Samstag, Dezember 15, 2007

MONTAÑAS

Me encanta nuestro mundo, meine Damen und Herren, porque es un lugar en el que cualquier cosa puede suceder. Tan es así, que todos tenemos la sensación de que algo trastorna siempre nuestras vidas comunes, incluso cuando lo cotidiano se convierte en rutina y nuestras existencias se sostienen sobre unos cimientos de silencio y conformidad. Si miramos a nuestro alrededor, comprobaremos cómo coexisten lo absurdo y lo trascendente, lo cómico y lo trágico, o lo verdadero y lo falso; pero todo ello recubierto con el manto de la apariencia. Nosotros nos movemos por nuestras vidas sin apenas consecuencias, aunque dejamos retazos de nuestras almas en muchas situaciones, personas o lugares. Yo desconozco dónde reside mi alma, pero sé el lugar al que se retira a descansar: las montañas bávaras; un lugar que me fascina. Las cimas no tienen formas pintorescas, superfluas o retóricas, ya que fueron creadas con una extraña mezcla de cuidado y contundencia. Los barrancos y precipicios acentúan su majestuosidad al tiempo que demuestran una rara y extraña perfección. Sin embargo, y a pesar de lucir semejante belleza, las montañas no dejarán de parecer amenazadoras e impresionantes. Creo que es un lugar con una magia especial, porque en él— y sólo en él— he sido capaz de desarrollar mis secretos más profundos y mis sentimientos más escondidos. De la misma manera, me ha permitido vivir experiencias extraordinarias que nunca hubiera experimentado en mis espacios de vida cotidiana, hasta tal punto que, con el paso del tiempo y la lejanía física, he llegado a dudar si ocurrieron. Sé que con los años todo quedará reducido a una imagen llena de sensaciones que no saboreé hasta el último detalle; aunque sin embargo pude retener su riqueza de matices. Hasta finales de enero pasearé por bosques fantasmagóricos a la búsqueda de gnomos, ascenderé algunas cimas para comprobar que allí no hay nada y me deslizaré sobre la nieve. No lo hago solamente para descansar, sino porque me gusta sentir que la fortaleza de mi juventud me permite acometer todo tipo de retos. Más adelante, cuando sea viejo, la remembranza de esos momentos de plenitud me permitirá volver a sentirme joven, o al menos a recordar que algún día lo fui.
Meine Damen und Herren, me despido de ustedes. La última semana de enero, Josephsplatz, Das berliner Feuilleton, regresará a su actividad habitual. Les agradezco su interés y les deseo una feliz Navidad, así como un venturoso año 2008.
Frohe Weihnachten!
FOTO: El sendero que conduce a mi casa. (NvO / 2006)


Freitag, Dezember 07, 2007

EL AFEITADO

AFEITAR: 1. tr. Raer con navaja, cuchilla o máquina la barba o el bigote, y, por ext., el pelo de cualquier parte del cuerpo. U. t. c. prnl.

