EL OCURRENTE
VIL: 2. adj. Indigno, torpe, infame.
El 21 de mayo de 1922, en el periódico berlinés Berliner Börsen-Courier, se dio la noticia de que Istvan Nagy, húngaro de nacimiento y músico de cine de profesión (tocaba durante la proyección de las películas), sufrió una repentina enajenación mental después de interpretar durante 50 tardes seguidas el mismo repertorio. En la quincuagésimo primera ocasión, se desencadenó en el pianista Istvan una justificada demencia. Algunos años más tarde, el pianista mecanizado murió en un manicomio. Sin embargo nunca dejó de tocar, ya que a falta de instrumento imaginó que su mesita de noche era un piano— Bösendorfer, sin duda alguna— y deslizaba sus dedos sobre la estriada y basta madera, cuyos rugosos nudos eran todo su auditorio.
Es evidente que en el Gobierno de ZP, el Rémora, viven varios Itsvanes. Ellos nunca compondrán una sinfonía o interpretarán con emoción; actúan de la misma manera que Istvan: con un ojo miran a la platea y las reacciones de los espectadores, y con el otro a la pantalla para coordinar su melodía y la acción. Sospecho que a muchos de ellos, a fuerza de repetir el repertorio, también la demencia les ha visitado. Un ejemplo podemos encontrarlo en el ministro de Justicia (¿), Mariano Fernández Bermejo. Nunca he comprendido el porqué ése hombre se empeña en hablar siempre «a ras de suelo». Sus palabras— pura filfa—, gracejo, físico y dentadura, parecen sacados de la vitrina de un museo de antropología. Sin embargo, ZP ha considerado que Bermejo también podría servir para un cargo al que muchos aspiran en el PSOE: el de chistoso. Lucir toga o gorro de bufón es sólo una cuestión de gusto personal, pero entre comparecer con frases inteligentes o hacerlo con ruido de cascabeles, hay una diferencia mínima, y no es acústica. Debo reconocerles, meine Damen und Herren, que con los ministros de ZP, el Machadas, me ocurre algo curioso: veo a seres vivos cuyos nombres, sin embargo, figuran en el marmóreo panteón donde yace la inteligencia asesinada.
El 21 de mayo de 1922, en el periódico berlinés Berliner Börsen-Courier, se dio la noticia de que Istvan Nagy, húngaro de nacimiento y músico de cine de profesión (tocaba durante la proyección de las películas), sufrió una repentina enajenación mental después de interpretar durante 50 tardes seguidas el mismo repertorio. En la quincuagésimo primera ocasión, se desencadenó en el pianista Istvan una justificada demencia. Algunos años más tarde, el pianista mecanizado murió en un manicomio. Sin embargo nunca dejó de tocar, ya que a falta de instrumento imaginó que su mesita de noche era un piano— Bösendorfer, sin duda alguna— y deslizaba sus dedos sobre la estriada y basta madera, cuyos rugosos nudos eran todo su auditorio.
Es evidente que en el Gobierno de ZP, el Rémora, viven varios Itsvanes. Ellos nunca compondrán una sinfonía o interpretarán con emoción; actúan de la misma manera que Istvan: con un ojo miran a la platea y las reacciones de los espectadores, y con el otro a la pantalla para coordinar su melodía y la acción. Sospecho que a muchos de ellos, a fuerza de repetir el repertorio, también la demencia les ha visitado. Un ejemplo podemos encontrarlo en el ministro de Justicia (¿), Mariano Fernández Bermejo. Nunca he comprendido el porqué ése hombre se empeña en hablar siempre «a ras de suelo». Sus palabras— pura filfa—, gracejo, físico y dentadura, parecen sacados de la vitrina de un museo de antropología. Sin embargo, ZP ha considerado que Bermejo también podría servir para un cargo al que muchos aspiran en el PSOE: el de chistoso. Lucir toga o gorro de bufón es sólo una cuestión de gusto personal, pero entre comparecer con frases inteligentes o hacerlo con ruido de cascabeles, hay una diferencia mínima, y no es acústica. Debo reconocerles, meine Damen und Herren, que con los ministros de ZP, el Machadas, me ocurre algo curioso: veo a seres vivos cuyos nombres, sin embargo, figuran en el marmóreo panteón donde yace la inteligencia asesinada.
