Donnerstag, Juli 03, 2008

WIENER CHRONIKEN / FIAKER



ARRE: 1. interj. U. para estimular a las bestias.

Esta mañana me encontraba en la terraza de un café mientras quemaba el tiempo y los cigarrillos al mismo ritmo. Había quedado con una amiga para comer en Fabios, un restaurante que me permito sugerirles, meine Damen und Herren, y que está situado en el nº 6 de la calle Tuchlauben. Los minutos transcurrían y mi amiga se retrasaba; ¡algo que detesto!, aunque no tanto como recibir una llamada para avisar del retraso cuando éste ya se ha producido. Sea como sea, decidí pedir otra cerveza y disfrutar del paso de los fiaker, esos coches de caballos — el término también se refiere al cochero— que circulan por el centro de Viena. Para hacer llevadera la espera, me entretuve con la lectura de El País, una de cuyas noticias anunciaba el debate de esta tarde en el Congreso de los Diputados. Les reconozco, estimados parroquianos, que mi leer era apático y desinteresado; como el que se realiza en la sala de espera del dentista. El sonido de los cascos de los caballos ejercía de metrónomo para la extraña asociación que se gestaba en mi cabeza: fiaker y José Luis Rodríguez, el Puma. Ya lo sé, meine Damen und Herren: las obsesiones son insanas. De todas formas, intuí que alguna relación guardaban esos dos elementos y permití que mi mente divagara, hasta que la eufonía de unos tacones femeninos anunció la llegada de mi amiga. Estaba exultante porque había conseguido unos zapatos de Christian Louboutin — eran los responsables del retraso— y quería estrenarlos ese mismo día. Ella interpretó que mi gesto contrariado obedecía a la demora; pero no era así, meine Damen und Herren, yo pensaba en otra cosa: ¿Qué relación existe entre los fiaker y José Luis Rodríguez, el Puma?
Cuando mi amiga me pellizcó la barbilla, tatuó su carmín en mis mejillas y me llamó «tesoro» (¡cómo lo odio!), yo ya había disculpado el retraso; tan era así que le propuse dirigirnos al restaurante en un fiaker. Durante el trayecto me enfrenté a una explicación frívola e insustancial sobre la moda, los zapatos y las mujeres. Sin embargo, cuando el carruaje embocó una calle, un detalle me sacó del ensimismamiento: la cochera arreó a los caballos para imponer el trote. Mi intuición me indicaba que ése gesto estaba relacionado con ZP, y así lo confirmó la cochera: «los adoquines de la calle son muy desiguales, y si pasamos rápido, para ustedes será más confortable». ¡Era eso, meine Damen und Herren! No podrán negarme que ésa es la actitud de nuestro estimado Puma, un inepto que, al igual que aquellos desgraciados que debían ganarse su salario del miedo al atravesar la tôle ondulée a una determinada velocidad para que la nitroglicerina no explotase, considera que al incrementar la viveza de sus mentiras podrá sortear los socavones del camino. ¡Qué astuto, queridos lectores, estoy vivamente impresionado!
Respecto a ZP podemos utilizar muchos términos, excepto uno: originalidad. Mientras que las cifras económicas señalan otro diagnóstico, el Puma continúa sobre el escenario del teatrillo de la idiotez sin comprender la diferencia entre autor, personaje y narrador. Asimismo, y ante la imposibilidad de enfrentarse a verdades excesivamente tristes y deslucidas, prefiere construir la memoria de los españoles — la suya sobre todo— a base de filfa y humo. Hace ya tiempo que sospecho que el gran estadista es de esos que se salta las páginas de política internacional de los periódicos y que utiliza las de economía para envolver el bocadillo de chistorra que devora en el almuerzo: ¡qué poco charme, meine Damen und Herren! No obstante, reconozco que estamos ante un alma sensible cuyo pasatiempo es escribir obras de ficción que por desgracia no se convertirán en realidad. Ustedes intuyen que mi bondad innata me impide ser malvado, y es por ello por lo que reconozco la sólida formación económica de ZP, que hoy mismo nos hizo partícipes de su nueva teoría financiera para afrontar épocas de crisis: Si no hay dinero, que haya sonrisas. Él es el encargado de proporcionarlas. La próxima ocasión en la suba en un fiaker comprobaré si ZP es el cochero, aunque quizá lo conveniente sería observar quién tira del carruaje, ¿pueden imaginárselo, meine Damen und Herren?: ¡Arre, arre, Dos Tardes!

Foto: Fiaker (NvO 2008)

5 Comments:

Blogger braincrapped said...

Acto primero: Rodríguez --el de la Economía en dos tardes-- jugando, jugando, hiere de muerte al bolsillo de los españoles.

Acto segundo: Rodríguez se disfraza de hechiZero de la tribu y jura que con unas palabras y unos saltitos de su danZa, los españoles van a tener el bolsillo mas inagotable de toda Europa.

2:56 AM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

BRAINCRAPPED:

Ya sabes que ZP es un mago de las finanzas: nada por aquí, nada por allá…
Me temo que llegareis a ése «nada». Saludos.

3:35 AM  
Blogger Caco said...

Esta primera entrega la voy a imprimir para tenerla en Marbella en el restaurante en la playa. Que aprendan leyendo los clientes. Y porque uno de los socios es un poco rojete que si no la plastificaba y la utilizaba de salvamantel individual

Me alegro de tu vuelta más que mucho.

9:46 PM  
Blogger Caco said...

Es evidente que esta respuesta era para Joe Black 1 pero dado el estado de mi cerebro ( habitualmente líquido ) sabrás disculparme

3:17 AM  
Blogger Nicholas Van Orton said...

CACO:

Entre amigos— si me lo permites— sobran las disculpas, Caco. Lo importante es que te recuperes de tus achaques, supongo que propios de la edad jajajajajaja
Saludos.

3:24 AM  

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