Montag, Juli 27, 2009

EN LA PINACOTECA.




PINACOTECA: 1. f. Galería o museo de pinturas.

No suelo frecuentar las pinacotecas, meine Damen und Herren: me aburren. Asimismo, en varias ocasiones me sentí defraudado al contemplar in situ un cuadro: el tamaño era ridículo; los colores me resultaban mortecinos, y la imagen, inanimada; y no fui capaz ni siquiera de olfatear qué pretendía transmitir el artista, aunque siempre hay alguien que sabe incluso más que el pintor. La primera vez que vi La Gioconda me pareció una mierda; y la segunda, además, creo que hasta estaba pinchada en un palo. Quizá lo más entretenido de visitar a Mona Lisa esté en sortear a los turistas japoneses, que como hormigas excitadas junto a un terrón de azúcar pululan con un frenesí telúrico y extraño. Por otro lado, estimados parroquianos, las diferentes teorías que pretenden explicarnos el porqué de la sonrisa, el estado de salud de Lisa Gherardini (Mona Lisa) o cualquier otra tontería, me resultan más propias de novelistas que de historiadores. A lo mejor todo era más sencillo y prosaico, y Leonardo da Vinci estaba desnudo cuando pintó el retrato y le hizo una promesa a la modelo: «En cuando termine este trazo, Lisa, te voy a follar hasta que salten chispas de tu coño». Si así hubiera sido, meine Damen und Herren, entendería con facilidad el esbozo de sonrisa de la muchacha: le esperaba un auténtico «polvo» de estrellas. ¡Qué romántico! No anida en mí la intención de visitar de nuevo a La Gioconda, además es innecesario viajar a París para ver el cuadro, basta observar las últimas fotografías del sosias de Mona Lisa: nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma; un hombre en cuya inteligencia encontraremos más indios que caballos.
Ése deshecho de tienta del talento no gana para disgustos, estimados parroquianos, parece que pisó una mierda: ¡qué poco charme o…vista!; ¿la baraka se fue a comprar tabaco? Las reacciones de la sibila leonesa ante las adversidades me recuerdan a las del niño tontito y malcriado que no soporta que otros le quiten la piruleta y que se muestra incapaz de recuperarla: ¡Ya no te estoy amigo! Tierno, muy tierno, meine Damen und Herren. Sea como sea, no me sorprenden las reacciones del infeliz, tengan presente que estamos ante un estadista de inteligencia de punto y final, así como ante un individuo inmaduro, inculto, palurdo y pagado de sí mismo. Del mismo modo, hemos de comprender sin esfuerzo alguno que ese tipo de mamarrachos en su tinta sólo exigen a los garduños que les acompañan en el viaje al centro de La Tierra una virtud: que obedezcan sus órdenes como si fueran la palabra de Dios. Creo que en cada uno de los gañanes que forman el gabinete ministerial hay un tonto que pugna por salir. Tan es así que cada declaración de Elena Salgado— la mojama prêt à porter— nos fascina; sí, sí, meine Damen und Herren, nos fascina. Ahora bien, me gustaría que la avellanada, en lugar de hablar de «brotes verdes», «mejora de cifras de paro» y caídas amortiguadas por un paracaídas, nos explicase cómo puede una nación ser optimista cuando la cifra de recaudación de impuestos cae trimestre tras trimestre, el consumo mengua, el paro sube y el nivel de deuda pública emitida por España puede llegar a finales de 2010 a equivaler al 60% del PIB. Aun así, estimados parroquianos, eso no es lo peor, ya que si sumamos la deuda pública a la privada, España sólo puede caerse muerta en un lugar: la ventanilla de préstamos del BCE. No seré yo el que discuta cuestiones económicas con alguien que aprendió Economía en dos tardes, queridos lectores, pero alguien debería explicar a ZP que para eliminar el déficit y hacer frente a la deuda es necesario un superávit continuado; situación ésta que no vislumbro en el horizonte español ni en uno de mis excesos etílicos. La Gioconda me parece un cuadro decadente, aunque no tanto como la imagen de la Boba Lisa, un esperpento humano que impone la decadencia como teoría económica y estilo de vida; e incluso algo peor: mantiene la sonrisa. ¿Será también por un «polvo» de estrellas?

