EL BIEN Y LA ALARMA
Sin considerarme una persona valiente, reconozco que pocas cuestiones me provocan miedo. Así y todo, en las noches en las que me cuesta conciliar el sueño y giro entre el edredón, mis temores se conjuran para acudir a visitarme: una charla con ZP sobre poesía; una partida de ajedrez con Pepiño Blanco; ir de compras con Teresa de la Vega; departir con el ministro Bermejo sobre la obra de Joseph Roth; ver capítulos de Perry Mason junto a Baltasar Garzón; o pasear por los prostíbulos más tronados de Hamburgo junto a Elena Salgado. Entonces, ante semejantes pesadillas, un sudor frío me envuelve, mi corazón se desboca y debo encender la luz.
ZP y su Gobierno son los reyes de las justificaciones; con las que suelen elaborar extraños gazpachos en los que mezclan mentiras, insinuaciones, vacuidad y populismo de boina y caspa. No obstante, esa compañía de cómicos que ostenta el poder en España sabe que su credibilidad no es un bien al alza. Es entonces cuando añaden a la sopa fría los dos ingredientes antes mencionados.
En este punto ZP se ha manifestado como un torpe barman; es lógico, lo suyo son los gazpachos, no los cócteles. Cuando decidió liberar a un terrorista y ceder al chantaje de sus jefes, Rodríguez apeló al bien, dejando la alarma en el barrio de los callados. Llegado el pago de uno de los plazos, ZP ha debido transigir con todo para que ETA se presente en las próximas elecciones. Aquí nos ha desconcertado, que no sorprendido, ya que no sabemos si es por el bien o por la alarma. Los ímprobos esfuerzos de la Fiscalía y del juez Garzón para allanar el camino de los terroristas hacia las urnas son dignos de mención y espero que de recompensa: el trabajo hecho con dedicación y cariño debe premiarse. Me temo, por eso, que las consecuencias para los ciudadanos de ese tipo de labor son de las que pueden escribirse con hierro forjado: Arbeit macht Frei.
No dudaremos de que Baltasar Garzón vea amanecer, aunque lo hace desde su ocaso. Dios nos libre de pensar que el Fiscal General del Estado prevarica en sus decisiones sobre casos de corrupción, legalización o liberaciones; y si así es, consideraremos que es por el bien: el suyo el primero y el común después.
Los ingenuos españoles entregaron a ZP y a su circo ambulante el mejor acervo que un político necesita: confianza. Sin embargo, Rodríguez ha dilapidado con la vehemencia del manirroto lo recibido: Nadie cree en él. Nos tememos que su dialéctica de bobo con ínfulas ya no causa efecto alguno; que sus neumas sólo producen carcajadas; y que la repetición de lo único que sabe decir cansa, cuando no sonroja.
¿Qué más hará para mantenerse en el poder? Les recomiendo que tengan cuidado ahí fuera, ya que todo es posible. Mientras lo que suceda sea por el bien común y no cree demasiada alarma social…¿quién sabe?
ALARMA: 5. f. Inquietud, susto o sobresalto causado por algún riesgo o mal que repentinamente amenace.