Donnerstag, Januar 31, 2008

LA MIRADA DE FRITZ

BÚHO: 1. m. Ave rapaz nocturna, indígena de España, de unos 40 cm de altura, de color mezclado de rojo y negro, calzada de plumas, con el pico corvo, los ojos grandes y colocados en la parte anterior de la cabeza, sobre la cual tiene unas plumas alzadas que figuran orejas.

Algunas de las decisiones incomprensibles de nuestras vidas las tomamos en lugares que jamás hubiéramos sospechado. En muchas ocasiones, sin embargo, no hemos tomado una decisión, sino que algo ha sucedido. Sea como sea, ésas situaciones nos ayudan a perfilar nuestro destino. A mí me ocurrió algo parecido hace siete años en Moscú, en el mercadillo Izmailovo. Deambulaba entre puestos roñosos, comerciantes avaros y cachivaches varios cuando algo llamó mi atención: un búho disecado al que bauticé con el nombre de Fritz. El taxidermista había hecho un buen trabajo y los ojos de Fritz parecían tan vivos como si acechasen al roedor que constituiría el sustento. Desde entonces, la mirada del búho ruso me contempla desde la librería de mi estudio. Lo cierto es, meine Damen und Herren, que considero que existe poca diferencia entre convivir con un búho disecado o uno vivo: observan, se mueven poco y son parcos en sonidos.
José Luis Rodríguez, El Puma, me genera una curiosa dicotomía: es un búho o quizá esté disecado; debo reflexionar sobre ello. El último ninguneo que ha sufrido ése político de inteligencia ma non troppo ha sobrepasado los límites y se ha convertido en escarnio público. Sin embargo es lógico, estimados parroquianos, ya que con una política tan agropecuaria y de parroquia, nadie es tenido en cuenta. El pobre Puma amarró sus barcos con cuerdas de violín, algo que en España todavía funciona, pero al codearse con grandes estadistas, la epopeya íntima de ZP queda al descubierto: la de un mediocre incapaz. No debe extrañarnos que nadie quiera atenderle porque escuchar al Puma se ha convertido en un acto de bondad, cuando no de caridad cristiana: nos pesan las pestañas al mirarle y se agotan los oídos de escucharle. Nunca antes los mensajes triunfales de un político nos habían resultado tan caducos. Por un lado no deja de expresar su optimismo o de mostrar encuestas favorables; pero por el otro todo son promesas, reconstruir lo que destruyó, dádivas y regalos. ¿Por qué hacerlo si tiene las elecciones ganadas? ¡Pobre Puma!, se debate entre lo sublime y lo terrenal, todavía no ha entendido que puede pasearse por el mundo sin pisotearlo. Sé que pedir algo así es estéril, no olvido que tratamos sobre un político que convierte todo en barato y que al pasear por un bosque sólo ve leña a su alrededor: nunca lucirá la belleza de la inteligencia. No obstante, queridos lectores, no todo es negativo: reconozco que semejante dosis de bobería provoca que nos instalemos en ZP, al tiempo que nos proporciona una conciencia de existir y de ser humanos. Imagino que dentro de pocos días El Puma prometerá algo sobre las hipotecas, pero será lo de siempre: una burbuja gaseosa y después…« donde dije Paco digo poco».
ZP debería aprender de Fritz, porque un político que ha reducido a vaguedades interesadas palabras como democracia, justicia o libertad merece ser disecado; y ocurrirá, aunque el taxidermista no será primoroso. Cuando ése momento llegue, una preocupación me asaltará: ¿Cómo fueron las cosas que ya no recordamos? Desconozco la respuesta, pero sé lo que buscaré para encontrarla: la mirada de Fritz.


Foto: Yo sí estoy en el corazón de Europa.

Montag, Januar 28, 2008

GRIPE

GRIPE: f. Pat. Enfermedad epidémica aguda, acompañada de fiebre y con manifestaciones varias, especialmente catarrales.