Uno de mis momentos favoritos es el afeitado diario. Sé que a otros hombres les provoca fastidio; por el contrario yo disfruto gracias a mi pequeño ritual: agua caliente; crema exfoliante; diez minutos para enjabonarme con la brocha de pelo de tejón y jabón Trumper de almendras amargas; suavizar el filo de la navaja; afeitarme; enjuagarme con agua fría; y después concluir con una loción sin alcohol y la aplicación de un gel hidratante y antiarrugas. Les garantizo, meine Damen und Herren, que se comienza el día con buen ánimo. Posiblemente les sorprenda que utilice una navaja de afeitar, pero creo que es el instrumento conveniente para apurar el afeitado, no irritar y acceder a las zonas difíciles del rostro. Es cierto que el utensilio requiere una cierta práctica y que el margen para el error es escaso, pero se acaba por adquirir la experiencia necesaria. El día que necesite ayuda para afeitarme habrá llegado el momento de hacer el equipaje, ustedes ya me entienden.
José Luis Rodríguez, el Puma, necesita mucha ayuda; más de la que a simple vista parece. De su forma de afeitarse no tengo ni idea, aunque intuyo que es un hombre de maquinilla eléctrica: ¡qué poco charme, estimados parroquianos! Tampoco creo que en la Moncloa tenga un valet de chambre, más que nada porque no sabría qué hacer con él; en todo caso le haría testigo de las tribulaciones del paleto revenido, que suelen provocar jocosos momentos. Sin embargo, el Puma sospecha que el «afeitado electoral» está por llegar, y sabe que el filo de la navaja está mellado y herrumbroso, el agua gélida y el masaje posterior será con Floid mentolado: un panorama nada halagüeño, debemos reconocerlo. Con todo y con eso, al mirarse en el espejo, el Puma se ha percatado de que la barba del derrotado ennegrece sus querubinescas mejillas. Asimismo, ha entendido que los asistentes que le rodean también se preocupan por sus propias barbas o peinados: lóbrego horizonte.
Todos ellos realizan sus cábalas sobre cómo movilizar a un electorado que está hastiado del rosario de dislates que el Puma y su caterva perpetró durante la presente legislatura. Entre brochas de pelo sintético, jabón Lagarto para el afeitado y un after shave de lejía Alfonso, los sesudos han descubierto dónde radica el salvador. Nunca lo dirían, meine Damen und Herren: en Cataluña. Sí, queridos parroquianos, están sopesando la posibilidad de que sea José Montilla, la Presencia, el que les solvente la papeleta. Sin embargo y para conseguirlo, necesitan que ése dicharachero individuo convoque elecciones anticipadas; y pronto. No es una mala idea, ya que de ésa manera, y en vista del hedor que desprende la poza catalana, los súbditos del noreste acudirían a votar; aunque fuera para afeitar también a Montilla. Es un movimiento atrevido digno de un desesperado, pero al Puma las opciones se le agotaron y tres meses pasan muy rápido; a la misma velocidad con la que su barba de perdedor crece. Si ustedes observan los acontecimientos, meine Damen und Herren, percibirán que el clima político que crea el propio Gobierno catalán está encaminado a ladrar a la luna española al tiempo que aglutina a los ciudadanos alrededor de unos gobernantes nefastos. Los electores, sin embargo, no entienden que son ésos mismos políticos aldeanos los responsables del ridículo constante que sufre Cataluña, y acudirían a la barbería electoral con la idea de defender a sus gobernantes frente a la agresión de los españoles; aunque ya puestos, también votarían al Puma. Hemos de reconocer que sería una manera diferente de movilizar al electorado que será la piedra angular del resultado de los comicios. Y todo porque el Puma no sabe afeitarse solo. No me perdería por nada una situación tan divertida: dos ciegos epilépticos afeitándose el uno al otro.
Meine Damen und Herren, preparen tiritas o hilo de sutura: les quedará la cara como un mapa.
APOSTILLA: Sonsoles, por favor, deja que se vaya.
FOTO: Navaja de afeitar Laguiole.

Donnerstag, Dezember 06, 2007

DE TETAS



TETA: 1. f. Cada uno de los órganos glandulosos y salientes que los mamíferos tienen en número par y sirven en las hembras para la secreción de la leche.

