CRÓNICAS DEL MERCADO (6).
GILIPOLLAS: 1. adj.coloq. Tonto,
lelo. U.t.c.s.
Reconozco que en ocasiones mi
carácter puede resultar arisco, meine Damen und Herren. No obstante, no me
considero un hombre hosco— los que me conocen podrían certificarlo—, sino más
bien carente de paciencia ante los gilipollas. Con todo, estimados
parroquianos, les ruego que no confundan mi impaciencia con la arrogancia, ya
que soy el principal imbécil entre los imbéciles: ¿Quizá aspiro al trono de
nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma? Durante un paseo por el
mercado es imposible no topar con un cretino: el rumano haragán (disculpen el
pleonasmo) que toca el acordeón; un pescadero que intenta solapar la putrefacción
del género con una «simpatía» más propia de Celia Villalobos; un camarero que
siente la necesidad de explicar sus opiniones aunque ellas nos importen dos
cojones y cuatro rábanos (la proporción puede variar: cuatro cojones y dos rábanos);
el turista pelmazo que necesita espacio para plasmar en una fotografía «la
belleza etérea» de un montón de cebollas; la española que desagravia a su
vagina marchita con una sentencia inapelable: «No tienen ni puta idea de lo que
es comer». Huelga decir, meine Damen und Herren, que al observar sus labios
deduzco que ella tampoco; ustedes ya me entienden. Es entonces, cuando la
placidez del paseo se convierte en un vía crucis, que busco refugio en la
trastienda de mi panadero favorito: pitillos en el quicio de la puerta trasera;
café fuerte; cruasanes recién horneados; la templanza de un tipo que sólo
utiliza un horno. No obstante, estimados parroquianos, sé que al salir
encontraré más de lo mismo: una legión de gilipollas. Ya que menciono a esa
ilustre cofradía, no puede dejar de referirme a un tal Roig, el propietario de
ese estercolero que ustedes denominan Mercadona y que hace bueno a un refrán: «De
una puta y un gitano, nació el primer valenciano».
No ofreceré disculpas a mis
lectores del Levante español porque tengo la certeza de que no se sentirán
aludidos. Que un mamarracho de tal calibre se erija en un empresario modélico y
profeta del pasado es una señal de la decadencia española, queridos lectores; y
a sus declaraciones me remito: «Nos hemos pasado como país treinta pueblos. O cambiamos
y somos conscientes de que estamos por arriba de nuestro nivel de productividad
o nos intervienen».
Lo que a priori parece una
perogrullada no es más que el canto de otro chamarilero, meine Damen und
Herren. Sí, no se sorprendan, porque un tipo tan patriota (quizá sería
conveniente escribir «patriotero») no debería comprar tanto fruto seco en China
ni importar tanta hortaliza marroquí. Evitaré mencionar a los proveedores
españoles que terminan en la ruina por las condiciones que impone Mercadona y
cuyas empresas terminan siendo absorbidas a precio de saldo por la sociedad de
capital riesgo que administra el yerno de Herr Roig. Asimismo, queridos
lectores, los plazos de pago de Mercadona son de esos que ni José Luis Rodríguez,
el Puma, entendería. De igual forma, resulta llamativo que el chocolate de esa
nefasta marca— Hacendado— sean fabricados en Francia, país éste que es
especialista en explotar, cuando no arruinar, a cooperativas del tercer mundo
que escucharon los cantos de sirena del cultivo del cacao. Les formulo una
pregunta, meine Damen und Herren: ¿No les sorprende que en España casi todo sea
«patata francesa»?; no me refiero a Carla Bruni. Ese término esconde algo
fascinante: patatas españolas que no se venden y son enviadas a Francia para un…cómo
expresarlo…lifting y después retornan a su patria con un aspecto renovado y el
precio que ustedes encontrarán en Mercadona. Los ejemplos son muchos y
variados, estimados parroquianos, pero no les aburriré. Con todo, queridos
lectores, señalaré algunas cuestiones: ¿Cuántas empleadas embarazas ven ustedes
en un Mercadona?, ¿pueden los trabajadores «aspirar» a una baja laboral y
esperar que les renueven el contrato?, ¿quién fija los precios de venta del
proveedor?
Herr Roig es de esos que sabe cuál
es la sociedad española que le interesa: jornadas de chinos, salarios de chinos
y un plato de garbanzos Hacendado por sustento. Por el contrario, yo aspiraría,
si tan «modélico» fuera, a las jornadas, salarios y beneficios de Alemania,
Austria, Suecia…
Me temo, meine Damen und Herren,
que los empresarios españoles están a la misma altura que los políticos; ya
saben: de una puta y un gitano…
Foto: Mi panadería. NvO (2012)
4 Comments:
Mencabrona y sus productos Hacendaño.
Expaña está descojonada y no por la risa.
Magnifico, para mi gusto solo se ha dejado en el tintero la referencia floral y los compañeros/compañeras de pupitre.
SIGO POR LAS RAMAS:
No te preocupes, estimado simio, mientras el fútbol vaya bien...
Saludos.
ANÓNIMO 06:49
Gracias, anónimo.
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