CAÍDAS, GUINDOS Y COTILLEOS.
GUINDO: 1. m. Árbol de la familia de las Rosáceas, especie de cerezo, del que puede distinguirse por ser las hojas más pequeñas y el fruto más redondo y comúnmente ácido.
La semana pasada cené en el restaurante Síbara, meine Damen und Herren. Creo que acerté en la elección del menú: Crujiente relleno de verduras e ibérico; bacalao sobre tomate confitado y verduras a la parrilla; mousse de dos chocolates (blanco-negro) con jengibre. El motivo de la velada fue el reencuentro con una colega española, aunque lo cierto es que le debía una cena (entiendan «el pago de una apuesta»). K., fiel a su costumbre, picoteó como un pajarillo; por el contrario, nosotros dimos buena cuenta de las viandas, y nos metimos entre pecho y espalda todos los manjares. El lugar me agradó, era una mezcla ecléctica entre Ibiza, Sevilla, el Mediterráneo y Peñaranda de Bracamonte. El servicio fue correcto, aunque una de las camareras lucía el mismo rictus ceñudo que Pepiño Blanco cuando se enfrenta a un crucigrama; me temo que incluso a una quiniela (¡qué hombrecillo más curioso!). La iluminación del local es parca, casi mortecina, y ese detalle favorece las confidencias, las palabras susurradas, las promesas de amor y el disfrute del brillo de los ojos esmaltado por la penumbra o el fulgor de la llama de una vela. Mi amiga se alegró al verme junto a K.; de hecho consagró nuestra relación con una lacónica sentencia: «Hacéis muy buena pareja; ¡qué envidia!». Les seré sincero, meine Damen und Herren: las miradas soslayadas que mi amiga dirigió a K. me resultaron…cómo decirlo…maliciosamente femeninas. No obstante eran justificadas, porque K. estaba preciosa con la camisa azul que lucía, los pendientes y la coleta. De cualquier manera, la velada fue divertida, sobre todo porque nos habíamos juramentado para no hablar de política hasta la hora de los cafés. Llegado ese momento, no tuvimos otro remedio que referirnos a nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, y la caterva de chichipanes que tienen abono de temporada en el teatrillo del ridículo. Por cierto, estimados parroquianos, debo formularles una pregunta: ¿Aún vive ese mamarracho en su tinta? No es que le desee ningún mal—bastante tiene con lo suyo (no me refiero a…las góticas) —, pero lo cierto es que le encuentro algo…difuminado en la nada: ¿Será un nuevo camuflaje?, ¿se habrá convertido en un hombre calcomanía?, ¿habrá iniciado un retiro en Yuste?, ¿cursa estudios en la prestigiosa universidad de Peñaranda de Bracamonte?, ¿lo raptó el hombre del saco?, ¿practica submarinismo en el pecio del Titanic? Sea como sea, meine Damen und Herren, y desde el respeto a la ausencia del jefe de los chichipanes, hoy divagaré de la misma forma que durante la sobremesa en el restaurante Síbara: con semblante tan incrédulo como divertido. Que a estas alturas los españoles se sorprendan de que José Bono, también conocido como el padre Cojonciano, incremente su patrimonio con ese estilo tan…socialista, me parece una caída del guindo. Les explicaré cuál fue el primer síntoma por el que ustedes deberían haber desconfiado, queridos lectores: ¡el implante de pelo! Sí, sí, no se sorprendan, porque un sesentón que se implanta pelo no es de fiar; créanme. Por otro lado, estoy convencido de que tener de consuegro al cantante Raphael confiere una visión de las posibilidades de la política muy…amanerada: mano delante, otra detrás, gallos, desafinados y sonrisas. Lo que no logro comprender, estimados parroquianos, es ese amor por el pisito. Ahora bien, meine Damen und Herren, supongo que ustedes no serán tan ingenuos de creer que el padre Cojonciano es el único que…«incrementa el