DE PLAYAS (1): UN CRETINO EN EL CLUB.
PLAYA: 1. f. Ribera del mar o de un río grande, formada de arenales en superficie casi plana.
Chiriviriví, popompom, chiriviriví, popompom…
Chiriviriví, popompom, chiriviriví, popompom…
El canje nos favoreció a K. y a mí: Sitges por Sa Boadella. En vista de que el clima acompañaba, meine Damen und Herren, decidimos «ligar bronce» sobre la arena de la playa. Nuestra intención era acudir a Sitges, pero al enterarme de la celebración del Corpus y de la reunión del club Bilderberg, decidimos conducir hacia el norte, hacia la Costa Brava. Con todo, estimados parroquianos, les confieso que fue el conocimiento de la presencia de nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, en Sitges lo que me provocó un pavor irracional. Al imaginar a ése experto en derribos y demoliciones mi imaginación se tornó tan truculenta como desbocada y recreó una serie de plagas sobre la localidad costera barcelonesa. Tal vez por ello, cuando K. y yo nos tumbamos en las toallas, mis labios esbozaron una sonrisa tranquila: el Puma quedaba atrás, 100 Km. nos separaban de él. Asimismo, queridos lectores, prefiero la arena gruesa de la Costa Brava a ese polvillo pegajoso del litoral sureño catalán. Disfruté mucho de esa jornada playera junto a K., meine Damen und Herren, sobre todo de la mirada explícita de K. cuando se encara al mar y al sol. Al socaire de la crema protectora y del sopor que nos invadía después de cada baño, dejamos que nuestros ojos se engarzaran en los del otro. Sin embargo, yo esperaba que ella los cerrara para besarla. Sus labios se encogían como un niño estremecido cuando sentía el roce de los míos mientras yo saboreaba la humedad salobre que recamaba las comisuras de K. En una concomitancia sonora, el batir de las olas solapaba nuestros susurros. Transcurridos unos minutos, ella me pidió que aplicase más crema sobre su espalda. Así lo hice, queridos lectores, aunque les reconozco que me…«apliqué» con especial énfasis en sus hombros, muslos y nuca. Aun así, meine Damen und Herren, de vez en cuando yo desviaba la mirada hacia el sur, a ese lugar en el que los miembros del club Bilderberg disfrutaban con la actuación de uno de los mejores cómicos: José Luis Rodríguez, el Puma. Sé que muchos de ustedes se preguntarán cuál era el motivo de la presencia entre la crème de la crème de ese experto en no dejar nunca un negocio ruinoso a medias. No creo que peque de temerario si les explico mi intuición, estimados parroquianos: Rodríguez llegó al Hotel Dolce; abrió una escalerilla portátil y subió a ella a «las góticas»; dio el tono a la diva del bel canto, que interpretó varias arias de la ópera Toccarsi i Coglioni, compuesta por Giuseppe Cornuto; y después pasó el platillo mientras mantenía la sonrisa alelada que le caracteriza. Como pueden comprobar, meine Damen und Herren, todo transcurrió acorde a ese estilo tan cutre, casposo, de medio pelo y adobado con sal gorda que caracteriza a nuestro siempre admirado Rodríguez. No obstante, no logro comprender el esfuerzo de esa extraña familia por hacer el ridículo: ¿será una nueva terapia para unir a sus miembros? Sea como sea, queridos lectores, me apiado de ese farallón de la estulticia porque del pobre emana un tufo a cadáver que tumbaría de espaldas al más curtido entomólogo forense. De la misma forma, observar sus resuellos agónicos nos hace partícipes de ese rico mundo interior que presuponemos en un intelecto de tantos quilates, aunque el inconveniente es que debemos contemplar el resultado de su trabajo; incluso sufrirlo. Por más que Rodríguez se empecine en mantener la superchería nadie le tomará en serio, meine Damen und Herren, ya que un palurdo que se encarama al gobierno de una nación gracias a una pirámide de cadáveres, mutilados y desgracias nunca despertará confianza; al menos entre los países serios, claro está. Ahora que menciono el primer éxito político de Rodríguez, queridos lectores, les confesaré una inquietud: me extraña que ETA aún no haya acudido en auxilio de Rodríguez. Es evidente que el piernas se ahoga a cada día que transcurre, sería el momento oportuno para que un atentado distrajera al personal, cohesionara a la sociedad española y calentara más aun el clima político. Espero equivocarme, estimados parroquianos. Lo que ese mamarracho en su tinta haya explicado en la reunión del Bilderberg me la trae al fresco. Sí, sí, no se sorprendan, todos saben que el talento de Rodríguez semeja un calcetín con tomate, un calzoncillo con palominos al que se le da la vuelta a diario, un tocino de cielo en una montaña rusa o un eructo cargado de mixturas de ajo y expelido a bocajarro. ¡Qué poco charme, meine Damen und Herren!