Foto: La Gioconda (1506). Leonardo da Vinci.

Samstag, Juli 18, 2009

MIRA PERO NO TOQUES.




FARFOLLA: 2. f. Cosa de mucha apariencia y de poca entidad.

Estoy inquieto, meine Damen und Herren, muy inquieto; tan es así que no puedo conciliar el sueño, concentrarme en el trabajo y disfrutar de los placeres cotidianos que antes me procuraban sosiego. Intenté tranquilizarme con diferentes métodos, pero ninguno funciona. Me gustaría que el tiempo transcurriera rápido, con una velocidad endiablada que me permitiera tener la sensación de que el presente año perdió una de sus estaciones y pasó de la primavera al otoño. No sólo es una cuestión de temperaturas — odio el calor y me desagrada «ligar bronce» al sol agosteño—, sino que existe un motivo vital, incluso existencial, que intuyo cambiará mi vida y la percepción de la historia: ¡el Zapatero’s Tour! Sí, sí, estimados parroquianos, una vez más debemos sentirnos afortunados por ser contemporáneos del siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma; ése hombre de inteligencia de boñiga, talento tipo «dejen salir antes de entrar», cultura afónica y aptitud que siempre camina por la sombra; aunque quizá lo peor es su actitud: ¡de enemigo público nº 1!
Al enterarme de que ZP iniciará una ronda de encuentros preliminares antes de que España asuma la presidencia del engendro de la UE, comencé a salivar, meine Damen un Herren; aunque sospecho que cualquier saliva que se vincule con ZP termina convertida en esputo. Sea como sea, queridos lectores, me fascina el atrevimiento de la sibila leonesa, ya que él sabe que hará el ridículo dos veces: antes y después. ¿Extravió el sentido del ridículo? No creo; más bien el sentido del ridículo entendió que convivir con un farfolla de chicha y nabo era una empresa inasequible y decidió lanzarse a las vías del metro en la estación de Moncloa: Descanse en paz. Una vez más, meine Damen und Herren, lo que se denomina presidencia de la UE será convertida por ZP y esos medios que se encargan de rellenar al pelele de guata en una colección de nuevas fotografías para el álbum de fotos; ¡qué bonito!
Los actores y escritores entienden la diferencia entre «vivir» y «contar», tanto unos como otros cuentan historias mediante palabras o gestos. Uno de los problemas de ZP, un actor cojitranco y un autor analfabeto, es que el pobre también vive lo que cuenta. No se sorprendan de mi opinión, estimados parroquianos, porque un tipo que ha colocado a España en el ojo de Europa, pero no el del huracán sino en el del culo, nos procurará jocosos momentos. Repasemos: En Sudamérica les chulean hasta los boludos, y quizá la última gran hazaña española fue el…«¡por qué no te callas!»; creo que Pizarro, Cortés y Colón todavía se remueven en sus tumbas. Respecto a USA, ZP creó una nueva filosofía diplomática: «A lo que tú me digas; born to be un “mandao”»; me temo, incluso, que se tatuará el lema en esa frente cada vez más despejada pero sin embargo siempre embozada. El papel tan deseado por ZP — mediador de conflictos— nunca le será concedido, ya que un tipo que hilvana ideas desaliñadas y las dice al tuntún, y actúa a la pata la llana o la diabla, no es la persona idónea para mediar en nada; ni siquiera en un conflicto de escalera de vecinos. Los líderes europeos entendieron hace ya mucho que estaban ante un bobo de muchos quilates: las mentiras a Angela Merkel, el seguidismo y papel secundario ante Sarkozy— una rendición y renuncia a los intereses de España por conseguir sillas y taburetes— y el té de la cinco junto a Brown, en el que ZP bebe de la taza con el meñique enhiesto y se atraganta con la rodajita de limón. Asimismo, meine Damen und Herren, será divertido observar cómo el tipo que presumía de «sistema financiero más sólido del mundo» (afortunadamente no añadió lo de «mundial») y que consiguió gracias a sus mentiras que España sea el país con la tasa de desempleo más alta de la UE, pretenda capitanear algo e incluso imparta lecciones; porque de eso se trata, estimados parroquianos, que durante unos meses ZP viva en un perpetuo estado de charlatán: lo hará bien, es su condición. Ahora bien, queridos lectores, durante esas «pamemas preliminares», ZP recibirá un mensaje claro por parte de Merkel y Sarkozy: «Mira lo que quieras pero no toques nada». Es innecesario que les diga que ZP acatará el…mensaje, porque la banca española — la sólida entre las sólidas— requiere otro plan de rescate, algo que obligará a España a mendigar un poco más que otros al BCE. «Mira pero no toques»; es el mejor consejo que puede proporcionarse a un zafio como ZP; además lo sigue a rajatabla, supongo que por eso cuando asiste a alguna cumbre o reunión imita a un búho: mira, parpadea y no se mueve de la rama. Uhuuu, Uhuuu…
Foto: Todos le envidian.