patrimonio» (siempre cuando se dedican a la política, no antes; claro está). Les señalaré un ejemplo, queridos lectores: Josep Lluís Carod Rovira vive en un piso— está a nombre de una sociedad que se lo alquiló a él— de quinientos metros cuadrados, y por el que paga, sólo de gastos de comunidad, dos mil euros mensuales. Por cuestiones de seguridad no les explicaré que está situado en el cruce de la calle Ganduxer con el Paseo de la Bonanova. ¿A ustedes no les resulta llamativo? De cualquier modo, meine Damen und Herren, no se la cojan con papel de fumar; no olviden que su monarca, Juan Carlos I, el Sencillo, es el primero que incrementa patrimonio con más facilidad que Cristo al multiplicar los penes y las paces (no lo recuerdo pero fue algo parecido). En el caso de el Sencillo debemos comprenderlo porque de casta le viene al galgo. Alfonso XIII, su abuelo, acumuló en el extranjero una fortuna de 85 millones de dólares mientras la juventud proletaria española era tratada como carne de cañón en las tierras del Rif; y no morían con…«honda satisfacción» ni «profunda emoción». Incluso su padre, que a tenor de su amor por el whisky todavía debe permanecer incorrupto en el Real Pudridero de San Lorenzo de El Escorial, malgastaba a manos llenas el producto de los sablazos que «los emisarios» rapiñaban por España. Por cierto, meine Damen und Herren, les formulo otra pregunta: ¿Es cierto que el Sencillo quiere imitar a Karol Wojtyla (otro aficionado y/o consentidor de la rapiña)? No se sorprendan de la cuestión, queridos lectores, es que últimamente su monarca «besa mucho el suelo». Me sorprende que esté tan decrépito y chocho; ¿acaso no funciona el tratamiento anual anti-edad que le realizan en la barcelonesa Clínica Cima?
Las cuitas del padre Cojonciano con sus pisitos son la demostración de que José Luis Rodríguez, el Puma, está acabado, porque las informaciones surgen del propio PSOE, son un navajeo que tiene por finalidad eliminar cualquier alternativa al tonto entre los tontos. ¡Pobre padre Cojonciano!, ¡y él con esos pelos! Durante estas jornadas españolas, meine Damen und Herren, reafirmo mi idea de que en España nada cambia; como el gremio de notarios y la tuna: alérgicos a los cambios. Lo cierto es que me cansé de la sobremesa, estimados parroquianos: chismes, maledicencias y charla insustancial. Con todo, varios cafés y unos tragos de un asqueroso brebaje—limoncello— fortalecieron mi cortesía y paciencia. Sin embargo, me percaté de que K. no comprendía el pesimismo vital y resignado de mi amiga. Aun así, intenté resumir mi explicación con una frase: «Nosotros no somos españoles, cielo; pero España agota». Intuyo que ustedes comparten mi opinión, por lo tanto no les aburriré con otros capítulos del drama estático en un acto que representa Rodríguez: el juez Garçon, sentencias del Tribunal Supremo, la fortaleza de la economía española, «brotes verdes» entre el estiércol, iletrados, majaderos y bobos que juegan a ministros…Sea como sea, meine Damen und Herren, K., en su inocencia e ignorancia, formuló una pregunta que nos indujo a pensar: «¿Qué pasará cuando desaparezca Rodríguez?». Mi amiga se engrescó en una retahíla de explicaciones sobre «la clase política española», «las pocas alternativas», «la nula educación democrática», «el sectarismo» y «el magro coraje social de los españoles». Por el contrario, y ya cansado del tema, mi respuesta fue concisa: «Le pondrán en una capilla…al dente; como su intelecto: siempre al dente».
Les dejo, meine Damen und Herren, sean buenos y no pequen. Aunque si caen en la tentación, no olviden que el padre Cojonciano es de los que reparte absoluciones a cambio de…pisitos. ¡Gloria a Dios en las alturas!
