Montag, Juni 30, 2008

WIENER CHRONIKEN / TAFELSPITZ

VICTORIA: 1. f. Superioridad o ventaja que se consigue del contrario, en disputa o lid.

¡Enhorabuena, meine Damen und Herren!, España consiguió una merecida— al tiempo que ansiada— victoria, que es lo que suele ocurrir cuando se juega mejor que el adversario. Ya en el comienzo del torneo tuve un mal pálpito respecto al éxito de mi país, percibí un signo innegable de que alguien no hacía bien las cosas: ¡el porte indumentario de Joachim Löw (el entrenador)! Sí, meine Damen und Herren, un auténtico atentado al buen gusto. Además, la tez morena de Herr Löw, la longitud de su cabello y el corte le conferían el aspecto de un guitarrista flamenco en un tugurio de la Costa Brava durante la década de los 60. Sé que la firma Strenesse — proveedores del vestuario— hace bien su trabajo, pero a la hora de las medidas yo hubiera indicado un par de tallas más para Herr Löw.
Por el contrario, el que siempre va sobrado de tallas es nuestro querido y admirado José Luis Rodríguez, el Puma: hacía tiempo que no observaba a un político al que le sobra tanta manga, meine Damen und Herren. Al escuchar sus predicciones sobre economía entendemos dos conceptos intrínsecamente vinculados a ese devoto del Cristo de las calamidades: Se enroca en el voluntarismo de sus frases para negarlo todo y aplica una nueva teoría económica que se denomina «la mano izquierda no sabe lo que hace la derecha». Ayer, mientras miraba el partido, desvié mi vista en varias ocasiones hacia el palco del estadio Ernst Happel; en concreto para observar a ese hombre de inteligencia cinética y que responde al insecticida acrónimo de ZP. Durante una fase del encuentro en la que España estuvo acorralada, juraría que las piernas del insigne estadista pugnaban por abandonar la localidad para lanzarse sobre el terreno de juego y devorar con el frenesí de una vaca desnutrida la alfombra verde. Imaginé a ZP, que con sus movimientos felinos habituales y esa coordinación de atleta que le caracteriza, lucharía para rebasar la defensa alemana y ser él quien marcara un gol. Sí, meine Damen und Herren, porque en el Puma todo es así: Él.
Ahora que España se proclamó campeona, ZP dirá que fueron los jugadores lo que han tocado el cielo; pero que él, sólo él, os lo ha bajado a la tierra. Ya sabemos que ése actor de la inutilidad es un enamorado de las palabras y sus sonidos, y siempre busca la armonía de lo que explica aunque el argumento resulte increíble. El problema, estimados parroquianos, es que ZP ha quedado atrapado en su universo de majaderías y no logra comprender muchas cuestiones por inconsciencia, no por incultura; aunque de ésta también atesora varios quintales. Con el Euribor en máximos históricos, la tasa de paro sin control, el nivel de endeudamiento de las familias españolas, unos salarios que no subieron al mismo ritmo que la deuda, el déficit de la balanza exterior y otras cuestiones que a ZP le deben sonar como las «melodías» del bombo de Manolo, el insigne estadista proclama a los cuatro vientos de la estulticia que la crisis también es algo relativo. Supongo que ese relativismo al que ZP está abonado se cuece en el baño María de la mentira y manipulación. No obstante, él estará contento porque con el triunfo español ya nadie puede acusarle de gafe; es más, ZP explica que siempre tuvo suerte en la vida. Es algo lógico, meine Damen und Herren, ya que para que existan afortunados deben existir desgraciados. Dejaremos que el Puma luzca esa lentitud en el olfato de su mirada que le caracteriza y que disfrute del triunfo de una selección de fútbol que se lo debe todo a él. Intuyo que durante los próximos días ZP nos regalará un compendio de frases absurdas para los anales de la oratoria. Yo prestaré atención, meine Damen und Herren, lo prometo; porque si dar de comer al hambriento es una obra de misericordia, dar crédito a las predicciones de ZP, otra.
Me alegro de su triunfo, queridos lectores: ¡ya les tocaba!

Foto: Españoles en la Stephansplatz. (NvO 2008).

Samstag, Juni 28, 2008

WIENER CHRONIKEN / MELANGE

MARRANO, NA: 2. m. y f. coloq. Persona sucia y desaseada. U. t. c. adj.