Por otro lado, estimados lectores, carece de sentido señalar el innato talento que Rodríguez demostró para la Economía, algo tan descompensado como los pechos, el tronco y las piernas de Ana Obregón. Lo entienda o no nuestro estadista de chicha y nabo, Alemania necesita un euro fuerte—tengan presente que casi el 80% del valor del euro lo aporta mi país—. Por el contrario, España necesita regresar a las épocas del burro de Torremolinos, a convertirse en un país barato en el que la falta de productividad se supla con abaratamiento, tanto de productos como de servicios. Me temo que Rodríguez y el siguiente mancebo lo tendrán crudo, muy crudo; aunque los que tendrán que masticar esa carne astillosa serán ustedes.
Terminé de embadurnar con crema el cuerpo de K., besé su cuello y le susurré al oído la importancia que tiene su presencia en mi vida. Luego me levanté y me acerqué a la orilla, necesitaba refrescarme. Nadé unas brazadas mar adentro, a ratos me sumergía para bucear y disfrutar de la atonía que el agua procura a los sonidos. No puedo asegurarlo, meine Damen und Herren, pero aun así creí escuchar un carcajeo que provenía del sur, del club Bilderberg. Dos patadas vigorosas me acercaron a la superficie y me dejé flotar a merced del moroso oleaje. No puedo asegurarlo, pero el carcajeo se incrementó. Decidí regresar junto a K., en la toalla. El sur quedaba lejos, meine Damen und Herren, ¿para qué pensar? Chiriviriví, popompom, chiriviriví, popompom…
Foto: Las deportivas de NvO en Sa Boadella (NvO 2010).
Por otro lado, estimados lectores, carece de sentido señalar el innato talento que Rodríguez demostró para la Economía, algo tan descompensado como los pechos, el tronco y las piernas de Ana Obregón. Lo entienda o no nuestro estadista de chicha y nabo, Alemania necesita un euro fuerte—tengan presente que casi el 80% del valor del euro lo aporta mi país—. Por el contrario, España necesita regresar a las épocas del burro de Torremolinos, a convertirse en un país barato en el que la falta de productividad se supla con abaratamiento, tanto de productos como de servicios. Me temo que Rodríguez y el siguiente mancebo lo tendrán crudo, muy crudo; aunque los que tendrán que masticar esa carne astillosa serán ustedes.
Terminé de embadurnar con crema el cuerpo de K., besé su cuello y le susurré al oído la importancia que tiene su presencia en mi vida. Luego me levanté y me acerqué a la orilla, necesitaba refrescarme. Nadé unas brazadas mar adentro, a ratos me sumergía para bucear y disfrutar de la atonía que el agua procura a los sonidos. No puedo asegurarlo, meine Damen und Herren, pero aun así creí escuchar un carcajeo que provenía del sur, del club Bilderberg. Dos patadas vigorosas me acercaron a la superficie y me dejé flotar a merced del moroso oleaje. No puedo asegurarlo, pero el carcajeo se incrementó. Decidí regresar junto a K., en la toalla. El sur quedaba lejos, meine Damen und Herren, ¿para qué pensar? Chiriviriví, popompom, chiriviriví, popompom…
Foto: Las deportivas de NvO en Sa Boadella (NvO 2010).
2 Comments:
No sé, Van Orton, cómo debe ser exactamente la percepción de Zapatero en el exterior ni si le conceden mucha importancia al hecho de que ganara las elecciones por un atentado terrorista. Más bien parece que, ignorando todo eso y su trayectoria, que no creo que les importe lo más mínimo, lo estimen tan sólo como la mediocridad internacional que representa en la práctica. Por diplomatismo prefieren hablar de él lo menos posible, aunque la mayoría sienta cierta vergüenza ajena cuando le oyen hablar y, en el fondo, le hagan creer que es "su amigo". Incluido Obama. Es un trato preferente que le dan a los débiles y serviles. Pero imagino que el Club Bilderberg no se andará con medias tintas, pues no han llegado adonde están simplemente soplando sobre las ganancias con la esperanza de que, por algún extraño sortilegio, se multipliquen.
Sobre lo que dices del euro, es cierto que hace falta abaratar precios, entre ellos los precios de los salarios para que se ajusten a la productividad de los trabajadores. Pero dudo que, aun así, dejemos de ser un lastre para el euro a menos que seamos un país más trabajador o productivo. Y en eso la cultura del trabajo alemana nos lleva bastante ventaja.
Saludos.
Si el Euro desaparece, ¿que tramite se seguiría? Y cual seria el tramite si expulsan temporalmente a los torpes?
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