Sonntag, Juli 12, 2009

ABRE LA BOCA Y CIERRA LOS OJOS (2).





AMOR: 2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

Aun así, meine Damen und Herren, no tengo miedo al amor, aunque sí al hastío y la pena, dos capítulos de esa muerte pegajosa y lenta que concluye en una ruptura. La mejor manera de comprobarlo es el reencuentro con alguna de nuestras ex parejas (yo lo evito siempre que puedo). No es raro que nos obsequien con una indiferencia fingida en la que entrelazan los reproches velados y el desdén. Sin embargo, en otras ocasiones afloran recuerdos gratos, cotidianos y bellos; pero lo triste es que yo no recuerdo nada de lo que escucho, y entonces me limito a abrir los ojos y cerrar la boca. Más aún, no logro identificarme con la descripción que hacen de mí, y a pesar de que percibo en las palabras una distancia envolvente y un cariño nostálgico y maduro, me sorprendo al intentar recordar la persona que fui. Es entonces cuando cierro los ojos y abro la boca. Quizá esa persona me devuelve una parte esencial de mí, algo que creía extraviado o sepultado furtivamente a lo largo de los años.
La bailarina se detuvo frente a un escaparate, pero yo creo que no era para mirar la mercancía expuesta sino para observarse: ¿qué bailarina no pasa muchas horas delante del espejo? Dejé que mi imagen se reflejara en el cristal, fue la primera vez que nuestras miradas se entrecruzaron. Me agradó, estimados parroquianos, una relación que comienza a través del vidrio: ¿debo considerarlo sinónimo de transparencia? Podría ser, sí. Ella retomó el camino y yo recobré la tranquilidad; porque el conocimiento ahuyenta al miedo, y yo comencé a conocerla. Fantaseé durante un trecho, meine Damen und Herren, e imaginé que no sería difícil encontrar un código de comunicación propio entre nosotros que se alejara del convencionalismo: detesto un intercambio de amor en el que todo se da por supuesto y carece de personalidad; ese comportamiento genera amargura y decepción. Tan absorto estaba en mis fantasías que no me percaté de que ella se había alejado; aun así no me importó, la distancia es intrascendente cuando se ama. No obstante temí que mi presencia la inquietara, y me despojé de las Wayfarer para que pudiera ver mis ojos y la mirada suave que resbalaba sobre su cuerpo pero que no pretendía agarrarla. No concibo el amor sin miradas, queridos lectores, aunque agradezco, eso sí, que las miradas de la amada sean penetrantes, sobre todo en el momento de hacer el amor, ya que quizá es la única ocasión en la que encontraremos todas las puertas del alma abiertas, o al menos entreabiertas.
Ella embocó la calle que conduce hacia la entrada de los empleados de la ópera, un lugar por el que me encanta pasear porque a través de las ventanas se filtra el sonido de los ensayos del ballet: el matraqueo de las pisadas, las instrucciones del coreógrafo y una música de piano cuyos compases se repiten hasta que los movimientos de los bailarines se armonizan con las notas. Era mi última oportunidad, meine Damen und Herren, así que aceleré mi paso y me encaré a ella, necesitaba salir de dudas. A pesar de no vislumbrar ningún temor en su rostro, me esforcé en que la pregunta resultara cordial: «¿Eres bailarina?». Ella sonrió y me formuló otra pregunta: «¿Me has visto actuar?». Durante un instante los dos permanecimos con los ojos abiertos, la boca cerrada y nuestras miradas entrelazadas. «Esta mañana: fue una actuación magnífica», atiné a responder. Mi bailarina esbozó una sonrisa mientras mantenía sus ojos sobre los míos, yo sabía que me estudiaba. «El ensayo termina a la una, saldré por la misma puerta», anunció antes de partir. Asentí con la cabeza y observé cómo franqueaba la entrada. Después rehice mis pasos hasta llegar al lugar desde el que podría escuchar el ensayo. Cuando oí las primeras escalas del piano, me apoyé en la pared, cerré los ojos y abrí la boca para exhalar el humo de mi Lucky: no tenía nada mejor qué hacer hasta la una; estaba enamorado.

