YO, CLAUDIO
EMPERADOR.- 2.m. Título de dignidad dado al jefe supremo del antiguo Imperio romano, y que originalmente se confería por aclamación del Ejército o decreto del senado.
Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico (10 adC- 54 dC) fue el cuarto emperador de la dinastía Julia-Claudia. Debido a varias taras físicas (poliomielitis, sordera, tartamudez, trastornos gástricos, etc.) se le consideró incapacitado para optar al puesto de emperador de Roma. Sin embargo, debido a una casualidad tras el asesinato de Calígula, fue investido por los pretorianos. Durante su mandato logró expandir el Imperio (Britania incluida) y se mostró como un gran promotor de obras públicas.
Gracias a la magnífica novela de Robert Graves ( 1895-1985), que da título a este escrito, el emperador Claudio pasó a la historia como un hombre bondadoso, inocente, culto y preocupado por sus súbditos. Por el contrario, la realidad de sus trece años de gobierno fue otra: era un personaje cruel, obtuso, manipulable, despótico, débil de carácter, no se interesó por dirigir los asuntos de su imperio y delegó en libertos griegos y secretarios muchas de las funciones que le correspondían. En definitiva, un inepto.
Las similitudes con ZP son evidentes y el resultado final el mismo. El Presidente del Gobierno español no cojea, aunque sus andares resultan curiosos: una mezcla de inseguridad, "¿quién pagará esto?" y "no me entero de nada". Sus dotes oratorias brillan, pero por su ausencia. Casi como un tartamudo, se limita a repetir hasta la extenuación mensajes vacíos que sólo pueden comprender y aplaudir sus pretorianos. Además se expresa con la exasperante manía de abusar de los adjetivos para camuflar la flojedad de los sustantivos: ése es un recurso de mal escritor.
ZP tampoco se preocupa mucho por los temas del "imperio", excepto de aquellos que él considera que le pueden reportar un beneficio rápido y populista, contentando a la plebe: matrimonio homosexual, mucha progresía, leyes de igualdad social con trampa incluída, animosidad hacia la Iglesia Católica, etc. Asimismo delega en libertos que se muestran todavía más incapaces, sino agravan los problemas: Caldera, Rubalcaba, Moratinos y demás caterva.
La sordera de ZP es manifiesa, ya que no atiende a los claros mensajes que le llegan. Sigue empecinado en vestir un proceso de acatamiento como una hábil negociación. La posesión de las calles por los sicarios de los terroristas, el conocido rearme de ETA, la exhibición de armas y la actitud chulesca de los asesinos, le hacen llegar a la conclusión de que las perspectivas del proceso de paz no han menguado.
El Presidente español aspira a ampliar el "imperio", pero de una manera que sólo él puede entender. Aunque puede ser, claro está, que promover antiguos enfrentamientos entre los españoles, favorecer la segregación de regiones, crear diferencias entre los habitantes de una región u otra, o ser ignorados por una gran parte del mundo libre sea una nueva forma de expansión territorial.
De la misma manera que la guardia pretoriana encontró a un nuevo emperador escondido detrás de unas cortinas, los españoles descubrieron a un advenedizo político entre la chatarra humeante de vagones de cercanías y de una nauseabunda trama que cada vez resulta más increíble.
Robert Graves logró cambiar la imagen de Claudio con su escritura, pero ZP necesitará algo más que las rústicas artes literarias de Pepino Blanco y su "heterodoso blo", muchos editoriales de El País y el apoyo mediático de los que traicionan la esencia de su profesión para que le ocurra algo parecido. La novela del escritor de Wimbledon es amena pero una gran mentira: Semejante a la que cimenta el gobierno de ZP.
Quosque tandem, ZP, abutere patientia nostra?
Queridos lectores, saludos desde la provincia romana de Germania Magna.
OBTUSO.- 2. adj. torpe (II tardo en comprender).
9 Comments:
Tengo que admitir que Claudio es uno de mis emperadores favoritos. No así el presidente Zapatero. Pero, con ello, la comparación que has hecho entre ambos personajes es admirable por su mucha enjundia y los muchos cables tendidos entre sí. Y tan vitriólica como de costumbre. Desde luego, lo que sí que no tiene punto de comparación es Robert Graves con José Blanco y la servil línea editorial de "El País" y demás medios afines a nuestro pobre emperador Fu Manchú ZP. Sin incitar a su asesinato (como diría, en su demencia senil, Santiago Carrillo), espero tenga cuidado con las setas que le sirvan en La Moncloa.
Un saludo
Gracias, como siempre, Espantapájaros. Graves es uno de mis escritores favoritos. Me encanta la capacidad que tiene para hacer avanzar la trama con diálogos. Me permito recomendarte uno de sus libros: "Lawrence y los árabes". En España lo publicó editorial Península. Saludos y buen fin de semana, que yo pasaré en tierras bávaras. Creo que se presenta una semana caliente.
Como es de todos conocido, el caballo Incitatus, el preferido de Calígula, fue dignificado por su dueño con los cargos de cónsul y corregente de Roma. Claudio, sucesor del sanguinario Calígula, aunque destituyó al equino de sus títulos, ordenó que se le siguiera dispensando un trato acorde a su dignidad y permitió que permaneciese en su establo de maderas preciosas y marfil; eso sí, no volvió a invitarlo a su propia mesa, como hacía su antecesor.
Otra similitud, no le parece señor Van Orton. Sustituimos Incitatus por Vera, ¡y ya está!
Reciba un atento saludo.
Demasiadas molestias para tan pobres resultados.
Facha: 2. adj. despect. coloq. De ideología política reaccionaria. U. t. c. s.
IN MEMORIAM:
Buena aportación. La ventaja de Incitatus es que no podía hablar, pero Vera sí: había que satisfacerle. En fin, una muestra más de ese curioso sentido de justicia que impera en el PSOE.
Por cierto, observo que su blog trata sobre hechos históricos. Si no le importa lo vincularé a JOSEPHSPLATZ: La historia es una de mis pasiones.
Saludos
Su enlace me significa una gran satisfacción que, agradecido, correspondo.
Reciba un afectuoso saludo.
¿De dónde se ha escapado este maestrillo, Catón de imbecilidades?
Aunque veo que de su parnaso insulso y mil veces adjetivado a la manera del último adjetivo, nacen graciosillos entendidos, que siguen el son vacuo de su charanga y panderetil sacristía.
Los libertos griegos a los que Claudio entregó el gobierno real del Imperio eran hombre cultos y capaces. Las que hicieron verdaderos estragos fueron sus esposas Mesalina y Agripinila, dos mujeres verdaderamente monstruosas. No obstante, comparado con su predecesor Calígula y su sucesor Nerón, Claudio no queda tan mal parado.
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