EL JUEGO DE TU VIDA (2).
PROGRAMA: 9. m. Serie de las distintas unidades temáticas que constituyen una emisión de radio o de televisión.
Desde la implantación del euro, Alemania incrementó su productividad en un 13,4%. Por el contrario, España perdió un 20,2%. Asimismo, mientras que Alemania mantiene una tasa de paro que roza el 9%, España sobrepasa el 20%. Las cifras vinculadas al déficit y al crecimiento interanual es mejor olvidarlas, meine Damen und Herren; las españolas claro está. Los datos anteriores no son un regodeo, queridos lectores, sino un bosquejo para señalar la idiotez congénita con la que Rodríguez dibuja la vida; incluso algo peor: la enmarca para después apreciar el talento innato que su abuelo le transmite desde el más allá; el inconveniente es que ustedes viven en…«el más acá».
Las medidas encaminadas a frenar al derroche español no crearán empleo; de hecho no creo que sirvan para mucho. Por lo tanto, al PSOE le toca de nuevo devaluar la nación y a sus habitantes: abaratar el despido; reducir las ya de por sí míseras pensiones; alargar la vida laboral para que el trabajador pase de la nómina al recordatorio del funeral, y los que puedan (siempre hubo clases) a la esquela; incrementar los impuestos hasta extremos que rocen la requisa; cobrar de nuevo lo ya cobrado (copago); aumentar los precios. Reconozco que no es un panorama halagüeño, aunque con esos políticos que les pastorean, meine Damen und Herren, ustedes no pueden pedir mucho más: balar de vez en cuando en la barra del bar o ante las urnas y pagar a precio de oro el pienso que les dan. El cateto leonés permanecía al socaire de su lenguaje huero, sonrisa bobalicona e ideas y conocimientos de leche merengada a la espera de que «la locomotora alemana» tirase de nuevo del resto del convoy. Por el contrario, el pobre Rodríguez topó con una canciller seria, buena gestora y pragmática, que aplicó un draconiano plan de austeridad con un objetivo: ganar aún más competitividad. Desde hace varios años no dejo de vigilar el retrovisor izquierdo de mi coche porque no deseo perderme el glorioso momento en el que España, comandada por el farallón de los bobos, adelante a Alemania: me temo que deberé esperar un poco más; no se preocupen, estimados parroquianos, soy un virtuoso de la paciencia. Por más que Celestino Corbacho, un tipo cuyo físico y prosodia nos retrotrae a la épica rural de William Faulkner o a la barra de cualquier restaurante de polígono industrial, se empecine en explicar cuestiones que ni él entiende, y Elena Salgado, una avellanada a la que soy incapaz de imaginarme en plena coyunda, juegue con las cifras y datos con una alegría que convertiría a Torrebruno en un hombre ensimismado, la realidad es que el PIB español— per capita nominal— es inferior hasta el de Italia. Otra cuestión es el PIB— per capita en paridad de poder adquisitivo—, que es superior, pero semejantes encajes de bolillos ya sólo sirven para que distingamos a los medios de comunicación mentirosos (disculpen el pleonasmo) y que éstos nos muestren la necesidad voraz de ayudas por parte del Gobierno español. Ahora bien, meine Damen und Herren, establecer ese tipo de comparaciones carece de sentido en economías similares, aunque entiendo que el pobre Rodríguez y su grupito de chichipanes necesitan hurgar en la basura para llevarse algo a la boca: ¡qué poco charme! Asimismo, queridos lectores, me sorprenden esas voces que reclaman «cambios urgentes». Entiendo que la urgencia surge del imprevisto, o quizá de la imprevisión; aun así debemos formular una pregunta: ¿Dónde estaban antes esas voces? Sea como sea, estimados parroquianos, permítanme que sea un poco malévolo; hoy tengo el día…«toledano»: ¿Todavía mantiene Juan Carlos I, el Sencillo, la opinión con la que adornó las virtudes de Rodríguez? Echo de menos las voces y los silencios atormentan a mis oídos, meine Damen und Herren. . Con la misma estupefacción, escucho o leo las opiniones que apuntan al desgaste físico de Rodríguez o sus problemas psicológicos. No puedo quedarme impasible ante esa querencia tan carpetovetónica al…«cogérsela con papel de fumar». No le den más vueltas: el tipo nació menguado y tonto morirá. Ahora bien, el pellejo de mediocridad con el que Rodríguez recubre su joroba me fascina; incluso más que la guata con la que rellenan sus hombreras: es bien sabido que todo pelele necesita relleno. A nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, le ocurre lo mismo que al concursante de El juego de tu vida: cree que sube de nivel cuando en realidad baja; se incrementa la cantidad del premio pero menguan los kilos de dignidad. Soy consciente, meine Damen und Herren: «dignidad» y «Rodríguez» son términos antitéticos, una unión tan exótica como el matrimonio de Chelo García Cortés y José Manuel Parada, observar a Néstor Kirchner con la vista fija en un punto o que la Venus de Milo nos casque una «gallarda»; una paja que diría el clásico. Sea como sea, estimados parroquianos, lo que más me entristeció de El juego de tu vida fue comprobar que algunos conocen a sus seres queridos gracias al dinero, la falta de dignidad y la ausencia de escrúpulos. La concursante siguiente dio más juego, pero no les relataré nada porque estaba emparejada con un tipo de color, de color negro, y lo que explicó me parecía…un asunto oscuro, muy oscuro: ¡sin charme! Para muestra un botón: «¿Es cierto que practicaste sexo con X (no recuerdo el nombre del…adonis de ébano) mientras amamantabas a tu hijo?». Sé que ustedes no me creerán, meine Damen und Herren, pero mientras la congoja del mancebo colorido fue sustituida por una sonrisa de ganapán, yo recordé a nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma; en concreto sus ruedas de prensa o sus discursos. Meine Damen und Herren, ¿se imaginan qué papel haría Rodríguez en El juego de tu vida? Supongo que no es complicado, con el intelecto de bisutería que gasta Rodríguez…
Foto: El juego de tu vida; y el de las de otros.