Foto: Café y copa en Síbara. NvO (2010)
La semana pasada cené en el restaurante Síbara, meine Damen und Herren. Creo que acerté en la elección del menú: Crujiente relleno de verduras e ibérico; bacalao sobre tomate confitado y verduras a la parrilla; mousse de dos chocolates (blanco-negro) con jengibre. El motivo de la velada fue el reencuentro con una colega española, aunque lo cierto es que le debía una cena (entiendan «el pago de una apuesta»). K., fiel a su costumbre, picoteó como un pajarillo; por el contrario, nosotros dimos buena cuenta de las viandas, y nos metimos entre pecho y espalda todos los manjares. El lugar me agradó, era una mezcla ecléctica entre Ibiza, Sevilla, el Mediterráneo y Peñaranda de Bracamonte. El servicio fue correcto, aunque una de las camareras lucía el mismo rictus ceñudo que Pepiño Blanco cuando se enfrenta a un crucigrama; me temo que incluso a una quiniela (¡qué hombrecillo más curioso!). La iluminación del local es parca, casi mortecina, y ese detalle favorece las confidencias, las palabras susurradas, las promesas de amor y el disfrute del brillo de los ojos esmaltado por la penumbra o el fulgor de la llama de una vela. Mi amiga se alegró al verme junto a K.; de hecho consagró nuestra relación con una lacónica sentencia: «Hacéis muy buena pareja; ¡qué envidia!». Les seré sincero, meine Damen und Herren: las miradas soslayadas que mi amiga dirigió a K. me resultaron…cómo decirlo…maliciosamente femeninas. No obstante eran justificadas, porque K. estaba preciosa con la camisa azul que lucía, los pendientes y la coleta. De cualquier manera, la velada fue divertida, sobre todo porque nos habíamos juramentado para no hablar de política hasta la hora de los cafés. Llegado ese momento, no tuvimos otro remedio que referirnos a nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, y la caterva de chichipanes que tienen abono de temporada en el teatrillo del ridículo. Por cierto, estimados parroquianos, debo formularles una pregunta: ¿Aún vive ese mamarracho en su tinta? No es que le desee ningún mal—bastante tiene con lo suyo (no me refiero a…las góticas) —, pero lo cierto es que le encuentro algo…difuminado en la nada: ¿Será un nuevo camuflaje?, ¿se habrá convertido en un hombre calcomanía?, ¿habrá iniciado un retiro en Yuste?, ¿cursa estudios en la prestigiosa universidad de Peñaranda de Bracamonte?, ¿lo raptó el hombre del saco?, ¿practica submarinismo en el pecio del Titanic? Sea como sea, meine Damen und Herren, y desde el respeto a la ausencia del jefe de los chichipanes, hoy divagaré de la misma forma que durante la sobremesa en el restaurante Síbara: con semblante tan incrédulo como divertido. Que a estas alturas los españoles se sorprendan de que José Bono, también conocido como el padre Cojonciano, incremente su patrimonio con ese estilo tan…socialista, me parece una caída del guindo. Les explicaré cuál fue el primer síntoma por el que ustedes deberían haber desconfiado, queridos lectores: ¡el implante de pelo! Sí, sí, no se sorprendan, porque un sesentón que se implanta pelo no es de fiar; créanme. Por otro lado, estoy convencido de que tener de consuegro al cantante Raphael confiere una visión de las posibilidades de la política muy…amanerada: mano delante, otra detrás, gallos, desafinados y sonrisas. Lo que no logro comprender, estimados parroquianos, es ese amor por el pisito. Ahora bien, meine Damen und Herren, supongo que ustedes no serán tan ingenuos de creer que el padre Cojonciano es el único que…«incrementa el patrimonio» (siempre cuando se dedican a la política, no antes; claro está). Les señalaré un ejemplo, queridos lectores: Josep Lluís Carod Rovira vive en un piso— está a nombre de una sociedad que se lo alquiló a él— de quinientos metros cuadrados, y por el que paga, sólo de gastos de comunidad, dos mil euros mensuales. Por cuestiones de seguridad no les explicaré que está situado en el cruce de la calle Ganduxer con el Paseo de la Bonanova. ¿A ustedes no les resulta llamativo? De cualquier modo, meine Damen und Herren, no se la cojan con papel de fumar; no olviden que su monarca, Juan Carlos I, el Sencillo, es el primero que incrementa patrimonio con más facilidad que Cristo al multiplicar los penes y las paces (no lo recuerdo pero fue algo parecido). En el caso de el Sencillo debemos comprenderlo porque de casta le viene al galgo. Alfonso XIII, su abuelo, acumuló en el extranjero una fortuna de 85 millones de dólares mientras la juventud proletaria española era tratada como carne de cañón en las tierras del Rif; y no morían con…«honda satisfacción» ni «profunda emoción». Incluso su padre, que a tenor de su amor por el whisky todavía debe permanecer incorrupto en el Real Pudridero de San Lorenzo de El Escorial, malgastaba a manos llenas el producto de los sablazos que «los emisarios» rapiñaban por España. Por cierto, meine Damen und Herren, les formulo otra pregunta: ¿Es cierto que el Sencillo quiere imitar a Karol Wojtyla (otro aficionado y/o consentidor de la rapiña)? No se sorprendan de la cuestión, queridos lectores, es que últimamente su monarca «besa mucho el suelo». Me sorprende que esté tan decrépito y chocho; ¿acaso no funciona el tratamiento anual anti-edad que le realizan en la barcelonesa Clínica Cima?
