momentos.
El Gobierno de la Generalitat está deshilachado, vestido con harapos, y sigue utilizando la mentira y la incapacidad como forma de gestión. Los catalanes, no obstante, creen en el oasis, en el edén de la eficacia frente a la desorganización mesetaria. Pero no lo hemos de tener en cuenta, queridos lectores, ya que llevan muchos años escuchando la cantinela de que son diferentes, el pueblo elegido y el centro del universo. A fuerza de atenderlo, lo han creído. Estoy convencido de que si ustedes explican a un catalán que las vacas vuelan, éste sólo les formularía dos preguntas: ¿Son vacas catalanas?; y después, si la respuesta fuera afirmativa, la siguiente: ¿A qué altitud? ¡Qué tiernos e ingenuos, meine Damen und Herren! Yo me sentía satisfecho con la vida y tan exultante como un escalador que ha llegado a la cima, aunque sólo hubiera recorrido una parte de la ciudad. Puede ser que los dos carajillos influyeran en mi estado anímico, pero lo cierto es que M. me había llamado — para mi sorpresa y preocupación— y la hora del encuentro se acercaba. No me lo tengan en cuenta, queridos parroquianos, ya saben que en la vida sólo existe una cosa que tire más que dos carretas: tres carretas.
Foto: Vidriera de la fábrica de Anís del Mono, Badalona.

7 Comments:

Blogger El Cerrajero said...

# Nicholas, bienvenido de vuelta a la trinchera.

Yo el carajillo lo prefiero de brandy, por lo demás de acuerdo con tus apreciaciones sobre el mágico brebaje.

Los catalopaletos han convertido a Cataluña en Cacalunya y veo difícil solución.

Para que las vacas vuelen, antes tiene que funcionar El Prat de una vez xD

P.D. Intuyo que disfrutas de la navegación en solitario, pero si algún día te apetece remar en compañía, creo que la trainera de Santiago González te va a gustar.

1:59 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

CERRAJERO:

Gracias por la bienvenida. Dejé la trinchera para infiltrarme detrás de las líneas. La solución depende de los propios catalanes. Cuando éstos comprendan que lo que hacen sus políticos es vestirse con la senyera para manipularles a su antojo y conveniencia, todo cambiará. Las vacas voladoras catalanas despegan desde la Plaça Sant Jaume, las sedes de determinados partidos y las redacciones y estudios de determinados medios de comunicación. Es correcta tu intuición, pero daré una ojeada.
Gracias por la sugerencia. Algún día nos tomaremos un carajillo juntos.
Saludos.

9:02 PM  
Blogger El Cerrajero said...

# Nicholas, apunto lo del carajillo.

Santiago González escribe inteligentemente en su blog y la tropa suele estar a la altura.

Sólo por haber parido el mejor mote que sobre De la vega he leído, ya vale la recomendación: la Fashionaria xD

10:08 PM  
Anonymous Anonym said...

Hola de nuevo. He decidido rebautizarme como "sentaita" ya que, "anónima 10:40" me resulta un poco largo XD

Buenísimo el apodo de De la Vega, cerrajero,jajajaj y eso que he oído muchos, pero éste definitivamente le va al pelo.

En cuanto al carajillo, siento decir que no comparto sus gustos, caballeros. Yo, el café, lo tomo cortadito (manchado, que decimos por aquí, ya que es con apenas leche) y eso de los licores...no me va. Aunque he de decir que mi novio también se pirra por un carajillo de anís, eso sí, siempre en las bodas (con el consiguiente cabreo del camarero/a por haberle tocado el tocapelo*** que se sale del "menú",jajaja)

No vivo en Cataluña ni suelo viajar allí (aunque puede que mi futuro próximo me acerque a Barcelona) pero de mis contactos con catalanes he de confirmar todo lo dicho por Nicholas. Y no se os ocurra intentar hacerles ver su ceguera porque se revuelven como gato panza arriba. Es inútil, como tirar piedras contra un muro, es increíble su grado de adoctrinamiento borreguil (porque, lo gracioso es que ni se dan cuenta de cómo los manejan)Sólo saben hablar de que si Madrid no se qué, de que si los españoles no se menos, que si "tele Espe" por aquí (jaja, con esto sí me río porque, independientemente de lo que se opine de Telemadrid , ¿podrían citar ellos, por favor, algún periódico, radio, revista, cadena de televisión de Cataluña no nacionalista y antiespañolista? creo que la respuesta está clara)

Perdón por el rollo. No era mi intención extenderme en casi mi primer comentario :-s

10:40 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

SENTAITA:

Lo mismo he percibido durante diferentes encuentros con amigos y conocidos. Antes era diferente, pero ahora comparten una extraña doctrina tribal. Es cierto que ésta es forzada en su aceptación e impostada en su aceptación, pero...no sé, no ha dejado de sorprenderme. Lo triste es que Cataluña siempre ha sido tierra de acogida, acostumbrada al trato con el foráneo y sin lugar para la marginación por algo tan trivial y circunstancial como es el uso de un idioma. Una región, como es Cataluña, que mantiene frontera con el extranjero siempre disfruta de más enriquecimiento que otra que carezca de tal posibilidad. Sin embargo es remar contra corriente, ya que durante mi estancia en Barcelona me encontré con muchos camareros inmigrantes, o profesiones parecidas, que no sabían ni hablar catalán. Uno en concreto, argentino de nacimiento, me confesó que hablaba cuatro idiomas pero no el catalán. Para él, eso era un problema que podía tener consecuencias en su trabajo. Yo, por el contrario, pensé que el problema es hablar una lengua minoritaria e ignorar las importantes. Todo ha cambiado mucho, ¡qué pena!
Saludos y escribe lo que te apetezca, Sentaita.

8:54 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

CERRAJERO:

Fashionaria: acertado, muy acertado.
Saludos.

8:55 PM  
Blogger El Cerrajero said...

# Sentaita, conozco muy bien eso que llaman Tele Espe y mejor aún CanalSur.

Certifico que en la primera hay muchísima más Libertad que en la segunda, y que en la segunda hay mucha más demagogia y manipulación que en la primera.

El único Canalsur con gracia se llama Canalsú xD

1:37 AM  

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