Sonntag, November 22, 2009

CRÓNICAS DE UN BÁRBARO (4): "MAÑANA NO HAY QUE MADRUGAR".


ACTUAR: 9. intr. Interpretar un papel en una obra teatral, cinematográfica, etc.

Un borboteo de alegría me asaltó cuando los nudillos de K. golpearon la puerta de la habitación, meine Damen und Herren. Ella notó mi cuerpo trémulo cuando me abrazó; sin embargo no me importó, sé que uno de los rasgos que le gustan de mí es mi facilidad para expresar y mostrar mis sentimientos: ninguna persona debería avergonzase de eso, estimados parroquianos. Mientras que la luz de la tarde engullía Barcelona, nosotros nos amamos. Me gustó ver su cuerpo desnudo sobre la cama y apreciar la belleza confusa y melancólica de K. De hecho, queridos lectores, cuando hacemos el amor también lo hacemos con muestras miradas, buscamos los ojos del otro con la misma codicia con la que acariciamos su cuerpo o nuestras lenguas se entrelazan antes de iniciar recónditas exploraciones. La primera actuación de K. era al día siguiente; aun así, la directora del grupo programó una corta sesión de ensayo para el mediodía. No obstante, nosotros no quisimos renunciar a cenar juntos y después tomar una copa. La cena fue magnífica, además K. descubrió un alimento nuevo: los níscalos, rovellons para los catalanes. Al finalizar, dimos un paseo hasta Gimlet, nos apetecía tomar un gin-tonic y lucir la solvencia de nuestro amor. A ella le gustó el local, incluso se divirtió con las ocurrencias del camarero que nos atendió (yo me encargué de la traducción), un tipo de color— de color negro claro está— y dicharachero que mientras escanciaba la ginebra afirmaba algo: «Mañana no hay que madrugar».
K. debe controlar su peso y figura, tal vez por ello no repitió copa. Por el contrario, yo pedí otro gin-tonic, y el individuo repitió el ceremonial y la letanía: «Mañana no hoy que madrugar». Lo cierto es que yo también reía las ocurrencias de ese negro pizpireta, meine Damen und Herren. Sin embargo, unos minutos después descubrí que todo se debía a una actuación, ya que el camarero se acercó a otra mesa, sirvió las consumiciones y repitió la frase de marras: «Mañana no hay que madrugar». ¡Qué desilusión, estimados parroquianos!, el tipo sólo actuaba. Con todo, les reconozco que la frase me gustó, así que la escribí en un posavasos y me lo lleve de recuerdo.
Ahora bien, meine Damen und Herren, si escribo sobre actuaciones no puedo obviar a nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, un Papageno de la política. La última actuación de ese turista de su propia vida fue…cómo decirlo… «¡aposeótica!»— echo tanto de menos a Pepiño que hasta copio su estilo—; me refiero a la gestión del secuestro del Alakrana. Sé que soy generoso al utilizar la palabra «gestión», pero de alguna manera debo describirlo. Rodríguez, fiel al estilo que le caracteriza— el de un tipo que siempre va mareado por la vida—, desapareció de la escena, no quiso saber nada de la representación. Yo me alegré estimados parroquianos, porque la espantada nos permitió admirar en todo su esplendor a Carmen Chacón, una auténtica chusquera del intelecto y del porte indumentario. Asimismo, Teresa Fdez. de la Vega se arrugó más que todos los pliegues que surcan su bigote, y sin duda alguna a la búsqueda de un símil estético, decidió visitar la tierra del bandoneón. Ahora bien, meine Damen und Herren, después de mencionar a Pelé y Melé, no podemos olvidar a Mangaperro; es decir, Moratinos, un gordinflón que entiende que la política exterior española es como el cepillo de una