El doctor alemán Heinrich Brusten desarrolló una investigación que ha demostrado que observar los pechos de las mujeres durante cinco minutos al día alarga la esperanza de vida de los varones en 10 años. Las conclusiones del estudio fueron divulgadas en las prestigiosas publicaciones New England Journal of Medicine y American Journal of Public Health. Yo sospechaba algo así, meine Damen und Herren, ya que al observar unos senos noto que «algo» se me alarga; desconozco si es la vida, pero no deja de ser un síntoma de la misma.
Como ustedes pueden imaginar, la noticia anterior es falsa, es uno de tantos hoaxes que circulan por internet — ése en concreto desde 1998— y a los que, por extraño que parezca, muchas personas dan crédito. La forma de conseguirlo es sencilla: citar publicaciones de referencia, utilizar un lenguaje especializado y añadir la opinión o el nombre de un presunto experto. Con todo y con eso, yo añadiría un cuarto elemento: el cretinismo de la masa. ¿Les recuerda a alguien ésa pauta de comportamiento, estimados parroquianos? Efectivamente: José Luis Rodríguez, el Puma.
La brisa de los hechos ha comenzado a disipar el humo y la niebla de la realidad del gran estadista: donde se prometía conocimiento hemos encontrado imbecilidad; en el lagar de la baraka mora la filfa; la planificación era un sinónimo de apresuramiento; el boato verbal se confunde con sensatez; el donaire de la meseta oculta a un sátiro que pellizca a las colegialas en el metro; las promesas fallecieron a corta edad; y los reputados especialistas son aprendices iletrados de fantaseado expediente académico. Con todo y con eso, la caterva aún se empecina en lanzar crónicas y mensajes; ahí es donde cabe el cuarto elemento: el rebaño, la grey vociferante, el pastoreo mediante las noticias. ¡Pobre Puma!, él, que nos invitó a viajar en sus trenes, se encuentra ahora en el furgón de cola de tercera clase. Pero no es el azar, sino el destino, el que provoca que un desarrapado mental viaje en el peor vagón: el que más se balancea; las puertas no encajan en el quicio; las ventanillas siempre dejan una ranura por la que penetra el aire frío o la lluvia, aunque el Puma colocó papel de estraza para resguardarse; y los compañeros de viaje son de ésos que logran con su pesadez y tufo que las distancias se incrementen. ¡Pobrecito mío!, le imagino sentado con la expresión del que ha sido pillado in fraganti, del mentiroso que se descubre a sí mismo por falta de memoria, o del fullero cuyos naipes trucados se le caen de la manga al recoger la apuesta ganada. ¡Qué plebeyez, meine Damen und Herren!: cutre entre los cutres. No obstante, el monarca de las pamemas continúa con sus discursos grandilocuentes y su prosodia vergonzosa. En cada estación en la que para su tren, el Puma baja la ventanilla, que está moteada de excrementos de mosca, y se dirige a la multitud para hablar de tetas y esperanza de vida; pero ya nadie quiere escucharle. Se rodea de la familia real para aplacar los insultos— es triste que el Rey se preste a ello, aunque muy típico en ésa dinastía decadente— o decide recorrer no el Camino de Santiago sino el que lleva a Villadiego. ¡Cutre entre los cutres! Además, el pobre idiota no se ha percatado de que cada vez está más solo en el vagón; pero es lógico, queridos lectores, es un furgón pleno de un aire denso, de una rareza de la física, de una suerte de atmósfera sólida. Apesta a humo frío, a vegetación muerta y a ese olor del musgo de los cementerios abandonados: El Puma viaja en el «transmiseriano» de los indignos. Ya puede rodearse de intelectuales para explicarnos que al ver un par de tetas viviremos más, pero nosotros no le creemos. Otra cuestión sería si dijera que la vida será más agradable, eso sí, pero…¿vivir más tiempo? De todas formas, como los idiotas acaban por creer sus propias mentiras, imagino que el personal femenino de la Moncloa trabajará en top-less. ¿Pueden imaginarlo, meine Damen und Herren?, sería exótico, muy exótico. De todas formas no confíen en el Puma: vende silicona.

APOSTILLA: Sonsoles, por favor, deja que se vaya.

Foto: He conseguido la inmortalidad.

Mittwoch, Dezember 05, 2007

POTSDAMER PLATZ

SOPAPO: 2. m. Golpe que se da con la mano en la cara.

