Donnerstag, Dezember 31, 2009

CRÓNICAS DE UN BÁRBARO (6): PALABRAS.





PALABRA: 1. f. Segmento del discurso unificado habitualmente por el acento, el significado y pausas potenciales inicial y final.

Uno de los rasgos que más me gusta de mi relación con K. es la facilidad que ambos poseemos para entablar una conversación y entendernos. Eso no implica que siempre estemos de acuerdo, meine Damen und Herren; sin embargo hasta en las cuestiones que nos diferencian sabemos encontrar un punto común que nos satisfaga. Asimismo, el respeto mutuo, el amor, la complicidad, el cuidado y la comprensión imperan en nuestros diálogos; supimos crear un territorio privado en el que resulta sencillo sentirse acogido y no percibir ninguna hostilidad, estimados parroquianos. Los dos estamos orgullosos de haber creado nuestra intimidad, y eso tan importante en una pareja se consigue con la palabra, meine Damen und Herren: la auténtica intimidad, la que une las almas, surge de la palabra. Es cierto que tenemos otro tipo de intimidad— nos duchamos juntos; dormimos muy cerca del otro; hacemos el amor; observamos cómo se desnuda o viste—, pero nuestras palabras son el yunque sobre el que forjamos y templamos nuestra relación. Ella sabe que en mí nunca encontrará displicencia, arrogancia, desprecio o la condescendencia del apático; y yo, por mi parte, tengo la misma certeza hacia K.
Esa noche K. partía hacia Madrid; era domingo. Reconozco que ése día de la semana me resulta detestable, meine Damen und Herren. No obstante, mi malhumor se debía a que K. pidió viajar ella sola al día siguiente y la directora de la compañía le denegó el permiso. Por el contrario, yo debía permanecer en Barcelona un par de días por motivos profesionales. Observé el cuidado y habilidad con los que K. prepara su equipaje; además me encanta el color de su maleta: amarillo dorado. Yo permanecía tumbado en la cama mientras ella aprovechaba cualquier resquicio para introducir sus sandalias; le gustan mucho las sandalias. Cuando terminó, se acurrucó a mi lado y me besó. Permanecimos un rato en silencio, prescindimos de las palabras. Aun así, yo percibía nuestra intimidad con la misma intensidad con la que K. susurró algo después: «Eres el amor de mi vida». Palabras, estimados parroquianos, ¡cuán importantes son!
Ahora bien, meine Damen und Herren, si el escrito de hoy versa sobre palabras y prosodia, no podemos dejar de referirnos a nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, el farallón de los tartamudos y disléxicos. En un nuevo alarde del pensamiento cartesiano que le caracteriza, Rodríguez legó otra frase para el frontispicio de la escuela de afásicos en la que él es el director: «La Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento». ¡Qué profundidad, queridos lectores!; esa frase alcanza el excelso delirio de la idiotez. El drama estático en un acto, que es la vida de Rodríguez, encierra la trágica crueldad de quien se sabe mediocre pero intenta demostrar lo contrario. No es complicado percibir la envidia de un hombrecillo al que le gustaría acuñar frases nimbadas por el óleo de la sabiduría. Tal vez por ello, el pobre gañán leonés utiliza una nueva figura retórica: el refrito al ajo cabañil. Sí, sí, no se sorprendan meine Damen und Herren; tengan presente que estamos ante un portento de la oratoria y la prosa: ¡qué no será capaz de hacer cuando se enfrente a la poesía!; estoy vivamente interesado. Las frases campanudas que el paleto busca en el fondo de la sentina en la que moran sus capacidades poseen la misma solidez que un flan con nata dentro de una lavadora durante el centrifugado. Rodríguez, un resistente del intelecto, no entiende que la cultura siempre habla con voz queda y que la demostración del talento rehuye la floritura. El valor de las frases que Rodríguez es incapaz de elaborar radica en que tratan temas cruciales de la existencia humana, o bien muestran un pensamiento que incrementa el acervo de otros hombres así como una intención de perdurar. En cambio, ZP, con ese léxico siempre apasionante, construye unos comistrajos lingüísticos sólo aptos para cretinos o personas que prescinden de las palabras y sólo escuchan el tono. La prosodia de Rodríguez y las ideas que hilvana en ellas deberían guardarse en una caja de caudales; pero sin llave o bien para lanzarla al mar. Con todo, meine Damen und Herren, yo me divierto cuando le oigo—escucharle se me antoja imposible—, porque nada me satisface más que ver a un tipo carente de imaginación y escrúpulos, y además un cara dura, ponerse en evidencia mientras utiliza el sentido del ridículo de felpudo. Sea como sea, el espectáculo continúa, estimados parroquianos; estoy seguro de que Rodríguez se superará, y a nosotros, que su idiotez nos llega al alma, nos esperan gratos momentos. Lejos quedarán el preguntarse «¿qué podemos hacer por Obama?» y la duda existencial de un cateto que aún ignora dónde está él y dónde los picos de Europa. Por el bien de todos ustedes, queridos lectores, les sugiero que realicen una cuestación popular y que los fondos recaudados los destinen a comprar los dvd de la serie Kung-Fú y las ediciones completas de la agenda Myrga. Con todo, estimados parroquianos, no creo que consigan mucho ante un tipo que es el mejor divulgador de su propia ignorancia y un indigente moral.
Acompañé a K. a la estación de Sants, el AVE partía a las nueve. No obstante, meine Damen und Herren, estábamos tranquilos, sabíamos que un poco después yo viajaría a Madrid. Aun así, nuestras palabras de despedida tenían un timbre nervioso; pero ni a K. ni a mí nos importó: escuchábamos con el corazón, no con los oídos. K. tatuó su amor en mis labios con un beso y sus sentimientos en mi alma con unas pocas palabras: «Eres el amor de mi vida». Palabras, meine Damen und Herren, todo son palabras.

