Freitag, Juni 15, 2012

CRÓNICAS DEL MERCADO (7).


MARCA DE FÁBRICA: 1.f. Distintivo o señal que el fabricante pone a los productos de su industria, y cuyo uso le pertenece exclusivamente.


Creo que a ustedes les llueven bastonazos por todos los lados, meine Damen und Herren; me atrevería a decir que una granizada de hostias como templos. ¿Cómo se sienten después del Rascayú de Herr De Guindos, estimados parroquianos?: Rascayú cuando muera que harás tú. Tú serás un cadáver nada más, Rascayú cuando muera…
Durante mis excursiones al mercado encuentro tiendas en las que nunca compraré, una reticencia que obedece a varios motivos: la carne expuesta nos recuerda a las lorzas de Leyre Pajín; las verduras mantienen la misma frescura que el chochito de Teresa Fdez. de la Vega; el pan es más duro que el rostro de Rubalcaba; las conservas están más enmohecidas que el intelecto de Pepiño Blanco; la báscula tiene la misma exactitud que las predicciones económicas de nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma. Asimismo, encuentro marcas cuya reputación no me despierta ninguna confianza: nunca visito lo que ustedes denominan «tienda de chinos». Por el contrario, soy fiel a las marcas que mantienen la calidad y que hacen de ella su mejor aval. Quizá porque les intentan explicar otro cuento chino, meine Damen und Herren, el Gobierno español alumbró un engendro al que bautizaron con el nombre de «la marca España». Reconozco mi ignorancia al respecto, estimados parroquianos, porque…¿qué es «la marca España»? Acogotado por mi desconocimiento y ansioso por saber, acudí a Botiflard, aquel amigo español que me acompañó en un viaje y que me prohíbe hasta utilizar una inicial para referirme a él. Su respuesta fue contundente: «La rozadura que dejan los cojones en la entrepierna cuando se hinchan por escuchar a los hijos de puta que siempre nos gobiernan».
¡Qué verbo tan cálido, queridos lectores!, podríamos denominarlo poesía urbana. Sea como sea, me consta que existe un esfuerzo por parte de los que nunca dejan la teta—periodistas lameculos (disculpen el pleonasmo), empresarios pedigüeños, otro tipo de fauna ibérica…— por relanzar el término. Sin embargo, estimados parroquianos, tengo la certeza de que será un esfuerzo baldío, ya que gracias a nuestro admirado José Luis Rodríguez, el Puma, y a esa caterva de anormales que le ayudó a protagonizar sus crónicas de un pueblo, «la marca España» tiene el mismo valor que la biblioteca de Maleni Álvarez. La imagen de España que aún perdura es la de un cretino que alardeaba hasta en el extranjero de tener el sistema financiero más sólido del mundo y que adelantaría a Francia, Italia y Alemania (el dopaje lo utilizó para explicar semejante sandez, no para el intento); de una mujer con piernas de canario (Elena Salgado) que mentía al compás que le marcaban desde Moncloa; un país repleto de corruptos en el que «quien no llora no mama y el que no afana es un gil». De igual modo, confiar el calafateo de la marca España a un monarca cuyos actos— también los de su familia— demuestran poca ejemplaridad se me antoja el boqueo de un moribundo. En la misma línea, queridos lectores, podemos mencionar los despistes con las facturas del presidente del Tribunal Supremo, los negocios privados que todavía reciben subvenciones públicas (los beneficios también serán «privados»), esos empresarios que con la mínima inversión— nula en I+D— pretenden la máxima rentabilidad y buscan el corto plazo mientras abrazan con fervor cualquier ley que les permita condenar a la precariedad a sus trabajadores. Y ya, en el delirante fin de la década prodigiosa, el gobernador del Banco de España tuvo…cómo expresarlo…una actuación…; en fin, dejémoslo en eso: una actuación. Respectos a sus políticos, sindicatos, etc., meine Damen und Herren, es mejor no escribir nada porque ustedes los padecen a diario; detesto ser redundante, ni siquiera para enfatizar. Con todo, queridos lectores, permítanme un consejo: recen, recen a diario para que España sea intervenida, quizá sería la única manera de que ustedes se libren de esa morralla de ineptos que pasean por el mundo subidos sobre la giba de los españoles. Supongo que resultaría incómodo, sin embargo no olviden que los cambios (o reformas) son como los dientes y el sexo: al principio duelen, pero luego sirven para comer.
Mientras releo el escrito he decidido quebrantar una norma sagrada: acudiré a una tienda de chinos. Sí, no se sorprendan, porque ya que esos extraños seres acumulan de todo en sus bazares, considero que tendré éxito para encontrar a…«la marca España». De cualquier manera, si mi intento resultara infructuoso, regresaré a casa mientras tarareo una canción: Rascayú cuando muera que harás tú. Tú serás un cadáver nada más, Rascayú…

APOSTILLA: ¿Saben ya cuál es el agujero de Bankia? Bueno, no tiene importancia: supongo que aún lo están decidiendo a...los chinos.

Foto: La tienda en la que compro vino. NvO (2012)

5 Comments:

Anonymous Sigo por las ramas said...

Tu amigo Botiflard no es el único que piensa que eso de la 'Marca España' es una giliprogrez del quince.

Como todas las chorradas de la izmierda, está teniendo bastante apoyo en la desecha, por supuesto.

Enestepaís se inventó el '3en1' --chorizo, tarado y sectario-- y se mantiene macerado en dinero público.

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Hoy, 17 de junio, día del gran griego.

Ojo a como se nos va a quedar el ojete.

9:54 AM  
Anonymous Sigo por las ramas said...

Tu amigo Botiflard no es el único que piensa que eso de la 'Marca España' es una giliprogrez del quince.

Como todas las chorradas de la izmierda, está teniendo bastante apoyo en la desecha, por supuesto.

Enestepaís se inventó el '3en1' --chorizo, tarado y sectario-- y se mantiene macerado en dinero público.

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Hoy, 17 de junio, día del gran griego.

Ojo a como se nos va a quedar el ojete.

9:55 AM  
Anonymous Sigo por las ramas said...

Coño, blogger ha duplicado mi comentario.

Original y con copia compulsada. Es lo que tiene postear desde el país de los funcionarios.

9:58 AM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

Algo hay que hacer de vez en cuando, nieto de King Kong. No entiendo qué es eso: Marca España. Me ocurre algo parecido cuando escucho a Herr Rajo decir “España debe ocupar el lugar que le corresponde”. De todas formas, no creo que lo sepa ni él. Vuestro país comenzó el declive en 1898. A partir de esa fecha nunca más tuvisteis “el lugar que le corresponde”, o la mejor sí. Es cierto que gozasteis del protagonismo internacional durante el trienio 1936-1939, pero después…poco más. Muy desesperado debe de estar un gobernante cuando intenta rebañar los éxitos deportivos para insuflar algo de optimismo a una sociedad que está hasta los huevos pero que carece del coraje social para dar la vuelta a la tortilla. En fin…¡hay que joderse!
Un abrazo, simio.

2:25 PM  
Anonymous Sigo por las ramas said...

Desde luego no se por qué dicen que España ama la vida cuando su historia está llena de tendencias suicidas.

10:55 AM  

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