Mittwoch, November 12, 2008

LA BIOGRAFÍA: UNIVERSIDAD (1).



El ingreso en la Country Bumpkin University supuso la culminación de los anhelos de José Luis Rodríguez, el Puma. Asimismo, el contacto con la excelencia intelectual deslumbró al joven ZP, si bien es cierto que un temor difuso anido en su espíritu: no estar a la altura de las circunstancias y el entorno académico. Fueron unos primeros meses de dudas, vacilaciones y prudencia; hasta la aparición en la vida de ZP de dos jóvenes estudiantes que serían cruciales para el devenir de José Luis: la poetisa palentina Jacinta Dildo y Pepiño Blanco. Ambos estaban considerados como dos de las promesas más sólidas de las letras hispanas, y supieron entrever la sensibilidad y talento innato que guardaba la retraída personalidad de ZP. Otros estudiosos de la biografía de ZP— Joaquín Soportable por ejemplo— consideran que esos literatos en ciernes ejercieron una influencia conjunta sobre José Luis, tanto en la personalidad política como en la literaria. Yo, sin embargo, discrepo de dicha opinión, y prefiero bifurcar el influjo de ambos: Jacinta moldeó la personalidad del literato y el hombre mientras que Pepiño hizo lo propio con la del estadista. Con todo y con eso, reconozco que el hábil dominio del idioma que demuestra Pepiño Blanco también forma parte del acervo prosístico de ZP, aunque más que influencia yo prefiero denominarlo «simbiosis creativa». Más adelante profundizaré sobre esta cuestión.
Ahondar en la relación que ZP mantuvo con Jacinta fue difícil, ya que la inexistencia de documentos— sólo pude encontrar algunas cartas y fragmentos del diario de Jacinta (se encuentra repartido por varias instituciones culturales) — y la ausencia de testigos se mostraron como un obstáculo insalvable. De todas formas, y a pesar de la escasez documental, creo que son suficientes para formarnos una idea y cubrir las lagunas de la vida de José Luis. En un fragmento del diario personal de Jacinta (Idioticsonian Institution ,Doc. nº 809, pág. 249) descubrí que el llamativo comportamiento de ZP fue lo que embelesó a la poetisa: paseaba desnudo por las instalaciones de la universidad al tiempo que portaba bajo los brazos dos objetos inútiles: la cabeza y un ejemplar del periódico El País; aunque lo curioso— también consta en el diario— es que durante los cuatro primeros años el ejemplar siempre fue el mismo. Ése detalle nos abre nuevas dudas: ¿lentitud en la lectura?, ¿dificultad para comprender textos?, ¿escasez de dinero? Lo que en un principio consideré accesorio devino en trascendental unos meses más tarde, cuando mantuve una entrevista con un estudiante colombiano que compartió aula con ZP, Wilebaldo Mero, y éste me explicó que José Luis sólo leía El País sentado sobre el inodoro porque le gustaba «disfrutar de los “aires” de libertad que respiraba». Sin embargo, una puntualización posterior de Wilebaldo, que a priori no guardaba la menor importancia, abrió una nueva perspectiva en mi investigación: según me confesó, en cada ocasión en la que ZP entraba en el baño el número de páginas del periódico disminuía (no resulta difícil imaginar el porqué). Una nueva duda me asaltó: ¿Esa costumbre está relacionada con Felipe González, Jacinta Dildo y la oratoria brillante de José Luis? Para mí es evidente que sí, y la respuesta la encontré en una carta que Jacinta le remitió a ZP en octubre de 1979. En ésa misiva, Jacinta, en un arrebato de pasión, explica a su amado que echa de menos una determinada postura sexual (69), en la que ella se limitaba a leer en voz alta los discursos que Felipe González pronunciaba en el Congreso de los Diputados y que quedaban marcados en las posaderas de José Luis; en definitiva, algo que ZP realiza con una cierta práctica: manejar varios asuntos a un tiempo sin conseguir el éxito en ninguno. El estudio del intercambio epistolar entre ellos fue revelador y me permitió observar la evolución de la relación, que pasó del apasionamiento al hastío a lo largo del cuatrienio. En una de las primeras cartas que ZP remite a Jacinta, éste hace mención del momento en el que «extravié la virginidad» (llamo la atención del lector sobre el verbo utilizado) para después, en la última misiva, despedirse con un escueto «buenas noches, y buena suerte, Jacinta».
Sea como sea, la relación apasionada que mantuvieron fue un acicate para la creatividad de la pareja, ya que ZP decidió escribir su primera obra— una novela policíaca titulada La maté porque era de Alcoy— y Jacinta, por su parte, alcanzó el cenit de su carrera con uno de los mejores poemarios de las letras hispanas: Conozco a un tal Angulo que toca la trompeta con el culo.
Sin embargo, el éxito de Jacinta, una poetisa reconocida en los ambientes intelectuales de la época, erosiona el amor propio de ZP, que intenta recomponerlo con un proceder que aplica en la actualidad: mejor rodearse de mediocres que no hacen sombra y tienen un estómago agradecido en lugar de hacerlo con personas brillantes. Cosechar un fracaso con su opera prima llena a José Luis de resentimiento, y se dedica a culpabilizar a los demás de su propia incapacidad e inexperiencia. Las críticas demoledoras— incluso encarnizadas— se suceden, y ZP telefonea a todos los críticos literarios para que sean «objetivos en sus valoraciones». Es cierto que algo consiguió con los periódicos españoles; por el contrario, la prensa extranjera fue inmisericorde. Valga como ejemplo la reseña publicada en noviembre de 1979 en el periódico japonés Chichi Shimbun, firmada por la prestigiosa crítica literaria Keputa Kesuna: «tan desenfrenada orgía de analfabetismo nos hace desear que el joven autor español siga el ejemplo de Yukio Mishima». Asimismo, la crueldad de algunos de sus compañeros, que se dedicaban a colgar las críticas negativas en el tablón de anuncios de la universidad, impele a ZP a tomar dos decisiones: destrozar el tablón y volcar su rabia sobre Jacinta. Son momentos delicados para la pareja, que se sumerge en una profunda crisis de consecuencias funestas; sobre todo para uno de sus componentes: Jacinta Dildo. La sensible poetisa fue incapaz de soportar el distanciamiento y frialdad que reinaba entre ellos. Reconcomida por el pesimismo se vuelca en su nueva obra, una continuación del primer poemario que verá la luz con el título Y conozco a un tal Antón que tocaba con el culo el saxofón. En esos postreros versos de Jacinta, que son un epitafio poético, percibimos con claridad el fatalismo resignado y la desilusión vital que la abocan a una drástica decisión: el suicidio. Según consta en las diligencias policiales (nº 451/79), Jacinta se dirigió a la plaza de toros en la que se desarrollaba el espectáculo de El bombero torero y compró dos entradas: una en los tendidos de sol y otra en los de sombra. Durante el festejo, la muchacha se dedicó a pasar de un tendido al otro hasta que contrajo una pulmonía que le provocó el fallecimiento. Sin duda alguna fue una prematura pérdida para las letras hispanas que deja un hueco todavía sin llenar.
La reacción de ZP ante el drama vivido fue la típica en él: pasó de la indolencia a erigirse como el «viudo oficial» de la poetisa para obtener algún rédito personal y la compasión del profesorado. De hecho, durante el responso de Jacinta, ZP leyó un breve escrito: «Este desgraciado accidente es la consecuencia de algo discutido y discutible; pero entre nosotros no existió ninguna crisis. Buenas noches, y buena suerte, Jacinta». Sin embargo, Giovanni Stronzo, profesor de ZP en esos años, sugiere en sus memorias — Mi vida entre atontados— que José Luis había comenzado una relación con otra mujer. Sea como sea, ZP tuvo que enfrentarse al rechazo de sus compañeros y a una nueva etapa de ostracismo, que pudo vencer al volcarse en su amistad con Pepiño Blanco, un estudiante de Filología. Un nuevo horizonte se abría ante ZP.