El 24 de febrero de 1923, el periódico Neue Berliner Zeitung publicó la noticia de que Georg Bauer, condenado a cadena perpetua por asesinato en 1873, había sido indultado. Transcurrido tanto tiempo era lógico que nadie recordase el caso, las circunstancias, al asesinado o al criminal; es decir: el pasado de Georg Bauer quedó en un segundo plano. No obstante, al indultado el presente le resultó hostil e ignoto, ya que al pisar la calle de nuevo se encontró con una ciudad distinta: la metrópoli que antes terminaba en la Potsdamer Platz ahora se prolongaba hasta un límite en el que podía llegarse mediante unos trenes elevados o en tranvías; las calles antiguamente transitadas por carros estaban ocupadas por unos vehículos que circulaban deprisa y con estruendo; y la gente que antes paseaba entonces se movía con una rapidez inusitada. Herr Bauer entendió que ése no era su mundo y decidió resguardarse de la modernidad en el refugio que la prisión le proporcionaba; sin embargo para conseguirlo era necesario cometer un nuevo delito. No se le ocurrió mejor idea que acercarse a un policía que regulaba el tráfico desde un cilindro elevado y propinarle una bofetada: el agente se desnucó al caer y Georg, reo de asesinato, fue decapitado un año después: todo por una bofetada.
José Luis Rodríguez, el Puma, es un erudito en bofetones; tanto en recibirlos como en propinarlos. Además, y al igual que el pobre Georg, no entiende las consecuencias que un simple sopapo puede ocasionar. No nos sorprendemos de ello, meine Damen und Herren, ya que el maestro del surrealismo y el discípulo aventajado del humo siempre se mostró algo tardo. El Puma, por otro lado, hizo bien en desaparecer, sabe que sus palabras se parecen al ladrido civilizado de un perro; y algo peor: les otorgamos la misma importancia. Pero es lógico, estimados parroquianos, el Puma ha quemado nuestras emociones y ahora se muestra como uno de los personajes de Pirandello a la búsqueda de un autor. ¡Pobre Puma!, él, que confiaba en sus dramaturgos —los terroristas—, debe improvisar un monólogo pero no puede, necesita un nuevo libreto. Nadie se lo proporciona, escasean las ideas, y entonces recurre al intento de colocar un bozal colectivo a los españoles. Éstos, sin embargo, han demostrado su desinterés por la obra y por observar un escenario en el que el papel estelar lo ostenta la cobardía. ¡Impagable, queridos lectores, impagable! De todas formas era lógico que a la manifestación «por la libertad y contra el terrorismo» acudieran los asalariados de rigor: los otros comprendieron que entre persona y personaje no existe diferencia alguna. Otro sopapo en los carrillos del Puma, que a este paso acabará pareciéndose a Evo Morales por la inflamación de sus mejillas. Con todo y con eso, Rajoy ha demostrado que entre bomberos no se pisan nunca la manguera. ¡Qué papelón, meine Damen und Herren!: junto al gran Pepiño y a ese grupo de patibularios que con presteza recogen los excrementos del Puma y limpian a lengüetazos su ano. Hediondo, muy hediondo. De todas formas reconocemos que los asistentes han porfiado, pero no lo suficiente; los huecos vacíos imitaban a esos libros que bailan en la biblioteca de un analfabeto: apariencias. Cabezas humanas que parecían clavadas en un acerico de compromiso y que nadie utilizará para coser porque el desgarrón es tan grande que debe tirarse la prenda.
Nunca antes las luces que iluminan la puerta de Alcalá nos parecieron tan dolorosas, frías y crueles; como soles del averno. Además todo se hizo con prisas, algo que sólo utilizan los malos toreros y los delincuentes; quizá los políticos españoles cumplan las dos condiciones. Y todo eso se lo debemos al gran estadista y a su turbia historia, que lograrán que el maestro del esperpento no sea Valle Inclán sino él: José Luis Rodríguez, el Puma. Hoy, meine Damen und Herren, han presenciado una tarde de bofetadas: ZP las recibió y Rajoy las propinó a sus electores. ¡Menudo par de manirrotos y apocados! Lo único que nos consuela es que las dos víctimas ya son ajenas a los bofetones de los vivos. Sospecho, por eso, que los muertos no se alegran de los homenajes que reciben: un día u otro lo sabremos; espero que tarde, eso sí.

APOSTILLA: Sonsoles, por favor, deja que se vaya.

Foto: Potsdamer Platz / Berlín (1903)

Montag, Dezember 03, 2007

LEÑOS Y MADERAS

TARUGO: 1. m. Trozo de madera o pan, generalmente grueso y corto. 4. m. coloq. Persona de rudo entendimiento.