Debo felicitarles, meine Damen und Herren, fue una gran victoria; además la gesta tuvo el atrezo adecuado para la furia española: rayos, truenos y esa variedad cromática del atardecer vienés en el que un cielo anaranjado cede el paso a uno violáceo: ¡la ira de los dioses sobre el estadio Ernst Happel! Ahora, sin embargo, les toca perder ante Alemania, algo que confiere dignidad a la derrota (admito menciones sobre mi madre: no se preocupen, es lavable).
Mi corto periplo vienés me resulta un bálsamo que atenúa mi cansancio y me procura, a su vez, gratos momentos. Esta tarde me encontraba en el café Tirolerhof, un lugar que frecuenté durante mi época estudiantil en Viena, cuando algo rompió la armonía del lugar: ¡Manolo Escobar y su canción Que viva España! Increíble pero cierto, estimados parroquianos. En un principio pensé que el subconsciente y la resaca me jugaban una mala pasada, aunque presté atención y salí de dudas cuando el estribillo del Porompompero retumbó con ese descaro hispano junto al templo de la música: la ópera de Viena; ya que el café Tirolerhof se encuentra a escasos metros de ella. Me asomé a la puerta del local y descubrí que todo se debía a una furgoneta repleta de españoles— de Santander en concreto—, que estaba coronada por dos altavoces y banderas con la silueta del toro de Osborne. No pude más que sonreír, meine Damen und Herren, hasta que la presencia de Franz, uno de los camareros, me obligó a recuperar la seriedad. El grupo de hinchas aparcó en la Führichgasse, justo delante de nosotros, y comenzaron un pasacalle al que la gente se unía. Sé que Franz lo esperaba, pero yo no quise exhibir una mueca desaprobatoria y tarareé la archiconocida melodía. Sin embargo, cuando escuché el fragmento de la canción que menciona al «cateto de tu hermano», no pude más que acordarme de nuestro querido José Luis Rodríguez, el Puma: el cateto entre los catetos, la persona que provocará con su maléfico embrujo que ustedes pierdan ante Alemania.
Existen tres elementos que nos indican cómo es un hombre: sus zapatos, sus amigos y la mujer que le acompaña. Yo, en un alarde atrevido, añado una cuarta: los nombramientos que realiza. Sí, queridos lectores, porque sólo a un sandio se le ocurre proponer como ministra a esa extraña mujer que siempre luce un porte desaliñado, incluso alérgico a la higiene, que es Bibiana Aído. Siempre que la veo imagino que su ginecólogo necesita guantes de soldador y un escoplo para realizar la citología anual; o algo peor: sus salvaslips pueden utilizarse de tabla de surf. ¡Qué poco charme, meine Damen und Herren! No obstante, es en el manejo del idioma donde esa pobre infeliz nos demuestra el criadero de champiñones en el que estudió. Su prosodia marrana parece automática, pero no es así: es meditada; y eso es lo preocupante. Por el contrario, nos ayuda a entender que detrás de cada palabra existe un mundo extraño y que la imbecilidad se cierne sobre nosotros. Acepto que la utilización de un idioma es un pozo de ingenio, pero hacer de la incultura la praxis de su oratoria sólo nos demuestra que Bibiana Aído (no sabemos adónde), como ministra de Igualdad, pretende igualarnos a otro prócer de las letras españolas: Pepiño Blanco. Además, y en el colmo del estilo «tócame Roque», ambos no tienen reparo alguno en plasmar, mediante sendos blogs, el infantilismo cutre y garrulo que les caracteriza. Intuyo que Bibiana Aído (sigo sin saber adónde) es una gran lectora de novela gótica inglesa, una experimentadora del lenguaje capaz de alcanzar un nivel de profundidad increíble y que realiza, en cada una de sus frases, un elogio a la complejidad. Es por ello que Bibiana, la mujer que con toda seguridad luce un Picasso en sus bragas, se hurga la nariz y se rasca el ano para después olfatear el dedo espeleólogo, ama a las palabras; y éstas, a ella. Con todo y con eso me estoy enamorando de la manceba, meine Damen und Herren, porque me recuerda a la Beatriz de Dante, que nos ayuda a saber cómo es el infierno: el de los analfabetos, claro está.
¡Qué pensamientos más raros provoca escuchar el Porompompero en el café Tirolerhof!