iglesia: todo el que quiere «mete algo». Por otro lado, la Justicia española también aportó su granito de arena a la opera bufa y se dedicó a pasear por Madrid a dos negritos, incluso a uno de ellos le proporcionó un tratamiento rejuvenecedor, ya que el afortunado envejecía y rejuvenecía al albur del aire que se filtra por la entrepierna de Su Señoría. ¡Qué barbaridad! Es innegable que cualquier tema en el que intervenga ZP y su caterva estará rodeado de embustes, disimulos, necedades y excusas. Sin embargo debo explicarles algo, meine Damen und Herren: el Gobierno español sí se planteó una intervención militar para liberar al Alakrana y su tripulación. Como no puede ser de otra manera, el visionario leonés fue quien propuso la idea. El riesgo era elevado así como la posibilidad de bajas entre los rehenes. No obstante, ZP, un político de chicha y nabo que sólo se mueve en función de las encuestas, entendió que una demostración de fuerza y firmeza le ayudaría a remontar algunos puntos entre sus electores y los indecisos: él también desea cocinar su propia salsa de…«perejil». Al tiempo que los preparativos militares eran ultimados también se movía «el preparativo político» por si algo salía mal; ustedes ya saben que lo importante es proteger al iluminado, al menos mientras no exista un recambio con más fuste. Ése fue el motivo por el que la gestión del tema se dejó en manos de De la Vega y Moratinos— y también de la fuga de la amojamada—; ambos personajes están quemados, saben que a las primeras de cambio ZP prescindirá de ellos; pero con todo, el iluminado pretendía obtener rédito de esos cadáveres ambulantes; calafatear su imagen de tipo a la deriva y a su vez proteger a Frau Chacón (algo inútil porque el mayor peligro de esa fregona del intelecto es ella misma). Una vez más, meine Damen und Herren, las cortinas de humo ocultarán la descoordinación, ignorancia, incapacidad e inexperiencia de ese grupo de lisiados que forman el Gobierno de España: un juez que «investigará» a varios despachos de abogados londinenses— alguien debería informar a ese «cateto a babor» que es una práctica habitual que las aseguradoras intervengan mediante sus abogados para rebajar la indemnización—; la discusión girará en torno a «quién pagó el rescate»; y alguna otra tontería que soslayará la verdad: si hubo disparos o no; el trato recibido; el reencuentro…En fin, estimados parroquianos, ¡una auténtica actuación! Después de todo, queridos lectores, me alegro de que ZP sólo apareciera al final, aunque temí, eso sí, que utilizara aquella frase que vincula los barcos a la honra; tengo la certeza de que se hubiera hecho un lío y hubiera terminado con una mención al abuelo.
Cuando regresamos a la habitación del hotel, vacié mis bolsillos sobre la mesa del estudio, me preparé un whisky y me senté en el sofá. Mientras tanto, K. escuchaba los mensajes recibidos en el móvil. Percibí que algo la contrariaba, pero yo releí la anotación del posavasos y me carcajeé al recordar la muletilla del camerunés. K. se despojó de la goma de pelo con la que sujeta su coleta y la arrojó junto al contenido de mis bolsillos: ni yo comprendía su enfado ni ella mi hilaridad. Un instante después todo se aclaró: mientras yo repetía «mañana no hay que madrugar», ella me anunció que el ensayo se adelantaba a las diez de la mañana. Me acerqué a ella, la abracé y le sugerí algo al oído: “Entonces, cielo, es mejor que nos vayamos a la cama”. Así lo hicimos, meine Damen und Herren; y un par de horas más tarde, nos dormimos.