Foto: ¡Qué bien lo hace!

ABRE LA BOCA Y CIERRA LOS OJOS (1).

TUTÚ: 1. m. Faldellín usado por las bailarinas de danza clásica.

Ayer me ocurrió algo raro, meine Damen und Herren: encontré una bailarina en el tranvía y pensé en el amor. Entiendo que es una extraña concomitancia; pero así fue. Disculpen, quizá sería conveniente comenzar por el principio. El trayecto que yo debía realizar era corto y conocido, además el paisaje que veía desde las ventanillas no me interesaba, por lo que decidí fijar mi atención en los pasajeros. Entre la morralla destacaba una chica rubia y alta, con una belleza pétrea al tiempo que distinguida: no pude apartar mi mirada de ella. No vestía zapatillas de ballet, tutú ni calentadores; aún así, estoy seguro de que era una bailarina: la piel del rostro parecía de porcelana; las extremidades eran largas y sus movimientos distinguidos; la nariz respingona era un desafío insolente; la silueta de los omóplatos atravesaba la blusa, semejaban dos vigilantes que obligaban a la muchacha a mantener las cervicales y las caderas en una posición tan tensa como pulcra; y el uso de las manos me indicó que la gracia y precisión que yo presenciaba correspondían a alguien que siempre sabe qué debe hacer con su cuerpo. Con todo, estimados parroquianos, yo necesitaba confirmar mi sospecha, y creo que Dios se apiadó de mí porque la chica bajó en la misma parada que yo. Sí, era una bailarina. Más que pisar, los pies de la muchacha parecían coquetear con el suelo, una discusión momentánea en la que sin embargo se alcanza un acuerdo no exento de burla y jactancia: me gustó, meine Damen und Herren; creo que me enamoré de ella. Ahora bien, ¿qué podría haber dicho yo?: ¿abre la boca y cierra los ojos?, ¿cierra la boca y abre los ojos? Lo cierto es que el que tenía los ojos y la boca abiertos era yo, queridos lectores; pero yo quería saber cuál sería su respuesta. Caminé sobre sus pasos durante un rato, estaba fascinado, y pensé en el amor. Sí, ya saben, esas cuatro letras que al combinarlas nos permitirán viajar a Roma, regalar un ramo o comer una mora. ¿Abro los ojos y cierro la boca?, ¿cierro los ojos y abro la boca?
No se sorprendan de que mencione a la boca, porque al amor hay que devorarlo, de lo contrario él nos devorará hasta convertirnos en seres pasivos e indefensos, meine Damen und Herren, porque el amor también podemos conjugarlo: yo amo, ella ama…No obstante, lo peor es cuando uno de los dos añade una negación: yo no amo, ella ama…Entonces comprendemos que el amor se convirtió en un viaje de ida y vuelta sin destino o hacia un horizonte inexistente. Aun así, percibiremos ese torrente metabólico que estimula nuestro cuerpo de una manera tan fascinante y entregada, que llega a incomodarnos. Sin embargo, yo también cometí el error de querer formar parte de la vida de una persona que no me quería; un desliz que el paso del tiempo nos ayuda a comprender con una claridad que después redondeamos con otra opinión: tampoco nos merecía.
La bailarina continuaba su camino y yo no perdía detalle de su apostura. Me gustó observar cómo elevaba su torso en cada semáforo para comprobar si podía cruzar la calle, incluso imaginé que cada línea del paso de cebra era la barra donde ejercitaría sus movimientos: comprendí que estaba enamorado de la bailarina, estimados parroquianos. Encendí un Lucky para dejar que ella se adelantara y olfateé el aire, sabía que cada nuevo amor nos trae un eco del anterior, como el perfume tenue que un desconocido deja a su paso y que a nosotros nos recuerda a un amor perdido o…rechazado. Mi duda persistía: ¿abro los ojos y cierro la boca?, ¿cierro los ojos y abro la boca?
Me considero un hombre romántico, meine Damen und Herren, sin embargo nunca hice del amor— en todas sus facetas— el eje de mi vida ya que una emoción nunca puede ser una herramienta cognitiva, y a mí me gusta encontrar una explicación en todo. ¿Qué explicación podía encontrar en una bailarina desconocida? Ninguna: estoy enamorado.
Foto: Sus pies.