Foto: Café Tirolerhof (NvO 2008)


Donnerstag, Juni 26, 2008

WIENER CHRONIKEN / SCHNITZEL

IDIOMA: 1. m. Lengua de un pueblo o nación, o común a varios.

¡Qué bochorno, meine Damen und Herren, fue algo insoportable! Me avisaron de ello, pero consideré que eran exageraciones y no di el crédito suficiente a mi informador. Sin embargo enseguida comprendí mi error: ¡qué bochorno!
Lo lamento, estimados parroquianos, no sé qué les ocurre a mis últimos escritos que se prestan a la confusión. No me refería al nivel intelectual de Bibiana Aído — parecer ser que es otra filóloga vocacional que cursó estudios en el mismo chamizo que Pepiño— ni a la representación de esa compañía de variedades — ZP y Solbes— cuyo último espectáculo se titula Después de la una, viene la otra. Les explicaba el bochorno que ha reinado en Viena durante todo el día hasta que una tormenta brutal puso las temperaturas en su sitio y mis pantalones hechos un asco. Me encuentro en la capital del fenecido imperio austro-húngaro para animarles a ustedes, meine Damen und Herren. Mañana espero observar cómo regresa el oro de Moscú y la testa de Marcelino pierde algo de gloria. Esta noche he cenado con una colega austriaca en el restaurante Plachutta, el que está situado en el 38 de la Wollzeile y que me permito recomendarles; además dispone de una carta de vinos españoles magnífica. Sin saber muy bien el porqué, comenzamos a hablar sobre idiomas. Ella, en la actualidad, aprende español, y cuando le expliqué la polémica sobre los peligros que envuelven al idioma español y que según algunos favorecen su desaparición, me miró incrédula; incredulidad, por otro lado, que comparto. Asimismo, le expliqué la publicación del Manifiesto por la lengua común y las bobadas varias que cometen los nacionalistas paletos (disculpen el pleonasmo). Lo cierto es que pasamos un buen momento y nos reímos mucho, aunque la botella de vino ayudó a ello. Para un alemán, meine Damen und Herren, su idioma es substancial, y es así porque favoreció, entre otros factores, la unificación de Alemania en 1871. Quizá por eso los alemanes estamos tan orgullosos de nuestra literatura y escritores: no me resulta difícil entender la importancia de un idioma.
En realidad, las polémicas sobre el español en España— algo increíble en un país serio— no esconden más que las deficiencias de la clase política que les atormenta, queridos lectores, porque son ellos los que convirtieron lo cotidiano (expresarse en varios idiomas) en arma arrojadiza. Unos por los perpetuos intereses bastardos y la ausencia de argumentos que utilizan para forjar naciones—los nacionalistas—, y los otros por cobardía y hambre de poder. Como el tema agropecuario no es de mi interés prescindiré de escribir sobre nacionalistas, por el contrario trataremos de la legión de cobardes que medran. La polémica no es nueva, debemos reconocerlo, pero hasta la fecha todo se disimuló bajo el manto de la pluralidad, y se hizo con varias fórmulas: reconocer que se habla catalán en la intimidad mientras se ignora la política lingüística que aplicaba la Generalitat de Catalunya; presionar a la Judicatura para que diera un trato «especial» a las denuncias por incumplimiento de las leyes; con la típica bobada de que el Rey de España realice discursos en catalán o vasco, aunque en el caso del monarca lo entiendo ya que el español no es el idioma que utiliza la familia Borbón; etc. Una vez más fueron los políticos los causantes del problema, y una vez más, traspasan la solución a los ciudadanos.
Una lengua que hablan más de quinientos millones de personas nunca puede estar en peligro, pero sí lo están los derechos de las personas que aspiran a no ser discriminadas o incluso marginadas por utilizar el castellano, y eso, meine Damen und Herren, no se soluciona con manifiestos o haciéndose el sueco cuando conviene. Asimismo, la aparición del filósofo de extraño frontis (Fernando Savater) en cualquier campaña de apoyo al castellano obedece al interés en promocionar su figura de cara al próximo premio Planeta, ya que le han ofrecido ganarlo. ¡Qué mal está el mundillo literario!, ocurre como con la política: nos mienten, y nosotros, a sabiendas, hacemos ver que nos lo creemos.

Foto: Españoles en la Kärntner Straße. (NvO-2008)

Dienstag, Juni 24, 2008

GUTIÉRREZ Y RODRÍGUEZ


DIVAGAR: 3. intr. Hablar o escribir sin concierto ni propósito fijo y determinado.

