Dienstag, Februar 10, 2009

MI GRAN BODA BALCÁNICA (1).

BODA: 1. f. Casamiento y fiesta con que se solemniza. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing.

La primavera berlinesa traerá algo más que flores, temperaturas agradables y luz solar: bodas. Sí, meine Damen und Herren, ésa es la estación del año en la que muchos extranjeros deciden casarse. Los sábados del mes de mayo no es difícil ver a parejas de novios con el séquito de gorrones correspondiente que celebran alborozados lo que el hastío asesinará unos años después; si es que antes él no la asesina a ella. Mi innato interés antropológico demuestra su predilección por un tipo de enlace: ¡la boda balcánica! Es algo magnífico, estimados parroquianos, ya que los invitados nos mostrarán cuáles son los límites de lo hortera y el mal gusto, al tiempo que nos enseñan que las distancias geográficas y las culturales no pueden medirse sólo en kilómetros. Los atuendos del novio elevarían a Los Chunguitos o a Farruquito a los altares del british style de la moda masculina mientras que los de la novia son un descenso al averno del las perpetraciones cromáticas o al armario de Picio. Sea como sea, queridos lectores, ninguno de ellos tendrá parangón con el porte indumentario de las invitadas, unas mujeres que se empecinan en conseguir algo que la naturaleza les negó, y que para lograrlo se enfundan en unos vestidos cuyas formas y colores sólo pueden aceptarse si nos gusta ver la vida a través de un calidoscopio o somos adictos al LSD. Es en los parques donde mejor podemos apreciar ese tipo de fauna, porque la visita a la frondosidad urbana para realizar las fotografías es obligatoria: miradas cursis, poses estúpidas y siempre un árbol de por medio; ya no les digo nada si hay un estanque. El contraste entre el vestido de la novia, el grosero maquillaje que suelen lucir y el follaje incrementa la imagen virginal de la mujer, algo que forma parte de la pamema ya que muchas son vírgenes por «delante» pero mártires por «detrás»; ustedes ya me entienden.
Ahora bien, ese tipo de superchería también podemos encontrarla en la política española, es lo que algunos denominan «corrupción». Me alegro por ustedes, meine Damen und Herren, les invitaron a una boda balcánica: ¡qué suerte! Sin embargo, en ése tipo de enlace son tantos los invitados que no sabemos quiénes son: ¿del novio o de la novia?, ¿gorrones? Al igual que en otras ocasiones, no podía faltar a tan egregio enlace Baltasar Garzón, un hombre que fue magistrado y que ahora ignoro a qué se dedica, aunque si alguien le pregunta lo conveniente es que responda «a mis labores»; una fórmula ambigua pero que en determinados contextos deviene en exacta. Otro de los asistentes es el PP, un partido que está más nervioso que la novia, quizá porque sólo piensa en la noche de bodas y es consciente de que su poca experiencia sexual dificultará…el momento sublime en el tálamo: la sombra del gatillazo acecha, meine Damen und Herren. Yo le aconsejaría que no se preocupe, que con buena polla se folla bien; pero me temo que al PP «el servicio de tres piezas» se le arrugó hace ya tiempo: la eyaculación precoz dio paso a la flaccidez prematura; sin embargo con las «gallardas» funciona, no lo entiendo. Mientras que los novios se retratan en el Tiergarten berlinés, nosotros observamos entre el follaje (sí, sí, piensen mal) la cabeza de un tipo que a pesar de no estar invitado siempre acude: José Luis Rodríguez, el Puma. Me temo que ése individuo no repartirá habanos, ni siquiera hizo un regalo a los recién casados, su situación económica no se lo permite; además el traje que viste es prestado. Muy malas deben ser sus perspectivas cuando necesita todo ese montaje para distraer la atención de la gente y perpetuar el engaño en el que sumió a la sociedad española. No obstante, meine Damen und Herren, la sonrisa libidinosa que cuelga de sus labios nos indica que él fue uno de los que visitó «la puerta trasera» de la novia, por lo tanto es lógico que sonría con malicia al regodearse en la trampa que sufre el novio. Asimismo cabe otra posibilidad: José Luis Rodríguez, el Puma, sabe que no asiste a una boda balcánica sino a una boda de negros; siempre tiene la inteligencia de guardia.

Foto: Blanca y radiante va la novia, y sobre todo discreta.