Freitag, Juli 03, 2009

McMILLAN & WIFE.


SERIE: 2. f. serial (‖ obra). 2. m. Obra radiofónica o televisiva que se difunde en emisiones sucesivas.

Una de las series que recuerdo de mi infancia española es McMillan&Wife, meine Damen und Herren. El cuarteto protagonista lo componían Rock Hudson, Susan Saint James, John Schuck y Nancy Walker, que interpretaban al comisario McMillan, su esposa, el ayudante del comisario y la mocama del matrimonio, respectivamente. Las escenas conyugales eran tan almibaradas que se necesitaba un páncreas de hierro para no padecer hiperglucemia. El comisario McMillan, entre «terrón y terrón», resolvía casos, aunque siempre intervenían en la resolución la esposa o la criada, una mujer que demostraba su poca solvencia con la bebida a diario; o la mejor era muy solvente: debo meditarlo. Sea como sea, estimados parroquianos, era una serie grata de ver, además se desarrollaba en San Francisco, algo que añadía valor a los episodios; ya saben: Lombard Street, pendientes, tranvías, la bahía…
Estoy convencido, meine Damen und Herren, de que a nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, también le gusta McMillan & Wife; tan es así que hizo de la serie televisiva su manual de norma y actuación, incluso un libro de estilo. Por lo pronto, ZP nos transmite la impresión de que sus decisiones y opiniones — un auténtico destilado de sabiduría— surgen durante las charlas nocturnas del matrimonio: «Sonsoles, no sabes la de españoles que podrían ser presidente del Gobierno», y alguna otra astracanada que una inteligencia tan distraída como la de ZP puede generar. Sin que pueda explicar el porqué de mi intuición, queridos lectores, creo que ese hombre es de aquellos que avanza a fuerza de los empellones que le propina la esposa; «es un poco parado», que diría cualquier suegra malcarada, disculpen el pleonasmo. No obstante, les considero un matrimonio discreto— sobre todo en lo intelectual— que entre cantos y cantes pretenden ocultar las ínfulas del palurdo; empeño éste en el que ZP, un hombre cuyo talento le tocó en la pedrea, chirría como las ruedas de un tranvía que se desliza sin control por una pendiente. Ahora bien, agradeceríamos que esas horas nocturnas las dedicaran a otros menesteres característicos de la vida conyugal (sana, ¡por supuesto!) en lugar de elucubrar el próximo dislate del profeta de las neumas.
El ayudante del comisario McMillan se caracterizaba por su cara de bobo y por recibir más hostias que su superior: el rango es el rango y determinados rostros están hechos para encajar puñetazos. Ese comportamiento lo aplica ZP con sus ministros, que se ven obligados a dar la cara para justificar las ocurrencias de ése chafardero del intelecto. Aun así, meine Damen und Herren, todos se aplican en quedar los primeros en la carrera del ridículo; aunque Celestino Corbacho, Miguel Sebastián, Elena Salgado y Carmen Chacón — los reyes del «donde dije Paco digo poco»— demuestran la misma tenacidad y paciencia que el sastre de Pepiño Blanco a la hora de tomar las medidas de ese cuerpo tan esbelto; ¡no me atrevo a pensar en los