Las cuitas del padre Cojonciano con sus pisitos son la demostración de que José Luis Rodríguez, el Puma, está acabado, porque las informaciones surgen del propio PSOE, son un navajeo que tiene por finalidad eliminar cualquier alternativa al tonto entre los tontos. ¡Pobre padre Cojonciano!, ¡y él con esos pelos! Durante estas jornadas españolas, meine Damen und Herren, reafirmo mi idea de que en España nada cambia; como el gremio de notarios y la tuna: alérgicos a los cambios. Lo cierto es que me cansé de la sobremesa, estimados parroquianos: chismes, maledicencias y charla insustancial. Con todo, varios cafés y unos tragos de un asqueroso brebaje—limoncello— fortalecieron mi cortesía y paciencia. Sin embargo, me percaté de que K. no comprendía el pesimismo vital y resignado de mi amiga. Aun así, intenté resumir mi explicación con una frase: «Nosotros no somos españoles, cielo; pero España agota». Intuyo que ustedes comparten mi opinión, por lo tanto no les aburriré con otros capítulos del drama estático en un acto que representa Rodríguez: el juez Garçon, sentencias del Tribunal Supremo, la fortaleza de la economía española, «brotes verdes» entre el estiércol, iletrados, majaderos y bobos que juegan a ministros…Sea como sea, meine Damen und Herren, K., en su inocencia e ignorancia, formuló una pregunta que nos indujo a pensar: «¿Qué pasará cuando desaparezca Rodríguez?». Mi amiga se engrescó en una retahíla de explicaciones sobre «la clase política española», «las pocas alternativas», «la nula educación democrática», «el sectarismo» y «el magro coraje social de los españoles». Por el contrario, y ya cansado del tema, mi respuesta fue concisa: «Le pondrán en una capilla…al dente; como su intelecto: siempre al dente».
Les dejo, meine Damen und Herren, sean buenos y no pequen. Aunque si caen en la tentación, no olviden que el padre Cojonciano es de los que reparte absoluciones a cambio de…pisitos. ¡Gloria a Dios en las alturas!
Foto: Café y copa en Síbara. NvO (2010)
18 Comments:
Sin duda, lo que nos pasa, es poco, para lo que nos merecemos.
El tonto de los tontos es el mas listo del país. Algo hicimos mal para merecer esto.
¿que tal va lo nuestro? (Hablo así para que los otros no se den cuenta de que te estoy preguntando por la nueva novela).Intuyo que tu amiga no se llama Ada. Saludos.
Lo que no he entendido es:
Karol Wojtyla (otro aficionado y/o consentidor de la rapiña)
¿Hay datos que desconozco o es un metalengüaje que se me escapa?
El poder del padre Cojonciano le viene de ser el elegido que custodia la Tabla de las Religiones Verdaderas.
Imposible acceder a ella, se sabe que la tiene en uno de sus pisos y eso es como buscar una aguja en un pajar.
VAN:
Lo lamento, Van, pero no se trata de tu amiga Ada. Sea como sea, permanezco atento, dispuesto a transmitirle tus noticias. El día que encuentre a Ada serás el segundo en saberlo; el primero seré yo. Uno de los problemas de las españoles, Van, es que nunca hacen nada. Deberían tener presente que del cielo no sólo cae maná, sino también chuzos de punta, granizadas y plagas. “Lo nuestro” va bien, muy bien. Saludos.