Siempre se ha dicho que Dios cría a los tontos y que después ellos se juntan. Podría ser, meine Damen und Herren, la teoría es interesante. De todas formas creo que ocurre otra cosa: los tontos nacen y el viento los amontona, como la hojarasca otoñal que luego se convierte en humus. Sólo así puedo entender las declaraciones que realizó ese portento intelectual que ustedes sufren como monarca y al que algunos, al igual que hicieron con su bisabuelo, denominan «Gutiérrez». En algo ha mejorado el soberano, porque durante la Transición se le conocía como el Pelele. Ya que la historia nos concedió el privilegio de ser contemporáneos de semejante portento, creo conveniente recordar las palabras de Gutiérrez sobre el gran estadista: «Es un hombre muy honesto. Muy recto. Que no divaga. O sea, la gente cree que hace cosas así... como divagando, pero no hay nada de eso. Él sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué y para qué hace las cosas. Tiene profundas convicciones. Es un ser humano íntegro».
Después de leer algo semejante ¿cómo escribir sobre el infinito?, ¿cómo hablar del ego entre susurros? Sé que los idiomas incorporan las metáforas porque el lenguaje es imaginación, pero en el caso que nos ocupa creo que se debe a la habitual sencillez de los Borbones; sencillez intelectual, claro está. Estoy convencido de que ni Marichalar, un hombre que se mantiene en hibernación perpetua, habría dicho algo semejante durante sus jornadas en coma, y eso que el subconsciente juega malas pasadas. Sea como sea, me temo que el Rey de España confunde el humor con hacer gracias, aunque nos demuestra, por otro lado, que determinados tipos de incapacidad no requieren mucho esfuerzo: son innatos. No mencionaré la prosodia bochornosa del monarca, meine Damen und Herren, ni tampoco esa afición que le lleva a «cazar» especies protegidas — no me refiero al accidente que le costó la vida a su hermano— porque ya sabemos que la genética de la sangre azul juega malas pasadas. Por el contrario, detallaremos algunas de las consecuencias que los actos del «hombre que no divaga» han generado para España. Su enfrentamiento con los EEUU provocó que España perdiera numerosos contratos vinculados a la industria aeronaval, algo que fácilmente se puede traducir en puestos de trabajo perdidos. Asimismo, la retirada de Irak hizo que varios países de la OTAN cambiarán de suministrador armamentístico. El ridículo constante de ZP en los foros internacionales — Gutiérrez ha copiado el modelo— dificulta el comercio exterior, y aumenta, a su vez, el déficit comercial, el mayor del mundo por PIB. No contento con eso, ZP fomenta, mediante el acercamiento a dictaduras bananeras, que el resto de los países importantes ignore a España. No mencionaré la inexistente política inmigratoria, los problemas energéticos que España sufrirá en el futuro, el aumento del gasto público no productivo y la desconfianza que despierta el gran estadista entre las empresas que podrían invertir en España. ¿Para qué hacerlo, meine Damen und Herren? Muchas de esas cuestiones se traspasarán al soberano para que…«medie»; es decir, cobre sus comisiones habituales.
De nuestro querido José Luis Rodríguez, el Puma, se pueden decir muchas cosas, pero…¿opinar que no divaga? Simplemente es necesario estudiar sus declaraciones o discursos para entender que encierran innumerables ambigüedades, proyectos inconcretos y una sarta de ideas volátiles, cuando no mentiras. Asimismo, y en un simple ejercicio de comparación, conviene contrastar lo dicho con lo hecho. Sin embargo, Gutiérrez, el monarca sencillo entre los sencillos, considera que Rodríguez es un hombre que no divaga. Será cuestión del viento que los amontona.

Foto: Tiempo al tiempo.

Freitag, Juni 20, 2008

ROYAL ASCOT

BOSTA: 1. f. Excremento del ganado vacuno o del caballar.

