NÉMESIS : LA REPRESENTACIÓN
Conviene recordar cuál era la situación de ETA en el año 2004: agónica, sin fuentes de financiación, sin representación política, carente de medios de comunicación afines, infiltrada por la policía y el C.N.I. en todas sus ramas y con dificultades para captar nuevos asesinos a sueldo. Entre la firmeza del gobierno del PP y los atentados del 11 de septiembre en New York, ETA estaba a punto de entrar en los últimos estertores. Los terroristas vascos sabían que una nueva victoria del PP era un sinónimo de su defunción. Sin embargo, el PP, erróneamente, temía una reacción desesperada de ETA ante el cerco al que estaba sometida. Nada más lejos de la realidad, ya que después del asesinato de Miguel Ángel Blanco, ETA, y algunos de de los que han consentido con ella (PNV), sabía que el histórico apoyo social con el que siempre había contado se agrietaba. Por lo tanto, ETA no podía asumir la responsabilidad de un atentado como el del 11-M en Madrid; pero le interesaba provocar un vuelco en el resultado de las elecciones: en ello le iba la vida. El terrorismo islámico, a diferencia del europeo, prescinde de apoyos sociales; ese era el socio que ETA necesitaba. Asimismo, ETA era consciente del grado de infiltración de los cuerpos de seguridad españoles. Por ello, y en una hábil maniobra de desinformación, creó una rama dependiente de la cúpula etarra y fuera del organigrama habitual. En contrapartida, utilizó, como carne de cañón, a dos pequeños grupos que fueron denominados "caravanas de la muerte": ese fue el comienzo del final de la era Aznar. Los informes del Ministerio del Interior señalaban que algo "gordo" se preparaba: el cebo había sido mordido. A pocos meses para las elecciones generales, todos esperaban el "particular" voto que ETA siempre deposita en la urna. Pero no sólo era consciente el PP de ello. Al contrario de lo que los ingenuos españoles imaginan, todos los partidos políticos tienen sus servicios de información. El PSOE, mediante miembros adictos de las fuerzas de seguridad españolas, también estaba al corriente de la situación: era una partida con cartas marcadas, todos hacían trampas.
A las 7:37 se produjo la primera detonación. Después, a lo largo de 10 minutos, no sólo volaron vagones de trenes y vidas humanas; sino, también, el futuro de Aznar. Nadie se sorprendió por ello; era lo previsible, aunque la dimensión de la masacre sobrepasó a todos: ¿ a todos?
Cuando Ángel Acebes - Ministro del Interior - compareció ante los periodistas enseñó lo que era tragarse un cebo, el plomo, la caña y el carrete: "Ha sido ETA". Esas palabras fueron el último clavo en el ataúd de la era Aznar. El PSOE, consciente de ello, reacciona y contraataca. Aquí hemos de hacer un inciso: Los españoles, por su espíritu gregario y parca capacidad de pensamiento, siempre votan al mismo partido. Es decir, las elecciones las deciden los vacilantes y los recién llegados. Por lo tanto, el PSOE necesitaba "llamar" a las urnas a los advenedizos y a los gandules: lo obtuvo. Los 16 escaños conseguidos por el PSOE - 1.279.175 votos - se lograron mediante una marrullera maniobra de intoxicación informativa. En resumen, podemos decir que los españoles volvieron a su mesetaria y corta, muy corta, visión de la geopolítica. Los españoles fueron algo hace muchos siglos, es cierto; pero nunca más serán nada. En todo caso, comparsas en la representación.
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