Dienstag, November 18, 2008

LA BIOGRAFÍA: UNIVERSIDAD (2).


José Luis Rodríguez, el Puma, quedó fascinado por la personalidad y el bagaje cultural de Pepiño Blanco. De hecho, en su primer y casual encuentro, que se produjo en los urinarios de la Sociedad Fabiana de la Country Bumpkin University, ambos comprendieron que sus principios se regían por la misma metodología: observar la dirección del chorro de orina y después contar las salpicaduras en la puntera de los zapatos. Sin embargo, Pepiño Blanco había accedido a la universidad mediante una beca concedida por la Mongo’s Foundation; algo que por sí mismo era un exordio del innegable talento del joven gallego. En esa época, Pepiño Blanco ya había publicado un ensayo sobre filosofía aristotélica — Aristóteles cagó un decreto y pasó de lo abstracto a lo concreto— y ejercía de corresponsal del periódico brasileño O bobo do mundo. De la misma forma, sus traducciones de la obra del escrito marroquí Alí Ben Al-Katre así como la de los clásicos helénicos — Heskupitajo, Metaxa, Moussaka y Kalandrakos— le permitieron labrarse una gran reputación entre los ambientes intelectuales universitarios. Asimismo, su erudición sobre los textos greco-latinos embelesó a ZP hasta tal punto que ambos dedicaban largas jornadas a la lectura bajo un alcornoque.
Esas lecturas en latín obraron un efecto portentoso en ZP: pasó del ímpetu juvenil a un estado de madurez intelectual que fue el yunque sobre el que templó su pensamiento de gran estadista. De la misma forma, y tal como indiqué en el capítulo anterior, Pepiño Blanco obtuvo beneficio de esa simbiosis creativa, algo que se percibe con claridad en la prosa con la que acomete su siguiente ensayo: Salamanca, Salamanca, académica palanca. Con un estilo elegante, ágil y cuidadoso pero sin renunciar a la efectividad, el autor gallego realizó un análisis riguroso— alcanza la autocrítica descarnada— sobre la carencia de valores morales en la juventud española. El éxito cosechado por Pepiño fue abrumador y sirvió de acicate para que ZP venciera anteriores resentimientos y acometiera una nueva aventura literaria. No obstante, antes de llegar a ése momento, ZP disfrutó de los selectos círculos universitarios en los que le introdujo Pepiño: la tuna (la interpretación de Clavelitos por parte de Pepiño mereció un artículo en la revista Rolling Stone); el bar de la facultad (ambos intentaron resucitar el dandismo y tenían una mesa reservada a todas horas); y la sala de fotocopias, en la que Pepiño fotocopiaba su regio y aerodinámico perfil; hecho éste que hizo comprender a ZP la importancia de permanecer siempre de perfil. Sin embargo, y tal como señala el historiador alemán Anton Scheiße, la metamorfosis de la pareja, que supuso un salto cualitativo a favor de la faceta política sobre la literaria, se produjo durante uno de los encuentros en los urinarios (Scheiße incluso menciona el número de salpicaduras [66]). Pepiño, un hombre ambicioso sin duda alguna, comprende la conveniencia de vincular su futuro al de ZP, y le anima a plasmar en varios libros su pensamiento político. Scheiße interpreta ésa actitud como una muestra de interés personal; por el contrario, yo considero que Pepiño entiende que esa amalgama de ideas brillantes que ZP atesora en su mente necesita alguien capaz de moldearla para que sea comprensible a las masas. Tan es así que durante la semana siguiente ambos acometen un doble esfuerzo titánico: legar a la posteridad el pensamiento de un hombre tan cabal como capacitado, y hacerlo, además, en latín. Las exhaustivas jornadas de escritura, en las que ZP hablaba sin decir nada mientras Pepiño escribía a un ritmo frenético, dieron como resultado una tetralogía que todavía hoy se estudia en las facultades de Ciencias Políticas de todo el mundo. Asimismo, cada una de las obras puede considerarse un compendio de una parcela concreta de la política. El primer libro — Asinus asinorum in saecula saeculorum (Asno entre los asnos por los siglos de los siglos) — ayuda a situar al lector en el presente de ZP mediante una mirada retrospectiva a lo que fueron sus orígenes. Sin llegar a ser una biografía, podemos considerarlo una declaración de principios espirituales y espiritistas, ya que en sus páginas leemos las conversaciones que desde la primera crisis psicótica ZP mantiene con su abuelo. No obstante, y ya que la ambigüedad es la condición de los clásicos, no podemos saber si en la actualidad las charlas se repiten o ambos se limitan a cultivar el género epistolar. Fuera como fuera, ZP había iniciado un camino del que nadie podría apartarle.

Foto: Fotografía de la contraportada de Asinus asinorum in saecula saeculorum.