Foto: Fotografía de la contraportada de La maté porque era de Alcoy.

4 Comments:

Anonymous Anonym said...

Tan hilarante como trágico. Sólo le falta ser leído por Les Luthiers para que el personaje adquiera tintes tan grotescos como el del famoso Warren Sánchez.

11:05 AM  
Blogger Aguador said...

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Jacinta Dildo... Keputa Kesuna... Hay algún antecedente en mi serie de entradas "Diario improbable de una niña progre", pero esta serie, sin duda, está corregida y aumentada.

Por cierto, hilarante también la obrita "El camino de Warren Sánchez" de Les Luthiers...

Saludos,
Aguador

2:55 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

TUCCO:

Así es, Tucco: la hilaridad solapa a lo grotesco; porque ésa es la palabra que mejor define a ZP: grotesco. ¿Usted sabe cuál es la diferencia entre una tragedia y una tragedia griega?: cuando alguien paga en demasía a los dioses por las malas obras que cometió. Lo que al principio fue una tragedia para España—la llegada de un político tan grotesco— se ha convertido en una tragedia griega por las consecuencias que tiene para España y sus habitantes.
Saludos y bienvenido a Josephsplatz.

8:52 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

AGUADOR:

Ya que Tucco también lo menciona, buscaré información sobre la obra que mencionas. Me alegro de que disfrutes con mi inocente patochada. Intento hacer otro tipo de faena con ZP, pero…¡es imposible!; es un tipo que sólo puede observarse bajo el prisma del descojone: no tiene otra faena.
Por cierto, Aguador, finalicé mi periplo barcelonés con una corta estancia en un lugar del Priorat. Uno de los días comí en un restaurante de Gratallops junto a mi amigo Botiflard, y entre caracoles y pies de cerdo…¡qué maravilla!
Saludos.

8:52 PM  

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