Foto: El contenido de mis bolsillos. NvO (2009).


Donnerstag, November 19, 2009

CRÓNICAS DE UN BÁRBARO (3): CONDICIONES.


CONDICIÓN: 3. f. Estado, situación especial en que se halla alguien o algo.
Desconozco si ustedes comparten mi opinión, meine Damen und Herren; yo creo que conocer a una persona— todo lo que podemos llegar a conocer al otro— se asemeja a la escalada: dominamos las técnicas, hemos visitado otras cumbres, poseemos experiencia, el equipo es el adecuado, estamos en forma y deseamos alcanzar la cima. Sin embargo, estimados parroquianos, cualquier escalador sabe que a pesar de cumplir todo lo anterior, la aventura puede fracasar por obviar un motivo: las condiciones. K. llegaba esa noche a Barcelona, yo estaba impaciente por encontrarnos, saborear sus besos, estrechar nuestros cuerpos, ver sus manos (me encanta cuando apoya la barbilla sobre el dorso de mano o me atrae por la nunca— con la fuerza de un encuentro casual— para que la bese), perderme en el fondo de sus ojos y observarla. No obstante, queridos lectores, un pensamiento martilleaba en mi cabeza: nuestras «condiciones». Tan era así que con la ayuda de un gin-tonic y varios Lucky decidí reflexionar en la terraza de un bar. Les confieso que fui incapaz de hilvanar un pensamiento lógico, meine Damen und Herren; algo normal cuando se está enamorado. Al final, y ya cansado de devanarme los pocos sesos que tengo, decidí quemar el tiempo y no pensar en nada más que en el futuro que me espera junto a K., nuestro futuro: me tranquilicé.
Ahora bien, estimados parroquianos, si utilizo la palabra «condiciones», no puedo dejar de referirme a nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma; ése hombre cuya inteligencia niquelada siempre sigue a rajatabla la ley del mínimo esfuerzo; ya saben: pensar cansa. Cuando me enteré del caso de corrupción del ayuntamiento de Sta. Coloma de Gramanet (en manos del PSC), el rompecabezas tomó forma. Hasta ese momento yo no entendí el porqué se detenía a bombo y platillo a varios sujetos cuyas «actividades» eran conocidas desde hace tiempo. Con todo, la detención del alcalde chorizo obró como la piedra angular del arco. Ustedes, al igual que yo, saben que de cualquier asunto en el que intervenga la Fiscalía y Garçon emana el tufo hediondo que anuncia la presencia de ZP, o la de los palanganeros que le sujetan el orinal y la pollita. Ahora que caigo, meine Damen und Herren, puede ser que yo esté equivocado, porque la naturaleza tiende a compensar, y a casi todos los tontos les dota con un «trabuco» descomunal en detrimento de la inteligencia. Sea como sea, me temo que ZP es la excepción a la norma. A lo mejor ustedes consideran que el gin-tonic estaba demasiado «cargado», pero les garantizo que no era así. ZP sabe que las próximas elecciones —tengan presente que mi sospecha es que se celebrarán en el otoño del próximo año o el primer trimestre del siguiente— no están ganadas. Por lo tanto, y fiel a la marrullería que caracteriza al PSOE, lanza varios torpedos, pero no bajo la línea de flotación y en el centro del buque, contra dos de los partidos que le pueden complicar la situación: CiU y PSC. Tengan presente, estimados parroquianos, que ambas formaciones, si desean continuar vestidas con el talar nacionalista, deberán formar un grupo común para oponerse a la sentencia del T.C. sobre el