Samstag, November 01, 2008

SIDEWAYS: BARCELONA (1).

Nuestros libros antiguos tienen un olor especial, meine Damen und Herren; en realidad es un perfume que provoca a nuestra memoria para que regurgite los recuerdos y emociones que nos ocasionaron con su lectura. Algo parecido ocurre cuando se visita un lugar en el que vivimos durante una parte de nuestra vida. Barcelona nos recibió con un clima tranquilo y soleado que hasta nos permitió ir a la playa; algo que Y. disfrutó con el alborozo de una chiquilla. Botiflard y yo nos divertimos con nuestro papel de cicerones; aunque él fue el protagonista al ser nativo. Ello no implica que mi conocimiento sea menor, estimados parroquianos; pero es conveniente que el que muestra una ciudad la ame, ya que sus explicaciones contagiarán los sentimientos hasta el punto de compartirlos, y el visitante dudará si vivió esos momentos, son prestados o inculcados. Nunca dejo de sorprenderme de la sensación que provoca sentirte un turista en un lugar que conoces como la palma de la mano; es algo similar a ver una representación teatral desde las bambalinas. Durante el día, las típicas baldosas del pavimento barcelonés fueron los testigos de nuestro deambular. Sin embargo, cuando el atardecer engullía a la ciudad — siempre con la parsimonia de una urbe mediterránea—, nos retirábamos a descansar para después movernos como gatos por la noche. Nuestra cita comenzaba en el bar Chipén, un local tan pequeño como grato y plagado de recuerdos; de buenos recuerdos. Durante las siguientes jornadas nos hicimos habituales de Gimlet, Rosebud, Atlantic Club, Speakeasy, Búcaro, Merbeyé y Otto Zutz.
Sin embargo, una mañana en la que tomamos el aperitivo en la terraza del Bar Turó, el perfume especial se tornó en pestilencia; cometí un error, meine Damen und Herren: comprar prensa catalana. ¡Qué lástima, estimados parroquianos! Donde antes encontraba artículos de opinión brillantes (es independiente que coincidan con la mía), críticas (para leer alguna tuve que ojear las páginas culturales) y unos escritos que reflejaban la visión anticipada del buen periodista, en ese momento sólo pude hallar compadreo— cuando no convivencia—, eufemismos variados para ocultar la ineptitud de los gobernantes, babas, y un lenguaje tan pulido, incluso cincelado, cuya finalidad es encajar un pensamiento único en la cabeza de la sociedad y dotar a los políticos de una patente de corso; en román paladino: la antitesis de lo que debe guiar la función de un periódico. No obstante no me ofendí, meine Damen und Herren, porque ustedes ya saben que siempre he considerado a José Luis Rodríguez, el Puma, ése peazo de estadista y presidente que ustedes tienen, como un pelele carente de relleno. Sin embargo, esa guata artificiosa que redondea sus formas se la procuran los medios de comunicación; algo que puede hacerse extensivo, por ejemplo, al Gobierno de la Generalitat. Algo así es lógico, queridos lectores, porque tanto uno como el otro— Gobierno, Govern— dedican muchos millones al autobombo, y para ello necesitan a los medios, que alargan la mano con prontitud e inclinan la cerviz para captar las «subvenciones» camufladas. En realidad, estimados parroquianos, esos periódicos son amantes de las obras de Luigi Pirandello, ya que hacen teatro en el teatro y se pasean a la búsqueda de un autor; mercenarios, que decía el clásico. De todas formas, de vez en cuando marcan una presa y amagan una cierta sinceridad; pero todos sabemos que forma parte de la superchería, del engaño del peazo estadista. Permítanme un ejemplo: los 9.000 euros del coche de Benach, el presidente del Parlament. ¿Cuál es el inconveniente, meine Damen und Herren?, ¡me parece una cantidad ridícula! Por el contrario, existen otras cuestiones más suculentas y que afectan a todos los partidos. Sea como sea me parecen polémicas estériles, no olviden que ustedes viven en un país cuyo Jefe del Estado no rinde cuentas del dinero que recibe del erario; es más, nunca se dice. Si el «padre de la nación» da ése ejemplo, ¿qué no hará el hijo pequeño?; ya saben, queridos lectores: puta la madre, puta la hija y puta la manta que las cobija. Disculpen: comencé a divagar; retomemos el tema de la prensa.
En Cataluña todos los periódicos sufren un quebranto, tanto en las cifras de negocio como en los contenidos; aunque ese último punto no preocupa a los directores y propietarios. Todos apelan a la crisis y la pérdida de ingresos publicitarios para justificar su mal negocio; bien, pero…¿por qué caen las ventas? Creo que porque cada vez menos personas están dispuestas a pagar por un panfleto; en eso se ha convertido la prensa catalana: en panfletos. Es un asunto hediondo que los editores se preocupen de conseguir más dinero de las administraciones públicas que de los lectores. Reflexionen, meine Damen und Herren: ¿Alguna vez morderán la mano que les da de comer?; ¿alguna vez les explicarán a ustedes la verdad?
En el resto de España, los periódicos siguen la misma senda. La reunión del peazo estadista con los jerifaltes de la prensa no me sorprendió; por el contrario, que ninguno abandonara la lectura del catecismo sí. Aunque el argumento principal fuera la crisis y la forma de comunicar las noticias sobre ella, sospecho que todo era más simple: el pelele necesita guata. Una vez más no me sorprendo por ello, estimados parroquianos, porque ésa forma de actuar es inherente al peazo estadista: manipular, mentir, ocultar e intervenir. De nuevo, meine Damen und Herren, nos encontramos ante una situación extravagante: los que tienen que informar no informan y se ciñen el bozal con agrado. ¡Teatro en el teatro!; me fascina, me fascina…
Decidimos alargar el aperitivo hasta convertirlo en comida, la situación lo aconsejaba: un sol mimoso; un buen amigo; los ojos azules de Y.; dátiles de mar; y una botella de Viña Esmeralda. No obstante algo me molestaba: los periódicos. Me levanté y los tiré en una papelera. Al poco pasó un hombre, se detuvo y extrajo los ejemplares que yo había tirado. Yo pensé que se los llevaría, era prensa del día; pero me equivoqué: los devolvió a la papelera sin hojearlos siquiera. Supongo que eso no gustó a los periódicos, aunque ellos ya saben que un mal día lo tiene cualquiera.