La gran cita se aproxima, meine Damen und Herren. Dentro de poco sabremos quién se lleva la gloria eterna y quiénes disfrutarán del olvido que corresponde al segundo y a los perdedores. La carpa del circo bajo la que conviven, con extraña armonía, la tradición y el hambre de notoriedad está erigida, y los caballos, los auténticos protagonistas, piafan inquietos mientras resoplan por los ollares. Sólo queda ceñir las cinchas, ajustar los bocados, palmetear las grupas y templar el uso de la fusta: el cajón se abrirá en cualquier momento. Lo lamento, estimados parroquianos, de nuevo mi escrito se presta a la confusión: no me refiero al congreso del Partido Popular, sino a las carreras de Ascot; ya saben, ése lugar donde el olor a naftalina se une al de la bosta. No obstante, semejante cita tiene un lado positivo: es el escenario donde los arribistas, los «quiero y no puedo», los piojos resucitados y los buscadores del relumbrón lucen el tipo durante una jornada de equitación; es decir, un lugar en el que no puede faltar nuestro estimado Pepiño Blanco. Sí, ya lo sé, meine Damen und Herren, ¡pobre papel hará un jamelgo entre pura sangres!; pero todos son hijos de Dios y merecen una oportunidad, aunque sea para provocar nuestras carcajadas.
Durante una de esas mañanas en las que anduve perdido por extraños parajes, me llegó el correo habitual con el clipping de prensa, y como si mis ojos fueran limaduras de hierro, mi mirada quedó clavada en el imán que son las declaraciones del ilustre gallego. Éste, sin recato alguno, confesaba que antes no había explicado sus preferencias por Obama para…¡NO INTERFERIR EN EL PROCESO ELECTORAL AMERICANO! Ustedes ya saben que la imbecilidad siempre llega al alma humana, estimados parroquianos, y me sentí conmovido después de leer algo así. No contento con alcanzar ése sublime delirio, Pepiño desgranó con la riqueza verbal y lingüística abrumadora que le caracteriza un panegírico de la auto-ficción, hasta el punto que me causó terror, extenuación y calentura.
En muchas ocasiones desconocemos cómo denominar algo extravagante, pero en el caso de Pepiño Blanco no me ocurrió; más bien al contrario: idiotez perenne. Es evidente que la magra inteligencia de Herr Blanco mora en el extrarradio del sentido común, en un poblado chabolista en concreto. Sin embargo debería esforzarse en disimularlo, ya sabemos que si la deficiencia mental fuera hilo, Pepiño trabajaría en un telar. En realidad sentí vergüenza ajena, meine Damen und Herren, porque debajo de esos afeites que la palabrería de ZP y su caterva colocaron sobre la cara de España luce la mugre, roña y caspa —que ustedes no logran erradicar— que les impide progresar como nación democrática. Una vez más, no pude evitar pensar que semejante individuo se considera ministrable, no obstante lo sorprendente es que ZP no accediera a los deseos de semejante portento: un membrillo entre los miembros y las miembras. Mantengo que fue un error, queridos lectores, porque es necesario el trabajo de ese filólogo vocacional que es Pepiño Blanco para pulir el lenguaje de los búcaros.
Al día siguiente, me lancé ansioso sobre varios periódicos americanos: The Washington Post, The Wall Street Journal y The New York Tribune. ¡Qué desilusión, meine Damen und Herren!, ninguno recogía las declaraciones del eminente gallego, ni siquiera Obama agradeció el sólido apoyo recibido. Con todo y con eso debemos ser comprensivos, tengan presente que estamos ante un sujeto que hace de sus declaraciones su patria; pero nosotros, cuando le oímos, sabemos que es un apátrida.
Desde este modesto feuilleton solicito que ZP envíe a Pepiño Blanco a las carreras de Ascot. Presuponemos que el jamelgo gallego no entrará en el Royal Enclosure, aunque estoy seguro de que le subirán en un tiovivo, ya que eso es lo que le ocurre a Pepiño Blanco: él cree que galopa, pero en realidad siempre está en el mismo lugar: entre la bosta.

Foto: Te conseguí el pase, Pepiño.

Dienstag, Juni 17, 2008

REGATES

REGATE: 3. m. coloq. Escape o evasión hábilmente buscados en una dificultad.

