Freitag, Dezember 08, 2006

TARDE DE TOROS


CUADRILLA.- 7. f. Der. Concurrencia de más de tres malhechores armados para la comisión de un delito, que en algunos ordenamientos se considera circunstancia agravante.

Cualquier torero que se precie necesita de unos buenos subalternos para la brega. Lo habitual es disponer de dos picadores y tres peones para afrontar la temporada con las debidas garantías. Los mejores diestros saben que contar con ayudantes de calidad y confianza les ayudará a desarrollar todo su arte con éxito, triunfos y vueltas al ruedo. Entre el quinteto suelen estar dos banderilleros, aunque algunos matadores prefieren ser ellos los que afrontan el segundo tercio: las banderillas. Todavía son recordados por su vistosidad, elegancia y buen hacer, los pares que colocaban Luis Francisco Esplá — mi torero favorito — y Víctor Mendez. En el caso de que sea el subalterno el que debe colocar los palos sobre el morlaco, el primer espada tiene la obligación de cubrir las espaldas del banderillero.
Si el desarrollo de la lidia está dispuesto con la misma exactitud que las notas musicales sobre un pentagrama, las faenas que realiza ése torero cojo, bizco y miedoso, llamado ZP, nos recuerdan a una música diferente: ratonera, sincopada hasta la extravagancia y magra en imaginación. De igual manera, la cuadrilla que le acompaña, tan numerosa como inútil, ayuda de forma inestimable a demostrar lo que todos sospechaban: ZP es el bombero torero. Todos ellos hacen de sus capotes sayos; ninguno quiere colocar las banderillas; se esconden en el burladero al menor amago del toro; y pretenden ocultar las holguras de sus taleguillas con movimientos de despiste. Entre toda esa cofradía de inútiles han conseguido que algo digno, como debería ser el arte de la política, se convierta en un espectáculo circense. Creo que es pertinente describir con exactitud la cuadrilla de ZP, el bombero torero:
PEPIÑO BLANCO demuestra querencia al burladero; se mantiene cerca de él. Cuando la lidia se complica, el gallego salta al albero para realizar aparatosos movimientos de capote, que resultan tan antiestéticos como inútiles; pero que distraen a una parte de los tendidos. Con esos ojillos de besugo insomne, mira desde las tablas la señal del diestro para que comience su actuación. Después, por eso, regresará con rapidez a su refugio.
M.A.MORATINOS es el peón veterano. Hasta la fecha siempre había toreado en plazas de tercera categoría, y esa frugal experiencia le hace parecer un advenedizo cuando el ruedo es uno de los importantes. Barrigón, paticorto y de mirada esquiva hacia el toro, sólo aspira a realizar un par de buenas temporadas para disfrutar del retiro. No quiere tocar las banderillas ni por receta médica — sabe que siempre es cogido — y se dedica a realizar la rueda cuando el astado agoniza para luego, en un rápido y miedoso movimiento, propinar la puntilla: nunca acierta a la primera. En definitiva, sólo sirve para abanicar a los toros.
A.P.RUBALCABA es el picador suplente y prefiere trabajar desde el lomo del caballo. No tiene fuerza para soportar las embestidas ni sabe medir el castigo con la vara, y por ello se vale de las tretas más utilizadas entre los malos picadores: la barrena, la carioca o el metisaca. Tampoco demuestra tino para la elección de las monturas y su trabajo dependerá en gran medida de los monosabios, que en la plaza de ZP son los policías fieles, los jueces y la prensa afín. Si intuye que el toro puede romanear, no dudará en utilizar la gregoriana para golpearle. Rubalcaba ya fue derribado en corridas anteriores — época Gónzalez — y no quiere repetir el penoso espectáculo.
Mª T. DE LA VEGA alterna con el anterior en el primer tercio: el de varas. Con poco arte y menos conocimientos, basa toda su faena en la estética. Aun así no logra templar la fuerza del animal y deja para el maestro unos toros rebrincados de lidia difícil. Sus puyazos tienen la categoría de inyecciones.
Con semejantes subalternos no me extraña que ZP, El niño de León, se dedique a la cosecha de revolcones: besa más veces el suelo que Juan Pablo II, ¡qué ya es decir!
De todas formas es lógico que Rodríguez prefiera rodearse de mozos chapuceros: trabajar con chambones hace que un mediocre parezca un hábil diestro. ZP no recogerá orejas ni rabos; me temo que saldrá de la plaza entre una lluvia de almohadillas. Pero a él le da igual. Aunque se vista de luces siempre será el bombero torero. Y todo eso con el permiso de la autoridad y sin que el tiempo lo impida.

DIESTRO.- 8. m. Matador de toros.