Foto: NvO intenta juntar palabras. NvO (2009)


Donnerstag, Dezember 24, 2009

DE FELICITACIONES.





FELICITACIÓN: 1. f. Acción y efecto de felicitar.


El bobo de Coria les desea feliz Navidad, meine Damen und Herren; y yo también. Cuídense y sean dichosos, o al menos inténtelo; en ocasiones es más sencillo de lo que parece.

Foto: el belén de Josephsplatz. De izda. a drcha.: la Virgen, el Niño y San José. De drcha. a izda: el buey, la mula y un tipo que pasaba por allí.


Montag, Dezember 21, 2009

CRÓNICAS DE UN BÁRBARO (5): LA REPRESENTACIÓN.


REPRESENTACIÓN: 9. f. ant. Obra dramática.


Ahora que nadie nos lee, meine Damen und Herren, les confesaré algo: ¡odio el ballet y la ópera! Sí, no se sorprendan, porque tanto un espectáculo como el otro me resultan tediosos, decadentes y más pasados de moda que la virtud del ahorro. Observar las cabriolas de un tipo enfundado en unas medias y que marca bragadura me parece hasta ridículo; incluso he pensado que los bailarines se dedican al descoyunte del cuerpo por un solo motivo: para frotarse los unos con los otros; ya saben: ¡meterse mano! Sea como sea, estimados parroquianos, K. me invitó a la primera representación y yo no pude negarme; aunque eso sí: no le miré el paquete a ningún…«maestro fallero». Con todo, queridos lectores, me gusta el trabajo de K. — en realidad una vocación— y lo que ella me explica sobre él. Es imposible no percibir su alegría ante cada nuevo paso que le permite avanzar en una profesión tan competitiva. El resultado de sus años de preparación y esfuerzos pude presenciarlo desde las bambalinas ya que me proporcionaron un pase y un consejo: «No te muevas de aquí y procura no molestar». Ahora que lo pienso, meine Damen und Herren, creo que esa frase resume mi filosofía vital. Sea como sea, estimados parroquianos, vencí mis reticencias y disfruté de las evoluciones del ballet sobre el escenario así como de los movimientos que se producían entre las bambalinas, el foso de la orquesta y detrás de los decorados.
Ahora bien, queridos lectores, para movimientos entre bastidores, fosos y decorados de cartón piedra, sólo existe un especialista: nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, un babilonio del intelecto y de la chufla pomposa. Nunca antes presencié a un político tan ridículo e inepto pero sin embargo letal para el futuro de una nación. No obstante, las representaciones de Rodríguez, al margen de bochorno, nos provocan otra emoción: sentimos la pasión por la imbecilidad. Tal vez por ello, meine Damen und Herren, en cada ocasión en la que ZP decide intervenir en algún tema, padezco la misma inquietud que nos provocaría ver una actuación de Enrique y Ana. Sí, ya saben, ese dúo que…bueno…impone a nuestra imaginación una velocidad vertiginosa y malsana; ustedes ya me entienden. Rodríguez, un sansón de la inteligencia, ha reducido a España al papel de comparsa, de figurante. Por consiguiente, la alegría del bobo ante el semestre en el que España presidirá la U.E. me resulta una majadería, los delirios de un cateto. Las naciones que marcan la pauta en la escena internacional desconfían de ése donjuán de la idiotez; saben que se trata de un pelma con ínfulas que camina con el paso cambiado y cuyas decisiones no están sujetas a lógica alguna. Con todo, meine Damen und Herren, ustedes no se preocupen: Alemania (siempre en primer lugar mi patria) y Francia (sin comentarios) colocaron a ZP un bozal y una correa.
Un fantoche con los quilates de Rodríguez implica el retroceso social y económico de un país; la instauración de un doble discurso perpetuo— lo que toda la vida se denominó «hipocresía»—; y nos obliga a formularnos una pregunta: ¿Qué valores respetan los españoles, estimados parroquianos?