problemas del sombrerero! Entre embustes, anuncios, renuncios, aclaraciones y desmentidos, «la cuadriga» avanza con un rumbo errático; quizá sea porque los corceles fueron sustituidos por pollinos y cabras; de ahí lo de…«a paso de cabra». Sin embargo, estimados parroquianos, en ese burladero humano que esconde a ZP, un individuo de aptitud de…a trancas y barrancas, percibimos otra de las filfas del gran estadista, ¡el marqués de la pospuesta y duque del tiempo perdido! Por un lado anuncia el cierre de una central nuclear, después se asusta y decide meter la genialidad (en realidad otra «escena de matrimonio») en el refrigerador a la espera de servirla más adelante; es decir: utilizar en la próxima campaña electoral un cochifrito de promesa a lo ZP, ésas que siempre se repiten, nos agrían el paladar y provocan acidez de estómago. Por favor, ¡alguien tiene bicarbonato! Asimismo, meine Damen und Herren, ese comportamiento de beodo de ZP (altibajos, tropezones, etc.) nos retrotrae a las persecuciones en automóvil por las calles de San Francisco, unas carreras que se caracterizan por vehículos que vuelan sobre el asfalto, chispas que surgen de los bajos de los coches, neumáticos quemados y unos ejes tan destrozados como el idioma español después de ser utilizado por Maleni Álvarez. De cualquier modo, estimados parroquianos, así es la «línea recta» de ZP, similar a la orografía de San Francisco: no hay crisis, estamos en crisis; brotes verdes, pasto quemado; pleno empleo, más de cuatro millones de ociosos; atentados, accidentes; hombres de paz, voluntad inquebrantable; Economía, dos tardes; soy un inútil…«cualquiera puede ser presidente de Gobierno»; en resumen: una peonza que recorre Lombard Street.
Asimismo, meine Damen und Herren, ZP también tiene una criada aficionada a empinar el codo y que en ocasiones le proporciona la solución al misterio: Teresa Fdez. de la Vega. Ignoro si la mojama que confunde ostentación con elegancia es abstemia o disfruta de los nebulosos placeres del alcohol; ahora bien, en las últimas apariciones no daba pie con bola, y ya no digamos cuando el tipo al que ella reafirmaba dimite no por lo que se sabe sino por todo lo que estaba a punto de salir. Veo a ésa mujer cada vez más consumida, se ha convertido en el auténtico espíritu de la golosina. Pero eso también le ocurre a más de uno, queridos lectores: periodistas, opinadores y enteraos a sueldo, monarcas bobones, magistrados, empresarios, sindicalistas, banqueros y crédulos; porque apoyar a un tipo que todavía no entendió que los tranvías de San Francisco no pueden circular fuera de los raíles, ni siquiera para tomar atajos, suele comportar un baño en la bahía y una cadena perpetua de la honestidad en la isla de Alcatraz. Me quedo con el comisario McMillan, meine Damen und Herren; además siempre consideré a Rock Hudson un hombre atractivo, aunque yo prefería a Susan Saint James: lo cortés no quita lo valiente. Aun así, yo escojo «lo cortés» y dejo para ZP…«lo valiente». San Francisco, open your golden gate, you let no stranger wait outside your door…
Foto: El matrimonio Rodríguez.