IGNACIO:
El pontificado de Juan Pablo II—¡tontus tuus! (creo que era algo parecido)— tiene cara y cruz, al igual que una moneda. Conviene recordar, sin embargo, la situación económica de la Iglesia antes de que él obtuviera el triunfo en el cónclave: arcas exhaustas, escándalos financieros ( Banco Ambrosiano, Banca Católica del Véneto, operaciones de blanqueo de dinero, evasión de impuestos, inversiones no muy claras…) y la necesidad de recurrir al Óbolo de San Pedro (algo excepcional) para sufragar los gastos corrientes del Vaticano. Su antecesor, Juan Pablo I, intentó…cómo decirlo…poner orden en las finanzas vaticanas y restar poder a los que movían todo el pastel: Marcinkus y Sindona. No tuvo tiempo, Ignacio: murió pronto, demasiado pronto. Por lo tanto, el hombre ideal para sanear las cuentas de la Iglesia era alguien que estuviera más atento a las cuestiones de la fe y dejara las económicas en las manos de los siempre: Juan Pablo II. Mientras que el Santo Padre se dedicaba a cuestiones celestiales, la curia vinculada a él saneó las cuentas a marchas forzadas: ¡los asuntos terrenales! El problema es que acudieron— motu proprio o inducidos— a personas que eran tan devotas de la Biblia como del Código Penal (a infringirlo, claro está). Por ejemplo, Marcial Maciel, un tipo que elevaría a Herr Doktor Mengele a la categoría de “el pediatra amado por los niños y los padres”. A cambio de proteger, amparar y ocultar determinadas “irregularidades”, el Vaticano ingresaba generosos óbolos de esa cuadrilla de chorizos. Creo, galáctico, que entre eso y un chantaje hay poca diferencia. Tan es así que esas “limosnas” piadosas eran recaudadas por Stanislaw Dziwisz y Angelo Sodano, así como Eduardo Martínez Somalo.
IGNACIO (2):
Por lo tanto es difícil aceptar que el Pontífice fuera ajeno a semejantes corruptelas ya que ellos eran su mano derecha. Por el contrario, el ahora Papa, Benedicto XVI, ya advirtió en varias ocasiones de las amistades peligrosas que ese Papa viajero entablaba y consentía. Puede ser que te sorprenda, Ignacio (lo dudo), pero ten presente que los bienes de determinadas órdenes religiosas —en mi opinión sectas— superan los 23000 millones de euros: no es moco de pavo. Juan Pablo II fue una marioneta en manos de su propia curia y de determinados países: USA, Gran Bretaña, Alemania. Asimismo, ese trío de ángeles caídos influyeron para que los escándalos que hundirían en la mierda a “los generosos” fueran hábilmente tapados mediante una maraña de instrucciones, motu proprio, decálogos y el Tribunal Apostólico de la Congregación. Lo lograron, galáctico, lo lograron; porque determinados asuntos llegaban directamente a las manos del Pontífice y sus adláteres, que en un ejercicio de prestidigitación los hacían desaparecer a una velocidad que ni el gran Houdini logró jamás. El sistema de corruptelas amparado por Juan Pablo II sigue enquistado en la curia vaticana, y es, además, uno de los grandes enemigos de Benedicto XVI, que ignora cómo desguazar una de las rémoras que le dejó su antecesor. Sea como sea, creo que lo conseguirá: ¡doctores tiene la Iglesia! Un abrazo, Ignacio.
SIGO POR LAS RAMAS:
Me alegro de comprobar que los 100 años de honradez del PSOE siguen vigentes. ¡Arriba parias de la tierra, marchad famélica legión…! Jajajajajaja. ¡Arriba, arriba, simio! Jajajajajaja. ¡Qué muchachos tan traviesos y despistados!, ¡nunca cambiarán! Saludos, primate.
Me temía que iba por ahi; si.
Nicholas no tengo palabras.
Todav�a no me he recuperado del sobresalto. Menudo disgusto...
Te reto a que veas este video sin poder taparte los ojos: En la vida hab�a sentido tanta verguenza ajena.
http://www.youtube.com/watch?v=JaOloZUJABI
Saludos,
Don Nicholas,¿A los españoles nos espera "un griego"?
Rodríguez Zapatero muere repentinamente durante un viaje oficial a Israel. Las autoridades de Jerusalén comunican a la delegación española que repatriar el cadáver es muy caro, y puede costar 10 millones de euros al tiempo que le ofrecen la alternativa de ser enterrado en Tierra Santa por 1.000 euros. Tras deliberar, los diplomáticos españoles comunican a las autoridades hebreas que han optado por la onerosa repatriación. Cuando se les inquiere el porqué la respuesta es muy simple: “Sabemos que hace 2.000 años un hombre fue asesinado en Jerusalén pero resucitó al tercer día. Comprendan que no podemos correr riesgos”.
