ABRE LA BOCA Y CIERRA LOS OJOS (1).
Ayer me ocurrió algo raro, meine Damen und Herren: encontré una bailarina en el tranvía y pensé en el amor. Entiendo que es una extraña concomitancia; pero así fue. Disculpen, quizá sería conveniente comenzar por el principio. El trayecto que yo debía realizar era corto y conocido, además el paisaje que veía desde las ventanillas no me interesaba, por lo que decidí fijar mi atención en los pasajeros. Entre la morralla destacaba una chica rubia y alta, con una belleza pétrea al tiempo que distinguida: no pude apartar mi mirada de ella. No vestía zapatillas de ballet, tutú ni calentadores; aún así, estoy seguro de que era una bailarina: la piel del rostro parecía de porcelana; las extremidades eran largas y sus movimientos distinguidos; la nariz respingona era un desafío insolente; la silueta de los omóplatos atravesaba la blusa, semejaban dos vigilantes que obligaban a la muchacha a mantener las cervicales y las caderas en una posición tan tensa como pulcra; y el uso de las manos me indicó que la gracia y precisión que yo presenciaba correspondían a alguien que siempre sabe qué debe hacer con su cuerpo. Con todo, estimados parroquianos, yo necesitaba confirmar mi sospecha, y creo que Dios se apiadó de mí porque la chica bajó en la misma parada que yo. Sí, era una bailarina. Más que pisar, los pies de la muchacha parecían coquetear con el suelo, una discusión momentánea en la que sin embargo se alcanza un acuerdo no exento de burla y jactancia: me gustó, meine Damen und Herren; creo que me enamoré de ella. Ahora bien, ¿qué podría haber dicho yo?: ¿abre la boca y cierra los ojos?, ¿cierra la boca y abre los ojos? Lo cierto es que el que tenía los ojos y la boca abiertos era yo, queridos lectores; pero yo quería saber cuál sería su respuesta. Caminé sobre sus pasos durante un rato, estaba fascinado, y pensé en el amor. Sí, ya saben, esas cuatro letras que al combinarlas nos permitirán viajar a Roma, regalar un ramo o comer una mora. ¿Abro los ojos y cierro la boca?, ¿cierro los ojos y abro la boca?
No se sorprendan de que mencione a la boca, porque al amor hay que devorarlo, de lo contrario él nos devorará hasta convertirnos en seres pasivos e indefensos, meine Damen und Herren, porque el amor también podemos conjugarlo: yo amo, ella ama…No obstante, lo peor es cuando uno de los dos añade una negación: yo no amo, ella ama…Entonces comprendemos que el amor se convirtió en un viaje de ida y vuelta sin destino o hacia un horizonte inexistente. Aun así, percibiremos ese torrente metabólico que estimula nuestro cuerpo de una manera tan fascinante y entregada, que llega a incomodarnos. Sin embargo, yo también cometí el error de querer formar parte de la vida de una persona que no me quería; un desliz que el paso del tiempo nos ayuda a comprender con una claridad que después redondeamos con otra opinión: tampoco nos merecía.
La bailarina continuaba su camino y yo no perdía detalle de su apostura. Me gustó observar cómo elevaba su torso en cada semáforo para comprobar si podía cruzar la calle, incluso imaginé que cada línea del paso de cebra era la barra donde ejercitaría sus movimientos: comprendí que estaba enamorado de la bailarina, estimados parroquianos. Encendí un Lucky para dejar que ella se adelantara y olfateé el aire, sabía que cada nuevo amor nos trae un eco del anterior, como el perfume tenue que un desconocido deja a su paso y que a nosotros nos recuerda a un amor perdido o…rechazado. Mi duda persistía: ¿abro los ojos y cierro la boca?, ¿cierro los ojos y abro la boca?
Me considero un hombre romántico, meine Damen und Herren, sin embargo nunca hice del amor— en todas sus facetas— el eje de mi vida ya que una emoción nunca puede ser una herramienta cognitiva, y a mí me gusta encontrar una explicación en todo. ¿Qué explicación podía encontrar en una bailarina desconocida? Ninguna: estoy enamorado.
Me considero un hombre romántico, meine Damen und Herren, sin embargo nunca hice del amor— en todas sus facetas— el eje de mi vida ya que una emoción nunca puede ser una herramienta cognitiva, y a mí me gusta encontrar una explicación en todo. ¿Qué explicación podía encontrar en una bailarina desconocida? Ninguna: estoy enamorado.
Foto: Sus pies.
2 Comments:
tal vez el único fuego con el que merezca la pena arder
n a c o
polvoenamorado
OSAKA:
Pero también el que más quema y deja cicatrices profundas. Saludos.
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