Durante mi estancia en España me sorprendí al percibir que nadie confía en la sinceridad de los gobernantes, y justifican con la ideología una desvergüenza que en realidad envenena la vida y la sociedad de un país. Permítanme un inciso, queridos lectores, que ratifica la idea anterior: ¿No les resulta llamativo que en Cataluña no se declaren nuevos casos de gripe A? Les explicaré el porqué, meine Damen und Herren: La Generalitat de Catalunya remitió una circular a los pediatras para que no realizaran las pruebas diagnósticas que permitirían identificar el virus. De todas formas, si el paciente exigiera esos análisis, la forma de disuasión sería explicarle que deberá pagar 120 euros. ¡Muerto el perro se acabó la rabia!; nunca mejor dicho.
Supongo que los españoles rechazan, gracias al ejemplo de Rodríguez, una realidad unívoca y sin matices, y prefieren inmensas zonas grises donde cada uno puede hacer de su capa un sayo y conceder prestigio a fantoches que en otros países sería impensable que formaran parte de un Gobierno. José Luis Rodríguez, el Puma, es la mejor imagen de la perversión de la política; aunque «los otros»— PP— no van a la zaga. Un nuevo inciso, estimados parroquianos, que nos permitirá descubrir que todos colocan sus peones sobre el tablero: los contactos—siempre muy discretos— que Caja Madrid ha iniciado para absorber (ellos son diplomáticos y utilizan el término «fusión») Caixa de Catalunya o una caja de ahorros gallega; aunque algún temerario no descarta un intento de altos vuelos: fusionar Caja Madrid con La Caixa.
Yo no dejo de sorprenderme al observar cómo triunfan en España aquellos que utilizan la mentira, el engaño y cualquier otro comportamiento éticamente reprobable. Sin embargo, después de estudiar la trayectoria de Rodríguez, debo comprenderlo, meine Damen und Herren, ya que los españoles se muestran ajenos a las secuelas que el paso de ZP, esa berroqueña de la estulticia, dejará en España. Por lo pronto, considero que nunca antes un político había conseguido que instituciones que siempre tuvieron un componente moral— Justicia, por ejemplo— sean vistas en la actualidad como algo banalizado o relativizado. Sin embargo, queridos lectores, mi sorpresa aumenta cuando los españoles rechazan en su vida privada comportamientos que aceptan en la vida pública: falsedad, mentira, hipocresía… ¡Siempre me fascinará su país, meine Damen und Herren, siempre!; ustedes son propensos a las representaciones y yo disfruto desde la platea o las bambalinas.
Cuando bajó el telón, miré a K. con unos ojos melancólicos y obsesivos: estaba preciosa; pero yo no debía molestar ni moverme. Ella permanecía erguida en el centro del escenario a la espera del próximo saludo mientras la ovación resonaba en el teatro. Por el contrario, yo sólo podía escuchar la fuerza con la que su corazón golpea las costillas cuando hacemos el amor o se emociona al verme. No me equivoqué, estimados parroquianos, ya que al pasar junto a mí me abrazó: el latido cobró ímpetu. Después de una cena frugal decidimos acercarnos a Chipen; por aquello del comentario, meine Damen und Herren, aunque lo cierto es que mi gaznate anhelaba un gin-tonic. Más tarde paseamos hasta el hotel, y lo hicimos sin prisas: nos deteníamos para besarnos, abrazar al otro, mirarle o sólo para susurrar nuestros sentimientos. Al llegar a la habitación ella se tumbó en la cama y yo abrí la ventana. Nos amamos de nuevo mientras la cortina tamizaba la luz plateada de las farolas y oscilaba al compás que marcaba la brisa, un ritmo tan moroso como nuestros movimientos. K. estaba sentada a horcajadas sobre mí; sus brazos enmarcaban mi cabeza, y sus muslos, mi pelvis. Al besarnos, dejó que su saliva esmaltara mis labios— sabe que me excita— y después separó su rostro del mío. Envuelto por la penumbra, intuí que deseaba decir algo, su mirada engastada en mis ojos era el prólogo; no me equivoqué: «Cásate conmigo». Sonreí, meine Damen und Herren; el corazón de K. palpitaba con un cadencia diferente.