El piso que habito es el legado de mi abuela Hanna. Se trata de una vivienda amplia, luminosa, de estilo modernista y situada en una buena zona: nunca aspiré a tanto. Su construcción data de 1903, y el arquitecto que la diseño decidió prescindir de la sobriedad para caer en el romanticismo de la belleza. Es difícil no subir por la escalera o en la caja de madera del ascensor sin imaginar a los antiguos moradores, que debían saludar a golpe de sombrero— modelo Fedora, sin duda alguna— o con un templado toque sobre el ala. A pesar de que realicé varias reformas, existe un elemento que nunca he cambiado; más bien al contrario, lo conservo como oro en paño: el parquet. Se trata de un pavimento de roble de Carintia— la misma madera que se utiliza para fabricar góndolas venecianas (las auténticas) y algunos de los pilares de los puentes de la ciudad— y fue instalado en 1905. La única petición que me hizo mi abuela, aunque en realidad era una condición bien vestida, fue que no cambiara nunca la madera del suelo. Nunca entró en mis planes ya que se trata de una tablazón recia que soportará el desgaste y el paso del tiempo; además, yo siempre cumplo mi palabra.
José Luis Rodríguez, El Puma, parece ser que también está hecho de madera. Es lógico, meine Damen und Herren, por algo es un tarugo. Esos hagiógrafos que confunden escribir una biografía con la pertenencia al coro de las chicas de Colsada, nos ayudaron a comprender al mamarracho en su tinta que gobierna España. Lo que pretenden vendernos como madera es un aglomerado de virutas y serrín, cuya compactación se consigue con una prensa y cola; para que ustedes me entiendan: madera de Ikea; vistosa pero de pésima calidad. Quizá sea, por lo que sé, el primer intento en la historia de trocar las huellas pétreas de un gran estadista por imaginería. Nosotros, sin embargo, conocemos al dedillo las leyes de la verdad aparente y reconocemos el sucedáneo allí donde otros divisan maderas nobles. El Puma, una vez más, ejecuta la tocata y fuga: una de sus piezas favoritas. El pobre comenzó a instalar el maderamen, y al ver que no encajaba, desaparece de la obra sin dar ninguna explicación. ¡Menesteroso Puma!, nos ha mostrado que la naturaleza humana no niega de su debilidad ni siquiera allí donde en apariencia está a punto de vencerla: en apariencia, meine Damen und Herren, en apariencia.
Lo que era una madera maciza se comporta como un contrachapado que no se utilizaría ni para confeccionar los ataúdes de los indigentes, que no pueden pagar los gastos de su sepelio. Ahora toca lo de siempre, estimados parroquianos: la utilización de un vocabulario falso que conforma un dialecto convencional pero que ha perdido validez: minutos de silencio, concentraciones de repulsa, manifestaciones que sólo sirven para constiparse, y peticiones de unidad. ¡Ah, queridos lectores!, nada cambia: los políticos detrás del burladero de las pancartas y ustedes los burlados; aunque en este caso, y ya poco les importa, son los asesinados los que perciben el golpear sordo de la tierra al caer sobre el ataúd; pero desde el interior. Me temo, por eso, que el PP tampoco entiende de maderas. ¿Qué pretenden al manifestarse junto a los que hace pocos días se negaban a retirar «el permiso» para negociar con los terroristas?, ¿será el PP el carpintero habilidoso que encajará las tablas que otros pisarán?, ¿barnizará lo que es una madera basta para que parezca noble?
Serrín, virutas, mondadientes, lapiceros baratos, cajas para transportar fruta y palillos de restaurante chino: ésa es la madera de la que está hecho el Puma. De todas formas no se preocupen por él, meine Damen und Herren: la madera, al igual que la mierda, siempre flota, aunque sea de mala calidad; la madera, claro está.
Me hubiera gustado preguntarle a mi abuela el porqué me dejó su casa, yo no era su nieto favorito. Quizá fue por una sencilla razón: mientras que ella nos explicaba los motivos por los que mi abuelo encargó ése parquet, mis primos se peleaban por los pasteles; yo, por el contrario, nunca me cansé de escuchar la historia.

APOSTILLA: Sonsoles, por favor, deja que se vaya.
FOTO: Los rescoldos del «gran estadista».

Sonntag, Dezember 02, 2007

EL EXEGETA

EXEGETA: 1. com. Persona que interpreta o expone un texto.

