WIENER CHRONIKEN / TAFELSPITZ
¡Enhorabuena, meine Damen und Herren!, España consiguió una merecida— al tiempo que ansiada— victoria, que es lo que suele ocurrir cuando se juega mejor que el adversario. Ya en el comienzo del torneo tuve un mal pálpito respecto al éxito de mi país, percibí un signo innegable de que alguien no hacía bien las cosas: ¡el porte indumentario de Joachim Löw (el entrenador)! Sí, meine Damen und Herren, un auténtico atentado al buen gusto. Además, la tez morena de Herr Löw, la longitud de su cabello y el corte le conferían el aspecto de un guitarrista flamenco en un tugurio de la Costa Brava durante la década de los 60. Sé que la firma Strenesse — proveedores del vestuario— hace bien su trabajo, pero a la hora de las medidas yo hubiera indicado un par de tallas más para Herr Löw.
Por el contrario, el que siempre va sobrado de tallas es nuestro querido y admirado José Luis Rodríguez, el Puma: hacía tiempo que no observaba a un político al que le sobra tanta manga, meine Damen und Herren. Al escuchar sus predicciones sobre economía entendemos dos conceptos intrínsecamente vinculados a ese devoto del Cristo de las calamidades: Se enroca en el voluntarismo de sus frases para negarlo todo y aplica una nueva teoría económica que se denomina «la mano izquierda no sabe lo que hace la derecha». Ayer, mientras miraba el partido, desvié mi vista en varias ocasiones hacia el palco del estadio Ernst Happel; en concreto para observar a ese hombre de inteligencia cinética y que responde al insecticida acrónimo de ZP. Durante una fase del encuentro en la que España estuvo acorralada, juraría que las piernas del insigne estadista pugnaban por abandonar la localidad para lanzarse sobre el terreno de juego y devorar con el frenesí de una vaca desnutrida la alfombra verde. Imaginé a ZP, que con sus movimientos felinos habituales y esa coordinación de atleta que le caracteriza, lucharía para rebasar la defensa alemana y ser él quien marcara un gol. Sí, meine Damen und Herren, porque en el Puma todo es así: Él.
Ahora que España se proclamó campeona, ZP dirá que fueron los jugadores lo que han tocado el cielo; pero que él, sólo él, os lo ha bajado a la tierra. Ya sabemos que ése actor de la inutilidad es un enamorado de las palabras y sus sonidos, y siempre busca la armonía de lo que explica aunque el argumento resulte increíble. El problema, estimados parroquianos, es que ZP ha quedado atrapado en su universo de majaderías y no logra comprender muchas cuestiones por inconsciencia, no por incultura; aunque de ésta también atesora varios quintales. Con el Euribor en máximos históricos, la tasa de paro sin control, el nivel de endeudamiento de las familias españolas, unos salarios que no subieron al mismo ritmo que la deuda, el déficit de la balanza exterior y otras cuestiones que a ZP le deben sonar como las «melodías» del bombo de Manolo, el insigne estadista proclama a los cuatro vientos de la estulticia que la crisis también es algo relativo. Supongo que ese relativismo al que ZP está abonado se cuece en el baño María de la mentira y manipulación. No obstante, él estará contento porque con el triunfo español ya nadie puede acusarle de gafe; es más, ZP explica que siempre tuvo suerte en la vida. Es algo lógico, meine Damen und Herren, ya que para que existan afortunados deben existir desgraciados. Dejaremos que el Puma luzca esa lentitud en el olfato de su mirada que le caracteriza y que disfrute del triunfo de una selección de fútbol que se lo debe todo a él. Intuyo que durante los próximos días ZP nos regalará un compendio de frases absurdas para los anales de la oratoria. Yo prestaré atención, meine Damen und Herren, lo prometo; porque si dar de comer al hambriento es una obra de misericordia, dar crédito a las predicciones de ZP, otra.
Me alegro de su triunfo, queridos lectores: ¡ya les tocaba!
Me alegro de su triunfo, queridos lectores: ¡ya les tocaba!
Foto: Españoles en la Stephansplatz. (NvO 2008).