Estatut. Asimismo, en el caso de CiU, el aviso es doble, ya que no sería complicado para el mencionado partido y el PP alcanzar acuerdos de cara a una moción de censura o para lograr los escaños necesarios para que Mariano Rajoy, el Ahímelasdentodas, alcance la Moncloa; de eso ya se encargaría Durán i Lleida, un monaguillo que por vestir la casulla ministerial haría cualquier cosa. En realidad, meine Damen und Herren, la operación Pretoria es una amenaza en toda regla hacia el PSC: no duden que los socialistas catalanes ocultan tanta mierda como los del…«3%».
Las condiciones en las que se encuentra nuestro bobo más querido son patéticas, dignas de un cuento de Dickens: ignorado en la escena intencional, cuando no ridiculizado; un incompetente propenso a la espantada; sin ideas ni iniciativas; en caída libre mientras sonríe; propenso a confundir la taza del inodoro con un trono; vehemente a la hora de mostrar su vacuidad; y dependiente de un electorado que descubrió la superchería del pelele y ansía algo más que fotos «a todo color» y discursos de paleto revenido. Antes les mencioné la sentencia, ¡la madre de todas las sentencias!: el Estatut de Catalunya. Permítanme que divague, meine Damen und Herren: a un hombre que bebe gin-tonic debemos permitirle cualquier divagación; sobre todo cuando encadena dos o tres copas seguidas. El Estatut era una bomba de profundidad que Pasqual Maragall— ése hombre cuyo cerebro se convierte en plastilina; de todas formas creo que nunca fue normal (no lo digo por la fisonomía de su esposa) — y ZP decidieron sembrar en las agua de José María Aznar con la finalidad de ganar adeptos a la causa entre los votantes de Cataluña y crear un clima de enfrentamiento con el PP. Además, en un movimiento estratégico digno de admiración (el PSOE siempre supera en estrategia al PP) forzaría a las otras formaciones políticas, CiU por ejemplo, a formar causa común y desvincularse del PP. Nunca entró en los planes del PSOE ganar las elecciones del año 2004, recuerden lo que les expliqué en la serie ¿Conoces a Joe Black? Sin embargo, la carga estaba colocada y ahora el bobo de Coria ignora cómo desactivarla. Con todo, estimados parroquianos, ZP es uno de esos que sabe que al remover la basura siempre encontrará algo que llevarse a la boca; un oportunista que diría el clásico. Tal vez por ello y en previsión de una derrota, ZP no desea una sentencia pronta, sino reactivar la bomba de profundidad para que le explote a Rajoy nada más alcanzar la presidencia del Gobierno. Condiciones, ¡siempre condiciones!
Les reconozco que las mías eran óptimas cuando sonó mi móvil y K. me anunció que había llegado a la Ciudad Condal. Me levanté, apuré la copa de un trago, encendí un pitillo y paseé hasta el hotel. Son curiosos los efectos del amor, meine Damen und Herren, ya que durante ese trayecto por la avenida Diagonal me sentí confiado, protegido por un escudo invisible que sin embargo los transeúntes que se cruzaban conmigo percibían; sus miradas lo demostraban. Subí a la habitación 715 y esperé a K., ya no me importaban nuestras condiciones: durante los próximos días nosotros las escogeríamos, éramos los dueños de nuestras vidas. Aunque ahora que lo pienso, meine Damen und Herren, no sé hasta qué punto una persona enamorada es capaz de controlar su vida. Fuera como fuese, K. y yo ascenderíamos a la cima.

