EL TRASTORNO Y AMARCORD
TRASTORNO: 2. m. Alteración leve de la salud.
Desconozco si a ustedes les ocurre lo mismo que a mí, meine Damen und Herren, quizá me ayudaría saber que a otros les sucede algo parecido. No logro entender el trastorno que me aflige ni sus consecuencias, aunque me inquieta lo suficiente como para reflexionar a diario sobre él; debería acudir al médico, pero…¿a qué especialista?: psiquiatría, neurología, gastroenterología…Sin embargo alguna decisión debo tomar, aunque sea para vencer el miedo que me atenaza y que mis amistades perciben. Noche tras noche ruedo bajo el edredón sin poder conciliar el sueño, y ése desvelo crónico me enerva aún más al tiempo que acrecienta mis temores. No sé, quizá a través de Josephsplatz encuentre una solución a mi problema; antes, sin embargo, debo explicarles lo que me sucede: en cada ocasión en la veo o escucho a José Luis Rodríguez, el Puma, acude a mi cabeza la película Amarcord, de Federico Fellini; aunque éso no es lo peor, no: cuando la crisis se acrecienta, mi cabeza rebosa con la música de Nino Rota, el compositor de bandas sonoras, en concreto con La Strada.
De todas formas y ahora que lo pienso es algo lógico, estimados parroquianos, porque de nuestro querido ZP siempre emana un cierto aire de cine italiano, ya saben: Fellini, Sordi, Gassman, miseria de posguerra, anhelo de desempleado y avaricia de cutre; pero todo ello disimulado con un humor grotesco y en muchas ocasiones chusco, que no deja de ocultar el peripatetismo del protagonista. Qué otra cosa podemos pensar de un hombre cuya desfachatez trueca las vacas gordas por flacas en cuestión de días, asegura haber mejorado a la economía italiana (¡cómo si eso fuera un mérito!), alcanzado a Francia y que había fijado su objetivo de inculto en Alemania, una país al que adelantaría por la izquierda porque está gobernado por una fracasada. Así es nuestro querido ZP, un caricato de sí mismo que se dibuja con el carboncillo de las exageraciones del rústico. Asimismo, las soluciones que propone están acompañadas de su propia banda sonora: carcajadas y carraspeos. Extraño aplauso es ése, meine Damen und Herren, no obstante es el previsible, porque ante «el aterrizaje suave» que realiza la economía española, ZP propone una inyección de diez mil millones y…«buenas noches, y buena suerte». No quiero imaginar por dónde se los inyectará a los españoles y las posturas que éstos deberán adoptar para facilitar el trabajo del practicante. Por lo pronto, alguna de esas silenciosas lumbreras que alcanzó el rango de ministro trabaja con la posibilidad de incrementar el IVA en España, sólo tiene una duda: 18% ó 19%. Pero es que a ZP le encantan las fanfarrias, los ritmos repetitivos y pegadizos, al igual que a los niños; y después, para acallar a los críticos, restañar su imagen y ocultar, culpará a Felipe II y anunciará el embarazo de Teresa de la Vega. Disculpen, meine Damen und Herren, quizá me excedí, rectifico: el culpable será Enrique II de Trastámara, el Fraticida.
Todavía ignoro cómo solucionaré mi síndrome de Amarcord-Nino Rota, de todas formas tengo esperanzas de conseguir la recuperación. Por el contrario, el caso de ZP tiene difícil curación, ya que un hombre tan digno como él, con una inteligencia que resplandece como el sol de alta montaña, una credibilidad que el aire transporta de un lugar a otro hasta lograr resfriarnos, y una coherencia que desentona como una ñorda de a cuarto en un velatorio, evoca otras imágenes: alpargatas sobre moquetas, fregonas en palacios, puestas de largo en mansiones derruidas, analfabetos en una biblioteca e ilusionistas en un asilo. Sea como sea confío en la medicina; sin embargo les propongo un experimento: escuchen la pieza que acompaña al presente escrito, cierren los ojos y obtengan sus conclusiones: si coinciden con las mías nos indicarán que estamos ante una epidemia.