El culpable de todo, no podía ser de otra manera, es nuestro querido Rodríguez, que les obliga a ser mecánicos en sus mensajes hasta la locura, y a nosotros a escucharles. No obstante, debemos agradecer a Bermejo que nos traiga ese aire tan típico del socialismo español: brisa de paisanismo. Pero es que ése viento que al PSOE le gusta sentir en la cara viene acompañado de un molesto tufo de garbanzos y sus lógicas ventosidades; cochifrito; ajo cabañil; vagón de tercera repleto de campesinos con sus animales; aceite de fritura, quemado e indigestible; y de churros elaborados con engrudo. Aunque quieran disimularlo con sutiles perfumes y cítricas colonias, el olor acre de la podredumbre moral prevalece. En la próxima ocasión en la que el ministro Bermejo abra la boca, afinen sus pituitarias y lo percibirán. Después de los niveles de cloaca que la Justicia española está adquiriendo gracias al trabajo de sujetos como Bermejo, poco más podemos decir de él. No esperen, meine Damen und Herren, que escriba que es un hombre vil, porque es algo más que eso: envilecedor. Pero ése es el riesgo que se asume cuando alguien repite siempre lo mismo; como Istvan Nagy. Él no se envileció pero perdió la cordura. Según dicen tocaba muy bien, aunque yo creo que sus mejores interpretaciones las consiguió con las mudas teclas que pulsaba sobre su mesita de noche. Y es que, en ocasiones, el virtuosismo del músico lo otorga el auditorio; el del PSOE, como es fácil de imaginar, es duro de oído o poco exigente con la orquesta: escuchan ruido de zambomba y creen oír la suite inglesa nº2 BWV 807 de J.S.Bach. Son malos tiempos para el virtuosismo, por ése motivo triunfan sujetos como Bermejo, que con una botella de anís y una cuchara interpreta su propia sonata: la del agarbanzado.
Foto: Mamá, quiero ser artista.
6 Comments:
La partitura se llama consigna, la locura: nazional-sociali$mo y la madera rugosa, sobre la que pasan sus dedos manchados de sangre, es la de la tapa de los ataudes que se empecinan en desenterrar.
El ministro Bermejo es el clásico socialista gruñón y socarrón pero con un gran vacío mental, el barbecho intelectual al que sueles aludir. Un sectario puro y duro, como él mismo ha reconocido en repetidas ocasiones, tanto cuando estaba en la carrera fiscal como en su actual cargo. Sólo hay que ver sus pintas en los mítines, con chaqueta de pana y camisa a cuadros rojos. Parece un comisario político de la Guerra Civil, sólo le falta la boina, el palillo en los labios y la pistola al cinto, luciendo una estrella roja en la solapa. Y así procura comportarse.
Por otra parte, lo que suelta por la boca es cosa muy normal en el socialismo hispano: bromas y chascarrillos fáciles, todos; argumentos y debates serios, nulos. Es una cara de perro más del Gabinete Zapatero, un tipo cuyo rostro, sencillamente, ya desvela ciertas características que luego confirman sus actos. Ya lo dijo San Andrés... Quien tiene cara de bruto, es que lo es, lo es.
Un saludo
El problema de la orquesta sozialista es que está dirigida por un manco, el concertino usa un arco con flechas, la sección de viento está en brillante y la percusión es de las tribus amazónicas. El coro lo lleva Sonso, con eso está todo dicho, ha convertido en putas a las cigarreras. Si Bizet levantara la cabeza...
CERRAJERO:
¡Menudo bagaje otorgas a ZP!: sangre, ataúdes y exhumaciones: duro pero cierto. Lo nauseabundo de ZP y sus palmeros no es el esperpento que están protagonizando, sino los otros que callan. Lo normal en un partido político serio hubiera sido poner a caer de un burro a Rodríguez después del...¿petardo?...¿bomba?...¿terrorismo?...¿kale borroka? Si aguantan y callan, pues...
No recuerdo la frase, pero habla de piojos y picores; o algo parecido.
Saludos.
ESPANTAPÁJAROS:
Me parece bien que cada uno se exprese como pueda o como lo que es. Sin embargo me preocupan dos cuestiones: el auditorio que es receptivo a semejantes tonterías, y que el mamarracho en cuestión es vuestro ministro de Justicia. Supongo que es igual que las declinaciones del latín pero en imbecilidad. Me apunto la frase de San Andrés.
Saludos.
HARTOSDEZPORKY:
...vomitaría al ver lo que hace Martin Kusej con su obra, y después,seguramente, regresaría a su tumba de Père Lachaise.
No olvides que cada uno actúa en el escenario que le corresponde. El problema es que las veleidades de la soprano las pagáis, "a escote", todos los españoles. Y las veleidades de Rodríguez, también.¡Siempre os toca pagar!
Saludos.
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