Foto: Gin-tonic en un bar gallego. NvO (2009)


Sonntag, November 15, 2009

CRÓNICAS DE UN BÁRBARO (2): "TE ECHO DE MENOS".


ECHAR: ~ de menos, o ~ menos a alguien o algo. 2. locs. verbs. Tener sentimiento y pena por su falta.


Un par de encuentros rápidos con unos conocidos y algo de trabajo, meine Damen und Herren: no hice más durante el primer día. Dejé mi país con la amenaza del otoño y las baladronadas del invierno. Tal vez por ello me alegré del clima barcelonés y de poder pasear con las manos vacías y una vestimenta ligera. Las conversaciones telefónicas con K. eran continuas, un destilado de nuestros sentimientos: «te amo», «te echo de menos», «me gusta tu forma de ser», «te necesito». Sin embargo, estimados parroquianos, era a partir de las ocho de la tarde cuando el tono trocaba la rapidez del momento robado al trabajo por la inflexión que otorga la calma. A esa hora suelo acudir al Bar Chipen para tomar el primer gin-tonic, casi siempre en la terraza o en una mesa concreta, ya que ese sencillo mobiliario forma parte de mí. No se sorprendan, queridos lectores, a determinadas edades— yo entonces era un adolescente en un país extranjero— un lugar puede marcar nuestras vidas y moldear nuestros pensamientos con mayor intensidad que los consejos de una madre autoritaria. En Chipen aprendí a reflexionar, entendí cómo sería mi vida: hace ya tiempo que lo acepté y convivo con mis éxitos y fracasos. Ignoro si a ustedes les ha ocurrido, meine Damen und Herren, pero con K. tengo la certeza de que podré depositar mi vida en sus manos y observar el futuro con la misma parsimonia con la que recuerdo el pasado desde la terraza del Chipen.
«Presente» y «pasado» son palabras que pierden el significado cuando las aplicamos a la corrupción catalana. Lo entenderemos sin problemas si escuchamos a los que ahora se rasgan las vestiduras y se erigen en paladines de insólitos códigos de conducta. No obstante, meine Damen und Herren, no debemos extrañarnos, no olviden que Cataluña es una región cuyos habitantes no se consideran españoles pero que sin embargo está gobernada por un andaluz. Mientras que José Montilla, Pepe el risas, entabla un combate contra «la desafección, la corrupción, el descrédito y las ideas conservadoras» — permitan un inciso: ¿qué tendrán que ver los cojones para comer trigo?— , su esposa, que responde al segundo apellido de Bonancia (¡qué poco charme!), teje con primor mediante su propia fundación y la ayuda de los varios cargos que atesora. En realidad, queridos lectores, esa retahíla de canonjías no es más que un entramado cuyo único objetivo es perpetuar la influencia, porque eso es con lo que se mercadea en Cataluña: la influencia. ¿Qué vende Miquel Roca desde su despacho de abogados?, ¿les parece lógica la facturación que declara? Sea como sea no me quedo boquiabierto, estimados parroquianos, al contrario: aprieto los labios y esbozo una sonrisa. Sobre todo cuando escucho al representante de un partido político que forma parte del Tripartit (IU), que se limitará a las frases campanudas de rigor pero que no explicará el porqué un ayuntamiento del extrarradio barcelonés «sugería» un «donativo» de entre 5 y 10 millones de pesetas al sindicato preferido de Alfredo Urdaci a cambio de la concesión de determinas licencias industriales. ¿Cómo denominar a esa «sugerencia»?: ¿corrupción o compra de influencia? No se sulfuren, queridos lectores, en otro ayuntamiento, en este caso capital de provincia, la cifra llega a los 45 millones.
