OFF THE WALL (1).
BIS: 1. m. Ejecución o declamación repetida, para corresponder a los aplausos del público, de una obra musical o recitada o de un fragmento de ella.
Me gustan las canciones y la música de Michael Jackson, meine Damen und Herren. Cuando alguien me regaló el disco que yo considero el último de los hermanos Jackson — Destiny—, comprendí que ese hombre estaba encorsetado en cuatro momios anodinos que lastraban su carrera. Sin embargo, él intentó explicarnos que el culpable era el boggie, cuando todos sabíamos que era el cuarteto de mediocres. Su primer disco en solitario, Off the Wall, y en mi opinión el mejor, nos permitió percibir dos cosas: la elegancia que Quincy Jones aplica al pentagrama y el talento innato de Michael Jackson. Durante los siguientes años tuve la oportunidad de verle en directo en ocho ocasiones, y nunca salí defraudado. No obstante, es innegable que los conciertos de Michael Jackson no dejaban lugar a la espontaneidad, el bis y la empatía para con el público: todo estaba milimetrado y sujeto a un guión; la esencia de un buen espectáculo. Con todo, la fuerza de su voz, la puesta en escena y el magnetismo de su cadencia de baile colmaban nuestras necesidades, y no pedíamos nada más porque sabíamos que Michael Jackson lo había dado todo. Una vez más, estimados parroquianos, la historia nos demuestra que el genio debe morir prematuramente para convertirse en leyenda: ningún decrépito entrará en el Olimpo. Sin embargo, y a pesar del fallecimiento de Michael Jackson, estoy contento, meine Damen und Herren, ya tenemos sucesor en el reino del escenario: Barack Obama; ya saben, el primer presidente judío de USA y a su vez gran muftí de Washington; ¡el gemelo de nuestro admirado José Luis Rodríguez, el Puma! Sea como sea, queridos lectores, el inicio del Obama’s Tour no resulta prometedor, me recuerda a los pasos vacilante de Michael Jackson en el vídeo Billie Jean.
La crisis iraní exhala ese tufo arbitrario y manipulador que caracteriza a la política exterior de EE.UU. Me permito hacerles una sugerencia: la carne de cañón cotiza a la baja, no formen parte de ella; el excedente es abrumador. Obama, una marioneta que dejaría en mantillas a los titiriteros checos, pretende repetir aquello de «es un hijo de puta; pero es nuestro hijo de puta» cuando se refiera a Musavi, un personaje cuyo currículo está jalonado por el asesinato de miles de presos políticos, sindicalistas, feministas y estudiantes: un hijo de puta; cierto, meine Damen und Herren, pero…¡no el nuestro! Ante las acusaciones de fraude en las elecciones celebradas en Irán siento el regurgitar de algo ya conocido: si gana mi peón, las elecciones fueron ejemplares; y si pierde mi peón, hubo fraude. En cierta manera es como el moonwalk de Michael Jackson: simple pero vistoso (yo lo hago de maravilla, deberían verme). USA, una vez más, pretende que sus guerras se libren en otros campos de batalla y con cipayos o carne de cañón de otras nacionalidades: eso nunca supone un coste electoral en EE.UU; ¡ni siquiera ocurrió durante la guerra de Vietnam en la que el 80% de los soldados de primera línea eran negros o hispanos! Uno de los problemas del gran muftí de Washington, y por extensión de USA, es que el tipo nos recuerda al sonido de Jackson Five: reminiscencias de Motown, aires de funk cuando el sonido disco agonizaba y unas melodías, así como una imagen, anticuadas: Obama no está preparado para Off the Wall y Thriller; lo suyo es Blame it on the Boggie. El sosias de ZP (no exagero, recorren la misma senda; de todas formas el color les delata) debe afrontar uno de los retos más complicados para EE.UU. desde el final de la II Guerra Mundial: la defensa del dólar. USA teme que una Europa con una moneda única y en buenas relaciones con Rusia — algo que implica también a China e Irán (existen otros países pero de momento disfrutan del letargo del cobarde) — comience a cuestionar la preponderancia del dólar. La sentencia contra Saddam Hussein se dictó el día que éste decidió vender su petróleo a cambio de otras monedas que no fueran el dólar; «costumbre perniciosa» que Irán está dispuesto a imitar. Asimismo, otros países — Japón, Arabia Saudita, Emiratos Árabes e India, por ejemplo— también verían con buenos ojos la utilización de otra moneda que no está sujeta a las depreciaciones del dólar; o al menos que no lo haga en la misma medida. El día que Europa elimine sus reticencias hacia Rusia (creo que Alemania lleva un adelanto sustancial en el tema), se desvincule de los problemas de Israel y USA con Irán y haga la vista gorda con China (en eso somos maestros), los días del dólar como moneda predominante estarán contados. De momento, EE.UU. intenta romper la cadena por el eslabón débil— Irán—; sin embargo antes ya lo intentó con Rusia: Serbia, Kosovo, Georgia, la expansión de la OTAN y el famoso…escudo antimisiles. Respecto a Europa el tema se convierte en sibilino: el ingreso de Turquía en la UE, algo que provocaría un desastre financiero para la Unión Europea y un desequilibro social que haría peligrar la cohesión de nuestras sociedades. No obstante, meine Damen und Herren, demostraré una vez más mi bonhomía y propondré una idea al atolondrado de Obama: Que convierta a Turquía en el quincuagésimo primer estado de EE.UU. y añada una media luna a la bandera de las barras y las estrellas; quedaría precioso: In God we trust! Disculpen, estimados parroquianos, unas lágrimas asoman a mis ojos: ¡soy un hombre tan sensible! Sniff, sniff…
Foto: Equilibrio.
2 Comments:
Debería hacete caso Obama, Nicholas. :))
MARY WHITE:
Obama es otro vendedor de humo, como nuestro querido ZP. Por el contrario, él sí se deja aconsejar (a las marionetas siempre les “aconsejan” a través de los hilos). Turquía ni forma parte de Europa ni sus habitantes son europeos. Estambul y Ankara son el escaparate de la tienda, pero no debemos olvidar que el 80% de la población vive en Anatolia. Asimismo, estimada pelirroja, me sorprende el apoyo de Suecia a la entrada de Turquía en la UE, más que nada porque los suecos son una de la poblaciones más racistas de Europa (a mí me resulta indiferente, puedo pasar por uno de ellos). Los alemanes tenemos mala fama en algunas cuestiones, pero créeme, los suecos se llevan la palma; aunque a lo mejor es que se hacen…”el sueco”. Saludos.
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