APOSTILLA: Felicito a John McCain por su próxima victoria, porque si ZP impartió ordenes para establecer contactos con Obama y Clinton…
Foto: Naso y La Gradisca (Amarcord 1973)
Desconozco si a ustedes les ocurre lo mismo que a mí, meine Damen und Herren, quizá me ayudaría saber que a otros les sucede algo parecido. No logro entender el trastorno que me aflige ni sus consecuencias, aunque me inquieta lo suficiente como para reflexionar a diario sobre él; debería acudir al médico, pero…¿a qué especialista?: psiquiatría, neurología, gastroenterología…Sin embargo alguna decisión debo tomar, aunque sea para vencer el miedo que me atenaza y que mis amistades perciben. Noche tras noche ruedo bajo el edredón sin poder conciliar el sueño, y ése desvelo crónico me enerva aún más al tiempo que acrecienta mis temores. No sé, quizá a través de Josephsplatz encuentre una solución a mi problema; antes, sin embargo, debo explicarles lo que me sucede: en cada ocasión en la veo o escucho a José Luis Rodríguez, el Puma, acude a mi cabeza la película Amarcord, de Federico Fellini; aunque éso no es lo peor, no: cuando la crisis se acrecienta, mi cabeza rebosa con la música de Nino Rota, el compositor de bandas sonoras, en concreto con La Strada.
De todas formas y ahora que lo pienso es algo lógico, estimados parroquianos, porque de nuestro querido ZP siempre emana un cierto aire de cine italiano, ya saben: Fellini, Sordi, Gassman, miseria de posguerra, anhelo de desempleado y avaricia de cutre; pero todo ello disimulado con un humor grotesco y en muchas ocasiones chusco, que no deja de ocultar el peripatetismo del protagonista. Qué otra cosa podemos pensar de un hombre cuya desfachatez trueca las vacas gordas por flacas en cuestión de días, asegura haber mejorado a la economía italiana (¡cómo si eso fuera un mérito!), alcanzado a Francia y que había fijado su objetivo de inculto en Alemania, una país al que adelantaría por la izquierda porque está gobernado por una fracasada. Así es nuestro querido ZP, un caricato de sí mismo que se dibuja con el carboncillo de las exageraciones del rústico. Asimismo, las soluciones que propone están acompañadas de su propia banda sonora: carcajadas y carraspeos. Extraño aplauso es ése, meine Damen und Herren, no obstante es el previsible, porque ante «el aterrizaje suave» que realiza la economía española, ZP propone una inyección de diez mil millones y…«buenas noches, y buena suerte». No quiero imaginar por dónde se los inyectará a los españoles y las posturas que éstos deberán adoptar para facilitar el trabajo del practicante. Por lo pronto, alguna de esas silenciosas lumbreras que alcanzó el rango de ministro trabaja con la posibilidad de incrementar el IVA en España, sólo tiene una duda: 18% ó 19%. Pero es que a ZP le encantan las fanfarrias, los ritmos repetitivos y pegadizos, al igual que a los niños; y después, para acallar a los críticos, restañar su imagen y ocultar, culpará a Felipe II y anunciará el embarazo de Teresa de la Vega. Disculpen, meine Damen und Herren, quizá me excedí, rectifico: el culpable será Enrique II de Trastámara, el Fraticida.
Todavía ignoro cómo solucionaré mi síndrome de Amarcord-Nino Rota, de todas formas tengo esperanzas de conseguir la recuperación. Por el contrario, el caso de ZP tiene difícil curación, ya que un hombre tan digno como él, con una inteligencia que resplandece como el sol de alta montaña, una credibilidad que el aire transporta de un lugar a otro hasta lograr resfriarnos, y una coherencia que desentona como una ñorda de a cuarto en un velatorio, evoca otras imágenes: alpargatas sobre moquetas, fregonas en palacios, puestas de largo en mansiones derruidas, analfabetos en una biblioteca e ilusionistas en un asilo. Sea como sea confío en la medicina; sin embargo les propongo un experimento: escuchen la pieza que acompaña al presente escrito, cierren los ojos y obtengan sus conclusiones: si coinciden con las mías nos indicarán que estamos ante una epidemia.
APOSTILLA: Felicito a John McCain por su próxima victoria, porque si ZP impartió ordenes para establecer contactos con Obama y Clinton…
Foto: Naso y La Gradisca (Amarcord 1973)
3 Comments:
La banda sonora perfecta para la tragicomedia nuestra de cada día.
vete a la mierda cabrón
ANÓNIMO 10:41
Su comentario es la confirmación: estamos ante una epidemia.
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