Sonntag, Juli 12, 2009

ABRE LA BOCA Y CIERRA LOS OJOS (2).





AMOR: 2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

Aun así, meine Damen und Herren, no tengo miedo al amor, aunque sí al hastío y la pena, dos capítulos de esa muerte pegajosa y lenta que concluye en una ruptura. La mejor manera de comprobarlo es el reencuentro con alguna de nuestras ex parejas (yo lo evito siempre que puedo). No es raro que nos obsequien con una indiferencia fingida en la que entrelazan los reproches velados y el desdén. Sin embargo, en otras ocasiones afloran recuerdos gratos, cotidianos y bellos; pero lo triste es que yo no recuerdo nada de lo que escucho, y entonces me limito a abrir los ojos y cerrar la boca. Más aún, no logro identificarme con la descripción que hacen de mí, y a pesar de que percibo en las palabras una distancia envolvente y un cariño nostálgico y maduro, me sorprendo al intentar recordar la persona que fui. Es entonces cuando cierro los ojos y abro la boca. Quizá esa persona me devuelve una parte esencial de mí, algo que creía extraviado o sepultado furtivamente a lo largo de los años.
La bailarina se detuvo frente a un escaparate, pero yo creo que no era para mirar la mercancía expuesta sino para observarse: ¿qué bailarina no pasa muchas horas delante del espejo? Dejé que mi imagen se reflejara en el cristal, fue la primera vez que nuestras miradas se entrecruzaron. Me agradó, estimados parroquianos, una relación que comienza a través del vidrio: ¿debo considerarlo sinónimo de transparencia? Podría ser, sí. Ella retomó el camino y yo recobré la tranquilidad; porque el conocimiento ahuyenta al miedo, y yo comencé a conocerla. Fantaseé durante un trecho, meine Damen und Herren, e imaginé que no sería difícil encontrar un código de comunicación propio entre nosotros que se alejara del convencionalismo: detesto un intercambio de amor en el que todo se da por supuesto y carece de personalidad; ese comportamiento genera amargura y decepción. Tan absorto estaba en mis fantasías que no me percaté de que ella se había alejado; aun así no me importó, la distancia es intrascendente cuando se ama. No obstante temí que mi presencia la inquietara, y me despojé de las Wayfarer para que pudiera ver mis ojos y la mirada suave que resbalaba sobre su cuerpo pero que no pretendía agarrarla. No concibo el amor sin miradas, queridos lectores, aunque agradezco, eso sí, que las miradas de la amada sean penetrantes, sobre todo en el momento de hacer el amor, ya que quizá es la única ocasión en la que encontraremos todas las puertas del alma abiertas, o al menos entreabiertas.
Ella embocó la calle que conduce hacia la entrada de los empleados de la ópera, un lugar por el que me encanta pasear porque a través de las ventanas se filtra el sonido de los ensayos del ballet: el matraqueo de las pisadas, las instrucciones del coreógrafo y una música de piano cuyos compases se repiten hasta que los movimientos de los bailarines se armonizan con las notas. Era mi última oportunidad, meine Damen und Herren, así que aceleré mi paso y me encaré a ella, necesitaba salir de dudas. A pesar de no vislumbrar ningún temor en su rostro, me esforcé en que la pregunta resultara cordial: «¿Eres bailarina?». Ella sonrió y me formuló otra pregunta: «¿Me has visto actuar?». Durante un instante los dos permanecimos con los ojos abiertos, la boca cerrada y nuestras miradas entrelazadas. «Esta mañana: fue una actuación magnífica», atiné a responder. Mi bailarina esbozó una sonrisa mientras mantenía sus ojos sobre los míos, yo sabía que me estudiaba. «El ensayo termina a la una, saldré por la misma puerta», anunció antes de partir. Asentí con la cabeza y observé cómo franqueaba la entrada. Después rehice mis pasos hasta llegar al lugar desde el que podría escuchar el ensayo. Cuando oí las primeras escalas del piano, me apoyé en la pared, cerré los ojos y abrí la boca para exhalar el humo de mi Lucky: no tenía nada mejor qué hacer hasta la una; estaba enamorado.

Foto: ¡Qué bien lo hace!

7 Comments:

Anonymous van said...

Que bonito relato, a mi me pasó algo parecido, pero con un final muy distinto.

10:21 PM  
Anonymous Anonym said...

True Love Story :)

12:38 PM  
Anonymous van said...

Estoy deseoso de que sean mas de las doce. En el camino hacia una cita es donde sucede lo mas...¿maravilloso? , no, lo mas fantastico. En los minutos previos a una cita, la fantasia toma la habitacion de arriba y con la ayuda de un cigarrillo todo puede pasar, y de hecho pasa, pero luego aparece ella y el discurso previsto se nos olvida. Y ella decide, y acierta, lo que sucederá despues. Con unas piernas tan largas quien les dice que no?

9:44 PM  
Anonymous Helio said...

Magnífico Herr Nicholas, su relato se puede soñar y podemos pasear y pensar en lugar del/la protagonista. Cuéntenos el final hasta donde pueda. Saludos.

12:42 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

VAN:
El final todavía lo ignoro, Van, el tiempo dirá, o la paciencia de la bailarina. A mí me ocurre lo mismo: me gustan las piernas largas. Hummm. Saludos.

8:17 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

ANÓNIMA:
Sure!

8:17 PM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

HELIO:
Muchas gracias, Helio. De vez en cuando rompo la rutina de escribir sobre ZP, creo que los lectores lo agradecen, y yo también. Así lo haré, Helio. Saludos.

8:17 PM  

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