La auténtica corrupción no radica en la calderilla que con más o menos gracia trincan esos mamarrachos, sino en la influencia que atesoran durante sus mandatos para después, una vez «retirados», mangonear a su antojo y conveniencia; además la influencia tiene una ventaja respecto al poder: no desgasta.
Sea como sea, meine Damen und Herren, nadie se entera nunca de nada en Barcelona y prefieren no entender que el «oasis catalán» es un espejismo. Sobre la detención de Macià Alavedra poco escribiré, queridos lectores, ya lo hice antes:Oasis y medios (2). Con todo, me permito realizar una sugerencia al inefable juez Garçon: si desea conocer todos los chanchullos de Herr Alavedra, una auténtica tela de araña, sólo debería leer la relación de industriales, empresas, abogados, etc. que compraban los cuadros de su esposa, Doris Malfeito. Sin embargo, estimados parroquianos, yo prefiero al otro chorizo: Herr Prenafeta. A pesar de las manos rollizas que le caracterizan—al observar sus dedos creeremos que nos muestran un catálogo de pollas—, Herr Prenafeta es un manilargo habilidoso. Conviene recordar la frase que Jordi Pujol le dedicó cuando CiU ganó las primeras elecciones: «Lluís, la Generalitat ya es nuestra». Herr Prenafeta se lo tomó al pie de la letra, y comenzó a extender su «catálogo» por cualquier actividad que le reportase alguna migaja. Eran los tiempos de comida diaria en el Vía Véneto y del fulgir de las tarjetas de crédito doradas: ¡todo por la patria!, o por la nació…En realidad, meine Damen und Herren, el cuellicorto actuaba con impunidad, ya que con la ayuda de un juez prevaricador y también cofrade del trincar, las red de influencias tejida y la colaboración de otros cofrades (les anuncié que siempre son los mismos), flotaba de nuevo. La trayectoria de esos dos amigos del dinero fácil es conocida en Cataluña. Sin embargo, todo el debate en la nació se reduce a la conveniencia o no de mostrarlos esposados en público, incluso muchos demostraron su indignación por el trato dispensado a los reos. Esos arrebatos de compasión hacia la cadena de presos demuestran lo que la clase política catalana, así como también muchos ciudadanos y medios de comunicación, opina sobre la corrupción: debemos ser compasivos, todos haríamos lo mismo; y si no lo hacemos, es porque no tenemos la oportunidad. De cualquier modo, meine Damen und Herren, no me extrañaría que cualquiera de esos periodistas a sueldo—no del medio precisamente— les disculpara con aquello de…«son unos caballeros, y los caballeros…ya se sabe».
La tónica y la ginebra aún celebraban su encuentro cuando sonó mi móvil; era K. Sus primeras palabras fueron las de siempre: «Te echo de menos». No pude responder, estimados parroquianos, el sonido del hielo al chocar contra el cristal del vaso lo hizo por mí: yo también la echaba de menos.