Foto: Nuestra mesa en Chipen. NvO (2009)


Montag, Dezember 14, 2009

ENTREACTO.


Sí, ya lo sé, meine Damen und Herren: ¡soy un gandul! Ahora bien, reconozco que esa virtud que festonea mi carácter me procura momentos jocosos. Durante este sensible intermezzo de mis Crónicas de un bárbaro, me permito alegrarles la jornada con una de esas imágenes que nos hace dudar si Dios no se encontraba delante de…«un espejo de la risa» cuando creó a determinados especímenes; aunque no descarto que el Creador padezca una miopía severa. Sea como sea, estimados parroquianos, es complicado entender eso de…«a su imagen y semejanza» al observar a determinados escuerzos; ¡qué barbaridad! Ahora, y su ustedes me lo permiten, queridos lectores, identificaremos a…bueno…cómo decirlo… ¡las dioptrías de Dios!; sí, eso es. Síganme, bitte; pero háganlo de derecha a izquierda, creo que es lo adecuado. 1) Ni pico ni doy alpiste. 2) Si necesitas operarte de fimosis, llama a mis dientes. 3) «El maestro fallero», también denominado «palomo cojo» o «pisaverde». 4) ¿Varón o hembra? ¿Por delante o por detrás? 5) Mi brazo dislocado y yo pasábamos por aquí. 6) Yo provoqué que el primer presidente negro de EE.UU. se convirtiera en blanco. 7) Si compraste algún décimo para el sorteo de El Gordo, pásamelo por el lomo.
Lo sé, meine Damen und Herren, lo sé: debería pixelar. Con todo, reconozco que una duda me atormenta: ¿Por dónde comenzar? Yo lo sé, pero ignoro qué pensarán ustedes. Debo dejarles, estimados parroquianos, el siguiente capítulo de Crónicas de un bárbaroLa representación— me espera; aunque ahora que lo pienso, a ustedes también. Allí nos encontraremos, todavía hay asientos libres en la platea. Saludos y abrazos; o lo que ustedes prefieran.