POTSDAMER PLATZ
El 24 de febrero de 1923, el periódico Neue Berliner Zeitung publicó la noticia de que Georg Bauer, condenado a cadena perpetua por asesinato en 1873, había sido indultado. Transcurrido tanto tiempo era lógico que nadie recordase el caso, las circunstancias, al asesinado o al criminal; es decir: el pasado de Georg Bauer quedó en un segundo plano. No obstante, al indultado el presente le resultó hostil e ignoto, ya que al pisar la calle de nuevo se encontró con una ciudad distinta: la metrópoli que antes terminaba en la Potsdamer Platz ahora se prolongaba hasta un límite en el que podía llegarse mediante unos trenes elevados o en tranvías; las calles antiguamente transitadas por carros estaban ocupadas por unos vehículos que circulaban deprisa y con estruendo; y la gente que antes paseaba entonces se movía con una rapidez inusitada. Herr Bauer entendió que ése no era su mundo y decidió resguardarse de la modernidad en el refugio que la prisión le proporcionaba; sin embargo para conseguirlo era necesario cometer un nuevo delito. No se le ocurrió mejor idea que acercarse a un policía que regulaba el tráfico desde un cilindro elevado y propinarle una bofetada: el agente se desnucó al caer y Georg, reo de asesinato, fue decapitado un año después: todo por una bofetada.
José Luis Rodríguez, el Puma, es un erudito en bofetones; tanto en recibirlos como en propinarlos. Además, y al igual que el pobre Georg, no entiende las consecuencias que un simple sopapo puede ocasionar. No nos sorprendemos de ello, meine Damen und Herren, ya que el maestro del surrealismo y el discípulo aventajado del humo siempre se mostró algo tardo. El Puma, por otro lado, hizo bien en desaparecer, sabe que sus palabras se parecen al ladrido civilizado de un perro; y algo peor: les otorgamos la misma importancia. Pero es lógico, estimados parroquianos, el Puma ha quemado nuestras emociones y ahora se muestra como uno de los personajes de Pirandello a la búsqueda de un autor. ¡Pobre Puma!, él, que confiaba en sus dramaturgos —los terroristas—, debe improvisar un monólogo pero no puede, necesita un nuevo libreto. Nadie se lo proporciona, escasean las ideas, y entonces recurre al intento de colocar un bozal colectivo a los españoles. Éstos, sin embargo, han demostrado su desinterés por la obra y por observar un escenario en el que el papel estelar lo ostenta la cobardía. ¡Impagable, queridos lectores, impagable! De todas formas era lógico que a la manifestación «por la libertad y contra el terrorismo» acudieran los asalariados de rigor: los otros comprendieron que entre persona y personaje no existe diferencia alguna. Otro sopapo en los carrillos del Puma, que a este paso acabará pareciéndose a Evo Morales por la inflamación de sus mejillas. Con todo y con eso, Rajoy ha demostrado que entre bomberos no se pisan nunca la manguera. ¡Qué papelón, meine Damen und Herren!: junto al gran Pepiño y a ese grupo de patibularios que con presteza recogen los excrementos del Puma y limpian a lengüetazos su ano. Hediondo, muy hediondo. De todas formas reconocemos que los asistentes han porfiado, pero no lo suficiente; los huecos vacíos imitaban a esos libros que bailan en la biblioteca de un analfabeto: apariencias. Cabezas humanas que parecían clavadas en un acerico de compromiso y que nadie utilizará para coser porque el desgarrón es tan grande que debe tirarse la prenda.
Nunca antes las luces que iluminan la puerta de Alcalá nos parecieron tan dolorosas, frías y crueles; como soles del averno. Además todo se hizo con prisas, algo que sólo utilizan los malos toreros y los delincuentes; quizá los políticos españoles cumplan las dos condiciones. Y todo eso se lo debemos al gran estadista y a su turbia historia, que lograrán que el maestro del esperpento no sea Valle Inclán sino él: José Luis Rodríguez, el Puma. Hoy, meine Damen und Herren, han presenciado una tarde de bofetadas: ZP las recibió y Rajoy las propinó a sus electores. ¡Menudo par de manirrotos y apocados! Lo único que nos consuela es que las dos víctimas ya son ajenas a los bofetones de los vivos. Sospecho, por eso, que los muertos no se alegran de los homenajes que reciben: un día u otro lo sabremos; espero que tarde, eso sí.
APOSTILLA: Sonsoles, por favor, deja que se vaya.
Foto: Potsdamer Platz / Berlín (1903)
4 Comments:
Si Herr Bauer hubiese reincidido en España...
'Si Herr Bauer hubiese reincidido en España...'
# Violeta, la respuesta es '...posiblemente sería Ministro de Justicia'
# Nicholas, nada que añadir a lo que has dicho porque ya no me quedan ni lágrimas.
P.D. Si se confirma esta noticia que me ha soplado Elentir...
Al guardia civil Trapero lo mantuvieron artificialmente vivo hasta pasada la manifestación de este martes para 'que no estuvieran más caldeados los ánimos' (sic).
VIOLETA:
…tú tendrías que presentar cargos contra él. En una ocasión, hace ya varios años, visité su sepultura, o lo que queda de ella.
CERRAJERO:
No era por la manifestación, amo de las ganzúas, sino por la detención de los asesinos. En términos de desgaste electoral, poco importa uno o dos. Por el contrario, anunciar la muerte (me permito añadir que en términos jurídicos ya que biológicos ya se había producido) al tiempo que la detención de los asesinos sí que logra difuminar el impacto. La policía francesa les tenía cercados desde hace tiempo, pero…determinadas decisiones son consensuadas entre gobiernos. Otra cuestión sería si los muertos hubieran sido policías franceses, no era el caso. Independiente de quien esté al frente del Gobierno francés, existen determinadas normas de actuación que nunca se rompen. Aunque no te lo creas, cualquier detención requiere el visto bueno del ministerio del Interior español. El porqué es muy sencillo: es un asunto español, no francés, y las implicaciones o consecuencias pueden ser muchas y variadas. Lo único que piden los gobernantes franceses es que en su territorio no repartan la mierda; con todo y con eso, siempre hacen sus más y menos. Ahora, en España, hay muchos que dicen que ETA ha traspasado líneas y demás, pero no es cierto, y eso ETA lo sabe: nunca traspasará ésa línea.
Saludos.
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