Foto: Bar Chipen. Mi gin-tonic. Nvo (2009).


Dienstag, November 10, 2009

CRÓNICAS DE UN BÁRBARO (1).




CHORIZAR: 1. tr. vulg. robar.

«Mal comenzamos», pensé al escuchar el mensaje del sobrecargo: «El comandante Jean Luc les da la bienvenida a bordo». No sé ustedes, meine Damen und Herren; pero…¿puede confiarse en alguien que se llama Jean Luc? Sea como sea, me ceñí el cinturón de seguridad, conecté el Ipod — siempre miento y digo que está desconectado— y dejé que mis pensamientos volaran en una dirección: K. Durante los vuelos no suelo hacer nada, estimados parroquianos, sólo pensar; porque otras actividades que vinculo a la soledad y la intimidad—leer, dormir o escribir, por ejemplo— mi pudor me impide practicarlas en público. Queridos lectores, ¿cuántas veces no habrán visto a esos tipos que duermen con la boca abierta (suerte si no roncan) y una postura similar a la de los pompeyanos que quedaron atrapados por la lava del Vesubio? ¡Qué poco charme! Yo opté por recrearme en los gestos de K. y en su rostro, en el que se superponen los gestos de una chiquilla con las expresiones de una mujer joven pero madura. Creo que tiene una cara y un perfil acuñados para ser amados y observados: me gusta verla sin maquillaje cuando sale de la ducha, la caída que adquiere su melena y la toalla enrollada sobre su cuerpo. Transcurridas un par de horas, Jean Luc—yo todavía desconfiaba de él— aterrizó en Barcelona; sí, ya saben, ésa ciudad en la que la corrupción se parece a los pimientos de Padrón: unos pican y otros no; pero todos son pimientos. De cualquier modo, meine Damen und Herren, admiro las corruptelas catalanas, porque son la mejor demostración de lo que es el choriceo estilo macramé y con seny: todos, con independencia de su militancia política, elaboran nudos de colaboración para chorizar; supongo que en una nueva demostración de lo que el No-Do denominaba «tradicional laboriosidad catalana», casi siempre vinculada al fenecido imperio textil catalán. Si ustedes me lo permiten, nosotros pondremos los telares en marcha de nuevo, queridos lectores. Al observar el tejido observaremos que los nudos siempre son los mismos: Enrique Lacalle, J.A.Samaranch, Narcís Serra, Isidre Fayné, Anna Balletbó, Jordi Pujol, Jorge Fdez. Díaz, Marta Ferrusola…Permítanme un inciso, estimados parroquianos: ¿alguien conoce cuáles son los méritos de Frau Ferrusola (esposa de Jordi Pujol) para ostentar determinados cargos? Entre unos y otros se pasan la lanzadera del telar para confeccionar sus sayos, el caso de la Fundació Palau de la Música-Orfeó Català es un ejemplo de ello, ¡otro más!
A los útiles habituales para el robo—ganzúa, palanqueta, etc.— debemos añadir uno más: ¡la fundación! Sí, sí, meine Damen und Herren, además es un instrumento limpio, que incluso confiere dignidad al que lo utiliza y que permite que el patio de monipodio se denomine junta rectora, comisión delegada, etc. Fèlix Millet (ex director de la fundación Palau de la Música) se muestra tranquilo, y tiene motivos para estarlo, porque su habilidad con el telar le garantiza un trato de favor: ¿se imaginan que en lugar de confeccionar tejidos decidiera «tirar de la manta»? Si lo hiciera, nos sorprendería, ya que es difícil entender que el Gobierno de José María Aznar le concediera cuantiosas subvenciones —no debemos olvidar que Herr Millet está vinculado a FAES— que a su vez eran repartidas entre otras fundaciones vinculadas a varios partidos políticos, a través de esposas, cuñados y hermanos: CiU y PSC, por ejemplo. ¿Qué papel juegan los políticos, estimados parroquianos? Son ellos los que tercian, y no lo hacen gratis, para conseguir que las fundaciones accedan a rebañar la escudilla del expolio; aunque más tarde, eso sí, entran al trueque: las ayudas que Herr Lacalle percibe para continuar con su labor de «feriante»; los contratos que la empresa de jardinería de Frau Ferrusola consigue; las ediciones enteras de las (des) memorias de Jordi Pujol que mutuas y empresas (siempre vinculadas a CiU) compran directamente a la editorial para incorporarlas como regalo de Navidad; y los créditos que las cajas de ahorros conceden a los privilegiados en unas condiciones que rozan la filantropía y alcanzan el crédito temerario. No obstante dicha práctica no comporta mayores problemas, ya que después, mediante todo tipo de artimañas contables, todas las ferias que se celebran en Barcelona resultan rentables y cualquier acto —Fórum de las Culturas, por ejemplo— cierra su balance sin pérdidas. La trama del Palau de la Música es burda, meine Damen und Herren, muy burda; pero ésa misma rusticidad a la hora de afanar nos obliga a dudar de los auditores, de los más de 100 vocales de la junta y de los 19 miembros de la comisión delegada: ¿nadie percibió nada? A mí me extraña, porque si algo caracteriza el funcionamiento de un telar es el ruido. Fíjense si son ruidosos, que hasta aquí llega otro sonido: ¿Qué papel juega el abogado Raimon Bergós en el asunto del Palau de la Música y la fundación Òmnium Cultural?, ¿por qué dicha fundación es favorecida con la adjudicación de herencias que nadie reclama?, ¿a cuánto ascienden los donativos y subvenciones que recibe desde hace varios años? Los telares siguen funcionando, meine Damen und Herren, y la lanzadera la manejan los de siempre. En realidad, estimados parroquianos, los 20 millones de euros que Fèlix Millet trincó son una bagatela si los comparamos con los cientos de millones que en toda España se esfuman entre comisiones, trabajos de asesoría y nepotismo. Tal vez por ello es conveniente que de vez en cuando aparezca un cabeza de turco al que culpar de todo y cuya lapidación pública servirá para distraer al personal: los tejedores necesitan discreción.
Al salir de la terminal del Prat, miré al cielo: sol benigno, ambiente agradable y una brisa cargada de recuerdos; todo invitaba a callejear. Encendí un Lucky y pensé en K. Me gusta pasear con ella de la mano, besarnos en las esquinas y escuchar el sonido de sus pasos. No tuve que cerrar los ojos para verla, meine Damen und Herren, me bastó elevar la vista y observar el azul rotundo que colgaba sobre mí: ¡era un azul precioso!