¡Menudo gol, meine Damen und Herren!: una auténtico cañardo que se clavó en la escuadra. El juego fue deslucido, para qué negarlo; pero el público beodo sólo quería espectáculo y goles. Destacaría la férrea defensa que convirtió en un baluarte el área y la ingenuidad del contrario a la hora de atacar. Asimismo, el árbitro hizo el ridículo una vez más —¡ y van unas cuantas!— con unas decisiones que lo señalan como alguien con sed de protagonismo. Disculpen, estimados parroquianos, caigo en la cuenta de que ustedes pueden interpretar que me refiero al partido entre Alemania y Austria; pero no es así: escribo sobre las últimas perpetraciones políticas de nuestro estimado y siempre alabado José Luis Rodríguez, el Puma (q.D.g.m.a.). Mientras yo recorría mi diagonal, ZP se prodigó en el regate del cojitranco y la finta del tetrapléjico; es decir, el drama del que se sabe pobre y mediocre pero se niega a asumirlo y se sustenta sobre la tríada mágica: imaginación, cara dura y pocos escrúpulos.
El primer regate fue la detención de la denominada cúpula de ETA; ya saben, queridos lectores, esa organización a la que descabezan cada cierto tiempo; algo así como el que acude a la peluquería para lavar y marcar. Lo cierto fue que nuestro admirado Puma no tenía ni idea de qué hacer ante el nuevo atentado (ya sé que no es ninguna novedad) y aplicó el artículo primero del manual de la política del día a día: organizar un festejo. Para ello nada mejor que detener a los únicos que la policía española tenía vigilados— los negociadores— y vender la falsa idea de que el Gobierno controla la situación. No quisiera ser mal pensado, meine Damen und Herren, y desecharé la idea de que ZP persigue una reacción cruenta de los terroristas porque sabe que un enemigo común une a los españoles, acalla las críticas y difumina los problemas cotidianos: ése es el segundo artículo del manual.
Otro de los regates es la «huelga salvaje» de los transportistas, o al menos de una minoría. En realidad se trata de una huelga por encargo que persigue algunos objetivos: demostrar que el gabinete sabe gestionar las crisis; desviar la atención de los españoles de los temas que de verdad incomodan al Gobierno; disipar la idea de que los sindicatos están amansados a golpe de prebendas y tragan con todo cuando es la izquierda la que gobierna; y enseñarnos que la denuncia social es un objeto más de consumo que hasta ZP necesita para recubrirse con la pátina de gran estadista. Una vez más evitaré mal pensar e ignoraré que la repetición de los bloqueos después del verano perseguirá facilitar despidos de las grandes empresas para que el Gobierno puedo culpar de ello a la «huelga salvaje» y no a la crisis que continúa negando con pertinaz fanatismo. No se sorprendan de lo que leen, meine Damen und Herren, el principal instigador de las acciones de protesta es un individuo que preside una asociación que siempre estuvo a partir un piñón con el PSOE: los favores, con favores se pagan. Si ustedes se percatan, queridos lectores, en ambos regates la única preocupación de ZP fue asegurar la cobertura mediática, no los resultados de sus acciones. Nosotros, sin embargo, no olvidamos que el gran estadista es un sujeto que evisceraría a un polígrafo y que es un prototipo imprescindible, aunque todavía no sabemos para qué.
No obstante, ZP, el director idóneo para una escuela de autistas, regatea dos veces más: renace la extrema derecha; las encuestas le son desfavorables. Con semejantes añagazas, el Puma demuestra que los grandes cómicos no siempre son grandes dramáticos. De nuevo, estimados parroquianos, realizaré un esfuerzo por no ser mal pensado, ya que la extrema derecha española, durante la Transición, estuvo manejada a capricho de los socialistas mediante los afines que tenían en el ministerio del Interior. Quizá ése sea uno de los capítulos más oscuros de esos años de incertidumbre. Con todo y con eso, el nuevo intento socialista no es novedoso, ya que el PSOE intentó algo semejante cuando permitió y alentó la creación del GIL (el partido de Jesús Gil). El trueque era evidente: el GIL resta votos al PP y los socialistas permitieron a Gil convertir a Marbella en la nueva Sodoma y Gomera de la corrupción. Sin embargo algo no salió bien, meine Damen und Herren , porque el experimento le costó al PSOE perder municipios en la Costa del Sol. Quizá se debiera a que el votante potencial de un partido extremista y populachero se encuentra entre la masa socialista, y no en las filas del PP.
Respecto a las encuestas negativas…¡más de lo mismo!: un intento de todos los que han confiado en ése esperpento político para salvar la cara y recuperar algo de la credibilidad perdida. ¿En qué perjudican ahora esos resultados adversos a ZP? Regates y más regates, teatro en el teatro. ¡Y todo por no saber chutar!

APOSTILLA: Me alegro del reencuentro, meine Damen und Herren.



Foto: Necesita un audífono más grande.