OASIS Y MEDIOS / 1
La sequía persiste en Cataluña, meine Damen und Herren, y yo estoy preocupado porque dentro de unas semanas debo viajar a Barcelona: ¿deberé portar una cantimplora?, ¿tendré que renunciar al hielo en el gin-tonic o a mis baños de una hora de duración a 45ºC y con aceite de algas?, ¿me encontraré un mundo semejante al de Mad Max?, ¿prohibirá el honorable xarnego sudar a los catalanes, para acumular reservas hídricas? Muchas preguntas y ninguna respuesta, aunque lo que más me inquieta de Cataluña es que se trata de un lugar en el que todo es posible: optaré por la cantimplora y una buena ración de pastillas de sal; como en las películas.
Tal y como escribí el otro día, el oasis se ha secado, y en su fondo podremos observar, engastada en el cieno, toda la basura y desperdicios que las aguas putrefactas escondían. Sí, estimados parroquianos, un auténtico vertedero submarino. Sin embargo, para que algo así ocurra, es necesaria la ayuda de cómplices: los medios de comunicación catalanes; ésos sí son ladrones de tres manos. La extraña e insana cohabitación de muchos periodistas con el poder catalán se inició ya durante la época de Jordi Pujol, y ahora, bajo el mandato de Pepe el Risas— también conocido con el alias de José Montilla— se ha cambiado el concubinato por un matrimonio en toda regla, en el que las arras tomaron la forma de generosas subvenciones. No obstante, queridos lectores, ustedes no deben dudar jamás de la virtud de la novia (los medios) porque éso es algo incorrecto, aunque yo, por el contrario, sí la haré: prefiero la bilis a la angostura.
Es cierto que un periodista no crea corrupción, pero sí lo hace cuando con su silencio favorece un clima propicio para que los políticos actúen impunemente. Por ello en Cataluña no existe corrupción, ¡Dios nos libre!, aunque el motivo es otro: de lo que no se habla o informa no existe; el silencio trabaja de editor y corrector de estilo. Los periodistas, además, se prestan de buen grado a la componenda porque saben que el premio a su disimulo puede ser ocupar un cargo; cargo, por otro lado, que después utilizarán para silenciar a sus propios compañeros: perros que vigilan a perros. Con todo y con eso, es necesario evitar cualquier sospecha de censura, y nada mejor para ello que crear un nuevo estilo periodístico: el periodismo higiénico. Así es, meine Damen und Herren, la administración catalana ejerce de agencia de noticias y los medios, de común acuerdo, sólo publican los asuntos que consideran favorecen al microclima del oasis y no alteran las vidas aplacibles de los ciudadanos. Creo que es una forma muy grosera de minusvalorar a la gente y a la profesión de plumilla. Asimismo, también es necesario crear un nuevo lenguaje que sustente todo el andamiaje de la apariencia, es lo que podríamos denominar la prosa del eufemismo; ya saben: «accidentes», «incidencias», «pequeños problemas», etc. Resulta indiferente que esa hábil perversión del lenguaje oculte el derrumbe de un barrio, apagones bochornosos o el caos en los transportes: ¡todo sea por los pececillos del oasis!
Hasta no hace mucho, yo creía que los periodistas catalanes eran aficionados a la astronomía, ya que en cada ocasión en la que saqué a colación algún tema…cómo decirlo…delicado, todos elevaban sus ojos al cielo, aunque estuviéramos bajo techo, con una facilidad pasmosa. Siempre me he preguntado dónde estaban los periodistas catalanes cuando Barcelona era, y ahora lo sigue siendo, la arcadia de las corruptelas. El famoso 3% no deja de ser una bagatela si lo comparamos con el auténtico río de dinero sucio que fluía bajo la administración del Molt Honorable Jordi Pujol. A pesar de ser una corriente subterránea y por lo tanto invisible, algunos zahoríes la detectaron; pero nadie quiso prestar atención. Les señalaré dos ejemplos: el juez Luis Pascual Estevill y el orondo Macià Alavedra, a la sazón conseller de Economía de la Generalitat de Catalunya. Siéntense, meine Damen und Herren: farem safareig.
Es cierto que un periodista no crea corrupción, pero sí lo hace cuando con su silencio favorece un clima propicio para que los políticos actúen impunemente. Por ello en Cataluña no existe corrupción, ¡Dios nos libre!, aunque el motivo es otro: de lo que no se habla o informa no existe; el silencio trabaja de editor y corrector de estilo. Los periodistas, además, se prestan de buen grado a la componenda porque saben que el premio a su disimulo puede ser ocupar un cargo; cargo, por otro lado, que después utilizarán para silenciar a sus propios compañeros: perros que vigilan a perros. Con todo y con eso, es necesario evitar cualquier sospecha de censura, y nada mejor para ello que crear un nuevo estilo periodístico: el periodismo higiénico. Así es, meine Damen und Herren, la administración catalana ejerce de agencia de noticias y los medios, de común acuerdo, sólo publican los asuntos que consideran favorecen al microclima del oasis y no alteran las vidas aplacibles de los ciudadanos. Creo que es una forma muy grosera de minusvalorar a la gente y a la profesión de plumilla. Asimismo, también es necesario crear un nuevo lenguaje que sustente todo el andamiaje de la apariencia, es lo que podríamos denominar la prosa del eufemismo; ya saben: «accidentes», «incidencias», «pequeños problemas», etc. Resulta indiferente que esa hábil perversión del lenguaje oculte el derrumbe de un barrio, apagones bochornosos o el caos en los transportes: ¡todo sea por los pececillos del oasis!
Hasta no hace mucho, yo creía que los periodistas catalanes eran aficionados a la astronomía, ya que en cada ocasión en la que saqué a colación algún tema…cómo decirlo…delicado, todos elevaban sus ojos al cielo, aunque estuviéramos bajo techo, con una facilidad pasmosa. Siempre me he preguntado dónde estaban los periodistas catalanes cuando Barcelona era, y ahora lo sigue siendo, la arcadia de las corruptelas. El famoso 3% no deja de ser una bagatela si lo comparamos con el auténtico río de dinero sucio que fluía bajo la administración del Molt Honorable Jordi Pujol. A pesar de ser una corriente subterránea y por lo tanto invisible, algunos zahoríes la detectaron; pero nadie quiso prestar atención. Les señalaré dos ejemplos: el juez Luis Pascual Estevill y el orondo Macià Alavedra, a la sazón conseller de Economía de la Generalitat de Catalunya. Siéntense, meine Damen und Herren: farem safareig.
Foto: Cataluña yace en el fondo del oasis.
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