Foto: Una parte del equipaje. NvO (2009)

Sonntag, November 08, 2009

DE EXPLICACIONES.




EXPLICACIÓN: 3. f. Manifestación o revelación de la causa o motivo de algo.

No, meine Damen und Herren, no teman: no soy uno de los tripulantes del Alakrana, ni fue secuestrado por las mafias chechenas ni decidí alistarme en La Legión; no olviden que el puesto de cabra ya está ocupado y que además soy un hombre de caminar ahorrativo: ¿para qué correr? El motivo de mi ausencia y del alejamiento de Josephsplatz, Das berliner Feuilleton, —en definitiva de ustedes, estimados parroquianos— es sólo uno: sigo enamorado. Sé que ustedes se alegran por mí, aunque yo…no sé…quizá había olvidado que el amor y el sufrimiento caminan cogidos de la mano, al menos cuando se tiene el concepto que yo tengo del amor. Ahora bien, ¿acaso existe un amor de «baja intensidad» o que podamos atemperar? No creo; las medianías son más propias de nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, ése vicario de la estolidez. A la afortunada—sí, creo que sí— ya la conocen, queridos lectores: la bailarina; una mujer a la que denominaré K. para que ustedes no sepan que se llama Karlotta. El caso fue que la compañía de ballet de la que forma parte K. iniciaba una breve gira por España, en concreto actuarían en Madrid y Barcelona. Sin embargo, las representaciones no eran consecutivas y ella podría disfrutar de jornadas de descanso; sin olvidar, eso sí, las tediosas horas del ensayo diario junto a un coreógrafo sarasa (disculpen el pleonasmo). K. intuyó el pesar que me provocaba una separación prolongada— ella también se cuece en su propio jugo— y me propuso que nos encontrásemos en España; además conoce mi vinculación con el país mencionado. Les reconozco que no dediqué mucho tiempo a tomar una decisión, meine Damen und Herren, así que compré un billete de avión, preparé el equipaje y partí hacia Barcelona dos día antes que K. Yo estaba excitado ante la aventura, no sólo por el reencuentro con la mujer que amo sino porque deseaba presenciar de primera mano las consecuencias que para una nación suponen los desvaríos de una inteligencia tan distraía como la de ZP, un pollo decapitado que corre de un lado al otro mientras agoniza. ¡Qué comparación tan sangrienta, estimados parroquianos!; les aseguro que no guarda relación alguna con…«las góticas».
Por otro lado, sabía que dispondría de mucho tiempo libre, y pensé en aprovechar las esperas para visitar a viejos conocidos, escuchar, observar y beber gin-tonic o carajillos en cualquier terraza. Asimismo, las noticias—en algún caso rumores— que me llegaron desde España antes de partir incrementaron mi ansiedad: Palau de la Música y Millet; corrupción en Cataluña (¡menuda novedad!); las mentiras de un Gobierno en caída libre; un monarca decrépito que sólo se preocupa de sus propios intereses; una Justicia que utiliza una ruleta trucada por todo código; y unos medios de comunicación que adoptaron el dictado, el bozal y la correa como libro de estilo. Ya sé que no es ninguna novedad, meine Damen und Herren, el país ridículo en el que se ha convertido España es la consecuencia lógica de los desvaríos de un iluminado palurdo, como es ZP, y de la caterva que se envuelve con la capa de la complicidad para continuar medrando y enriqueciéndose. El inconveniente es que siempre son los mismos, estimados parroquianos, ¡ya no se molestan ni en cambiarse el collar! Mediante varios escritos, que titularé Crónicas de un bárbaro, les explicaré mi opinión sobre determinadas cuestiones.
Mi avión partía temprano, me vi obligado a madrugar; además soy de esos a los que les gusta llegar con tiempo al aeropuerto: ya les expliqué que me desagrada correr. Soy feliz cuando duermo junto a K. y me despierto a su lado: tiene un sueño sosegado que incrementa su fragilidad, un respirar que se acompasa al latido de mi corazón, un despertar alegre y vivaracho que demuestra su energía y una facilidad que me asombra para trocar un bostezo en una sonrisa cariñosa. Mis dedos se ensortijaron con su cabello mientras nos besábamos. Después se ovilló bajo el edredón al tiempo que una sonrisa burbujeaba en su garganta. Al salir, el frío del amanecer me abofeteó, yo todavía guardaba la calidez de K. Un cielo plomizo en el que se bosquejaban trazos cárdenos pendía sobre mí. Tuve tiempo de fumar un Lucky mientras esperaba al taxi; además lo hice con parsimonia: paladeé cada inspiración y dejé que el humo se fugara por mi nariz. Mi viaje comenzaba, meine Damen und Herren, y lo hacía cómo a mí me gusta: sin prisas. ¿Para qué correr?, sabía que durante los próximos días me ejercitaría en el noble arte de la espera; aunque si les soy sincero, creo que es lo que hice durante toda mi vida: esperar a K.

Foto: Mientras sobrevolaba Marsella. NvO / 2009.