Donnerstag, Oktober 30, 2008

SIDEWAYS: MARSELLA (1).

Ahmed nos recibió en su casa de Marsella con su tradicional hospitalidad y el saludo que siempre me dedica: «Alá es grande, Nico, Él te trae a mí». Había transcurrido mucho tiempo desde nuestro última encuentro y ambos deseábamos vernos de nuevo, disfrutar de nuestra compañía y recordar viejas anécdotas. Yo siempre le digo que por sus venas no corre sangre sino agua del Mediterráneo, ya que sus ancestros provienen de diferentes países: Italia, Francia, España, Argelia y Turquía. Asimismo, ambos compartimos dos pasiones: los toros— quizá lo que más echo de menos de España— y la música de los Gipsy Kings. Y. y Botiflard estaban excitados porque deseaban ver una exposición sobre dos pintores: Van Gogh y Monticelli. A mí, por el contrario, no me despertaba la menor curiosidad, meine Damen und Herren, ya que malgastar una tarde radiante ante los «cromos» de un tipo que se cortó una oreja es no comprender la vida; ¡si por lo menos se la hubiera cortado al afeitarse sería distinto! Una vez libres de «los amantes del arte», Ahmed y yo nos sentamos en la terraza de su piso, un espacio con unas vistas magníficas sobre el puerto viejo de Marsella. Disponíamos de un par de horas para solazarnos, ya que después debíamos limpiar anchoas — una tarea que me encanta— y el pescado para la bullabesa, así como elaborar la salsa Rouille. Ahmed, con su sempiterno Gitanes en los labios, abrió una botella de Château Tour Boisée mientras yo me acomodé en una hamaca. Nos dedicamos a repasar nuestras vivencias recientes y la botella de vino, que fue el testigo mudo de la renovación de nuestra amistad. Todo era grato, estimados parroquianos: los arrumacos del Sol; el lejano murmullo del puerto y el tráfico; la remembranza de otros amigos; y nuestra fláccida manera de fumar y beber. Sin embargo, entendí que algo afligía a Ahmed cuando éste permaneció callado y con una expresión demudada. Le miré por encima de mis Wayfarer a la espera de una explicación: era innecesaria una pregunta, meine Damen und Herren, los amigos se entienden con la mirada. Ahmed, antes de responder, encendió otro Gitanes y bebió un largo trago de vino; pero no lo hizo para disfrutar, sino porque necesitaba el precario valor que proporciona el alcohol para expresar en voz alta algo que no deseaba escuchar: «Nico, me quedan tres meses de vida; seis a lo sumo si el tratamiento… “funciona”». Sé que existen dos cuestiones en las que los médicos nunca se equivocan, estimados parroquianos: los honorarios y los plazos de vida que conceden. Yo no sabía qué decir; además, intuía que cualquier palabra que reflejara mi pena resultaría ofensiva para Ahmed, y opté por complacer a mi amigo: «¿Recuerdas aquella faena de Luis Francisco Esplá en la plaza de Nimes?».
La muerte de Jörg Haider me entristeció, meine Damen und Herren: le consideraba un político inteligente y con la casta que necesita Europa en las actuales circunstancias. Lo poco que pude leer en la cateta prensa española— a ese paso será el blog de Pepiño el que gane el premio Pulitzer— me demostró el declive y simplicidad de lo que antes yo consideraba una buena prensa. Todo lo resumieron en tres palabras: racista, xenófobo, neonazi; es la última moda en España, meine Damen und Herren: dar una escudilla de simpleza a los simples; ¡cómo han degenerado los periódicos españoles! Sin embargo, esa prensa española que depende de los «comedores de caridad» para subsistir olvidó varias cuestiones. Los postulados que Haider defendía en la década de los 90 referentes al control de la inmigración — no por cuestiones raciales sino económicas (con incertidumbres económicas no podemos aceptar a todos) — son los que el engendro de la UE discute y aplica en la actualidad. ¿Se han convertido todos en racistas, xenófobos y neonazis? En realidad, los vaivenes de los políticos europeos no son más que una nueva muestra de su ineptitud y del galimatías que padecen: confunden la política con ejercer de monaguillos en una parroquia de pueblo para beberse el vino de la sacristía. Un claro ejemplo lo encontramos en nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma; ya saben: «Aquí caben todos». La irresponsabilidad de ZP es la esencia de su trayectoria como presidente del Gobierno; una trayectoria, por otro lado, que está plagada de mentiras y falsedades. Cuando Caldera (otro pordiosero intelectual y moral) y ZP se llenan la boca con frases del tipo «España necesita un millón de inmigrantes al año», «aquí caben todos», «España requiere 100.000 inmigrantes al año» (la reducción de la cifra nos indica que el mercado de la carne va a la baja), deberían ser sinceros y añadir una coletilla: que estén dispuestos a ganar 800 euros al mes por ser explotados. Porque ésa explotación, meine Damen und Herren, es la piedra angular de la economía española. Yo, que soy un pobre ignorante, no entiendo en qué arco debo encajar ese pedrusco: ¿en la investigación?, ¿el desarrollo?, ¿la innovación? Son misterios insondables que sólo mentes tan privilegiadas como las de ZP pueden comprender. Por otro lado, resulta que aquellos que debían asegurar las pensiones de los españoles reciben 145 millones de euros en prestaciones de desempleo (no tengo nada que objetar ya que cotizaron para ello); sin embargo es difícil entender esa extraña ecuación que forma la privilegiada cabeza de ZP: bajas bases de cotización a la SS, reagrupamiento familiar, prestaciones sociales, ayudas varias y salvar las pensiones de los españoles. Asimismo, más extraño resulta que alrededor del 50% tenga acceso a esas prestaciones. ¿Y el resto, meine Damen und Herren? Sospecho que algunos no cotizaron el tiempo necesario; pero insisto: ¿Y el resto? ¡Ah, qué bonito!, trabajan sin estar asegurados. Con todo y con eso, ZP es el gran valedor de los míseros, el que vela para que todos encuentren su lugar en el mundo; un negrero hipócrita, que decía el clásico. Ya sé que no es ninguna novedad, queridos lectores, pero no olviden que un mal día lo tiene cualquiera.

Foto: Cajetilla de Gitanes.


2 Comments:

Anonymous Anonym said...

Yo estoy con Ahmed: Alá es muuuuy grandeeeeeee ;D You know...

8:01 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

ANÓNIMA:

Yo lo ignoro. Si todavía no he aprendido a medir a las personas, ¿cómo voy a medir a un dios? Será cuestión de tiempo.
Besos.

8:03 AM  

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