Foto: Baldosas de Barcelona y mis zapatos.


7 Comments:

Blogger El Espantapájaros said...

¡Vuestro largo viaje se acerca a su fin! Esta magnífica serie de artículos no debería acabar nunca, aunque sólo fuese por ver el ingenioso modo en que la frase-broche encaja en cada entrega.

No leo los periódicos de Cataluña, pero me consta que son hediondos. Ya Albert Boadella, en un divertido vídeo, señalaba que estos periódicos eran muy indicados para limpiarse el... Y acto seguido se metía al baño con ellos.

El problema es que en España ya nada escandaliza de veras, ni que el Presidente se vea con los editores para darles instrucciones, ni el escandaloso entramado de subvenciones y favores, ni nada de nada. De vez en cuanto hay polémicas de las que se extrae todo el jugo, pero nunca, bajo ninguna circunstancia, cambia nada a mejor. Intento ser optimista, pero es una postura casi imposible de mantener.

8:23 PM  
Anonymous Anonym said...

Mi amiga Ada era, bueno supongo que sigue siendo, de Barcelona.
El estatut fué lo que definitivamente nos separó, una estupidez por mi parte.

8:50 PM  
Anonymous Anonym said...

Mi amiga Ada pertenecia a la burguesia catalana. Tampoco se muy bien que queria decir eso. Le gustaban todos los partidos catalanes a excepcion de uno, justo al que votaba yo. Como ven he dicho "votaba", en pasado, porque ahora he dicido no participar mas en esta farsa llamada democracia.

9:21 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

ESPANTAPÁJAROS:

Te lo agradezco, torturador de pajarillos escuálidos. Sí, recuerdo el vídeo de Boadella. Yo siempre he sido un lector voraz de prensa, es algo que me encanta y la forma más barata de conseguir una sorpresa diaria: 1 euro a cambio de 70 páginas que no sabes lo que esconden. Lo triste es que la prensa española ya no guarda sorpresa alguna; incluso creo que sería capaz de adivinar qué explicarán al día siguiente. Hablar de códigos deontológico a estas alturas es como exhibir el pene a la puerta de un parvulario: ¿para qué sirve? De todas formas, estimado amigo, el problema principal no es ése, sino que todos se prestan a la pamema y modulan sus opiniones en función de intereses propios; me refiero al medio de comunicación. Te señalo un ejemplo: ¿Cómo criticar una campaña del Gobierno que el periódico anunciará en sus páginas? No creo que lo hagan porque los ingresos por “publicidad institucional” son una suculenta mordaza. Antes leía prensa española, pero ahora con el clipping de prensa es más que suficiente.
Entiendo que sea difícil mantener el optimismo. Mis soluciones ya las sabes: evadir impuestos y no votar.
Saludos.

6:31 AM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

VAN:

Es usted una víctima más del Estatut, Van, aunque a otro nivel más doloroso. ¿Le importaría explicarnos el porqué una pareja se rompe por un tema como ése? Me resulta llamativo. ¿Quizá fue porque ella no deseaba más “transferencias”?, ¿usted quería más autonomía?, ¿no eran una nació (entiéndase pareja consolidada)?
¡Qué tema más interesante!: amor y política. Ya sabe que en ambos temas todo vale.
Respecto a su abstención no se preocupe, creo que es un hábito muy saludable. De hecho, las únicas urnas a las que me acerco es cuando acudo a un funeral y han decidido incinerar al difunto. El resto no me interesa.
Saludos.

6:31 AM  
Anonymous Anonym said...

Nunca fuimos mas que amigos, nada mas y nada menos, decia yo.
El error fué mio, al igual que los chistes, un poema nunca se debe explicar y yo cometí el error de hacerlo. Le escribí un verso, poema o lo que fuera -nunca llegué a saber lo que escribia, quizá una mezcla de todo o quiza solo unas frases sueltas, lo importante es que a ella le gustaba- donde hablaba de un brazo de mar que ensanchaba nuestras orillas, en una estaba yo y en la otra una sirenita. Total, una cursilada, y nada habria sucedido si no le hubiese contado que ese brazo de mar que nos separaba era el estatud. Lo que digo: una estupidez.
Era muy nacionalista y yo un tocapelotas, metiendome siempre con sus politicos y sobre todo con sus compañeros de profesion. Se cansó de aguantar mis impertinencias.

11:42 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

VAN:

La apreciación de la poesía es subjetiva, Van. Yo, por ejemplo, carezco de sensibilidad. Posiblemente, vuestras sensibilidades diferían. Nunca discuto con un español sobre política: es perder el tiempo. También es cierto que la política no me interesa, por eso soy un apolítico convencido. Insinúas un tema precioso: el corporativismo de los periodistas españoles, ¡qué enternecedor!
Saludos.

2:14 AM  

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