Hay una escena en las películas que siempre llama mi atención: el protagonista mantiene una dura pelea; propina y recibe un sinfín de golpes; y al final, vencedor y con el cuerpo tumefacto por las hostias, es curado por la tía buena de rigor. Es entonces cuando observo lo increíble: al tocar cuidadosamente con una gasa la herida, el héroe se lamenta. Para mí es un contrasentido, ya que ha sido capaz de encajar sin un leve pestañeo puñetazos que tumbarían al mismo Moratinos, gran fajador; sin embargo no soporta la delicada caricia de la tela sanitaria.
José Luis Rodríguez, el Puma, actúa de la misma manera. Me resulta curioso tal comportamiento, meine Damen und Herren, ya que tratamos sobre un hombrecillo que está dispuesto a firmar contratos con el planeta, lograr la paz del cosmos, dividir la Santísima Trinidad, ejercer de motor europeo, derrotar al terrorismo y al cambio climático a un tiempo; y que además acomete las nuevas pruebas de Hércules con una sonrisa y sin despeinarse. Por el contrario, al menor contratiempo y a la hora de restañar las heridas, gime como una damisela cuya manicura apura demasiado con los alicates. El pobre se nos muestra como un exegeta de sí mismo y continúa con la representación de ése drama estático en un acto, que es su legislatura. De todas formas no debemos alambicar el lenguaje, queridos parroquianos, y podemos sintetizar nuestras ideas: estamos ante un majadero pluscuamperfecto; no es ninguna novedad, ya lo sé.
Ayer, de nuevo, el Puma tuvo que enfundarse en el traje oscuro, mostrarnos las bolsas de los ojos y la expresión alelada del que ha recibido una bofetada mientras dormía; tampoco es una novedad, soy consciente. Con todo y con eso, el Puma, que todavía exhibe ese realismo mágico que ya no engañaría ni a su madre, fue capaz de articular algunas frases memorizadas: «Deben saber [los terroristas] que todos estamos unidos contra ellos»; «cumplirán rigurosamente sus penas y pagarán por el delito irreparable que han causado».
A estas alturas de la representación, creo que las palabras del Puma resultan irrelevantes, ¿acaso tiene credibilidad? No debemos creer a un sujeto que se ha comportado como el mejor aliado de los terroristas, y él lo sabe. Asimismo, desde el primer momento se intentó rebajar el nivel del atentado: «encuentro fortuito». Estoy convencido de que más adelante regresarán las disculpas traslapadas en un lenguaje ambiguo: a cualquiera se le puede disparar un arma, el seguro de la pistola presentaba defectos de fabricación, esos hombres de paz no están acostumbrados a utilizar fiador en sus herramientas de trabajo y para evitarlo el Gobierno dictará una nueva legislación en materia de seguridad laboral, etc. ¡Pobre Puma!, anda en una cortina de humo que envuelve la niebla nocturna. Sea como sea, el lema que hizo llegar al poder a ésa caterva— «los españoles no se merecen un Gobierno que miente»— servirá de epitafio para sepultar la materia oscura que anida en los pensamientos de uno de los peores políticos de la historia contemporánea.
Al igual que en otras ocasiones, debo mencionar que la responsabilidad, cuando no complicidad, es de muchos: los que se dejaron manipular en las elecciones del 2004; los medios de comunicación que con su silencio taimado e interesado ejercen otra manera de mentir; los que se aprestaron a sentarse al amor del poder para obtener beneficios; y, por encima de todos ellos, de ZP, que sólo pretende continuar el viaje a ninguna parte sin importarle las consecuencias.
Ahora llegó el momento de que alguien le sane las heridas con la gasa, y para ello el Puma hablará de contratos y compromisos, pero todavía no ha comprendido que nadie quiere firmar nada con él, y los que están dispuestos, no utilizan tinta para rubricar el documento. Al inepto entre los ineptos, mentiroso entre los mentirosos, y rústico entre los rústicos, le ocurre lo mismo que a España: se ve obligada a soportar más historia de la que puede soportar. No es algo novedoso, ya lo sé.

Foto: ZP y Nicholas van Orton. (2007)