No es por nada, pero las fotos de las últimas 3 entradas son de comida... me parece que es un poco zampabollos!!!!
Como siempre, es un placer leerlo, Herr Orton. Por cierto, ¿ese Van, en lugar de Von, denota origen neerlandés, si no es mucho preguntar?
Celebro que siga ocupándose, cual entomólogo, de diseccionar la estúpida naturaleza del bobo que nos desgobierna. Sin embargo, admitiendo la colosal ineptitud del sujeto y de su cohorte, cabría reprocharle a usted que no amplíe algo su campo de visión. Recurriendo a un símil futbolístico, usted tiene la virtud de llevar el balón pegado al pie, y su velocidad le permite desbordar a cualquier avezado defensa, pero tanta calidad le permite (o, mejor dicho, le exige) levantar la cabeza para dominar todo el campo de juego, y lograr el pase decisivo.
"El Puma" es todo lo que usted dice (y más), pero los verdaderamente asombroso es que a ese mentecato le hayan votado 11 millones de ex-pañoles. Diré en su descargo (en el de usted, no en el de los votantes de ZP), que entrar en la cuestión desborda con mucho el ámbito de un blog, y entraría en el de una tesis sociológica.
Por lo demás, comentarle que "progreso adecuadamente" en el estudio de la lengua alemana, algo que a no mucho tardar vamos a necesitar algunos millones de españoles.
Bis bald!
ANÓNIMO 09:10
Miré el vídeo con atención, pero sin taparme los ojos, porque la idiotez y mediocridad de esa manceba me fascinan. Sobre todo esa orfandad de sentido común y del ridículo que demuestra a diario. Al observar semejante esperpento (y soy caritativo con el término), no dejo de preguntarme cómo es posible que semejantes mamarrachos se encumbren. Algo le debe ocurrir a una sociedad para comulgar con semejantes ruedas de molino, y no lo digo por las lorzas que gasta la manceba. Saludos.
ANÓNIMO 07:43
No, porque todavía tenéis el culo dilatado por la enculada, por el auténtico griego: el 11-M. Si se refiere a una situación como la que padece Grecia tampoco: la UE y el euro no pueden permitirse semejante riesgo. Si ZP se empecina en sus dislates, le derribarán. Ahora ya no se necesitan divisiones de infantería y tanques para ocupar un país y derrocar gobiernos; basta un banco central, una moneda común y alguien que imponga sus criterios por el bien común. Saludos.
THE UGLY TRUTH:
Sois incorregibles, los españoles hacéis un chiste de todo. Aunque en el caso de ZP lo entiendo: él en sí es un chiste. Saludos, the ugly.
ANÓNIMA 12:12
No te falta razón, anónima; pero…¡fíjate en las raciones! Rara vez repito de un plato y me gusta levantarme de la mesa sin estar saciado. Lo cierto es que como lo justo, el límite lo marca mi cinturón. Por el momento, hace ya varios años que mantengo la talla. Ciao!
TUCCO:
Lo ignoro, Tucco. De todas formas, esas cuestiones las desvelaré el día que Josephsplatz finalice: el blog se hundirá con Rodríguez.
En varias ocasiones me planteé escribir sobre el tema que usted menciona. Sin embargo, varios fueron los motivos que me impidieron hacerlo. Debe tener presente que en cierta forma los españoles fueron mis anfitriones, como lo son ahora, y me desagrada criticar a alguien que me “invita” a su casa. Asimismo, es complicado no expresar una opinión sobre un país y sus habitantes sin caer en el tópico, la generalización, etc. España y los españoles tienen sus peculiaridades: como cualquier otro país y sus pobladores. No sé, deje que lo piense, Tucco. Si compruebo que soy capaz de escribir sobre la idiosincrasia española (lo carpetovetónico en definitiva) sin caer en clichés, lo haré. Por otro lado, estimado Tucco, me alegro de sus progresos con el idioma alemán. Al principio es complicado, como cualquier lengua de raíz distinta a la propia, pero luego el horizonte se ensancha: cortando cojones se aprende a capar.
War mir ein Vergnügen. Bis bald!
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