¡Qué mala es la gripe, meine Damen und Herren! A los pocos días de regresar a Berlín, el pernicioso virus decidió anidar en mi organismo durante una temporada sin privarme de sus atenciones habituales: dolor muscular y en las articulaciones; fiebre alta; y un malestar general que me impelía a pedir el viático al tiempo que robustecía mi propósito de enmienda. Afortunadamente, las atenciones de mi médico de cabecera, Doktor Schönemann (un galeno de la vieja escuela), me ayudaron a restablecerme; o al menos a no considerar inminente la visita de la vieja señora. Debo reconocer, por eso, que la praxis de Herr Doktor Schönemann ayuda a encarar el padecimiento con una cierta dosis de optimismo: pasa varias veces a la semana para asegurarse del estado del paciente y departir con él; observa el termómetro con el mismo interés que demostraría al leer algo tan exótico como un discurso de Pepiño Blanco; ausculta con detenimiento; hace toser e inspirar para luego, con la rotundidad de un médico sabio, recomendar la panacea: «debes guardar cama, no te levantes». Así lo hice, estimados parroquianos, aunque no quise privarme de unos tragos de vodka por aquello de que el alcohol mata a los microbios. A pesar de yacer en el lecho del dolor, pude repasar el montón de prensa atrasada.
Mis ojos, no podía ser de otra manera, buscaron con ahínco cuáles habían sido las últimas fechorías cometidas por José Luis Rodríguez, El Puma. Lo cierto es que me desilusioné, meine Damen und Herren, ya que el insigne estadista sigue dedicado a lo de siempre: un periplo por la idiocia. Sin embargo, me enteré de que había disuelto las Cámaras, convocado elecciones y glosado los grandes logros del cuatrienio mágico español. Al leer las declaraciones de El Puma, no pude dejar de recordar la descripción que hacía Shakespeare de sus obras: «historias terribles contadas por un idiota». ¡Impagable, queridos lectores!, estamos a punto de descubrir una vena literaria en ése barbecho intelectual al que se conoce por el insecticida nombre de ZP. Yo no me hago grandes ilusiones, ya que poco puede esperarse de un hombre que ni con hombreras logra enderezar una figura desgarbada y huérfana de apostura. Asimismo, las fotografías que observé del apóstol de la chirigota traslucían lo de siempre: un florilegio de caspa, boina, cayado y cutrez. No obstante todo ello es lógico, estimados parroquianos, porque al Puma sólo le interesa emocionar o sorprender; pero nunca decir la verdad. Ése mètre à penser se empecina en escribir con tiralíneas y la precisión de un orfebre algunos de los capítulos más chuscos de la política española, incluso europea; descontada la italiana, claro está. Con todo y con eso, El Puma ha demostrado un mérito: ha comprendido que las elecciones las tiene perdidas. No se sorprendan de mi rotundidad, meine Damen und Herren, porque escribimos sobre un mamarracho que ha demostrado no tener ni un mínimo sentido de la verticalidad; ya no me atrevo a escribir junto al acrónimo ZP los términos «ética» o «moral» ya que sería prostituirlos; y si algo no tengo es vocación de proxeneta.
A lo largo del vía crucis que ustedes recorren, El Puma se ha comportado como un profeta iluminado. Sin embargo, el problema de los profetas fulleros es que la verdad siempre les alcanza, y a ZP lo ha hecho de pleno y en toda la frente. ¡Pobre hombre!, él, que lanzaba sus soflamas con la misma excitación que un simio cachondo, ahora se ve reducido a un moribundo sin credibilidad y que es la diana de todas las chanzas.
Ayer por la noche, mediante el canal Euronews, pude ver el último ofrecimiento de El Puma: devolver 400 euros a los contribuyentes. El momento me emocionó, estimados lectores, aunque puede ser que mi ánimo decaído por la gripe también ayudase a ello. Sin embargo, observar a los siervos de la gleba que bramaban por una devolución me enterneció. La plebe siempre será plebe, ustedes lo saben tan bien como yo; pero lo llamativo estaba en la expresión de El Puma: no se lo creía ni él. Propongo que en los próximos mítines ZP hable desde un catafalco, rodeado por cuatro cirios y con los dedos entrelazados sobre la fotografía de su abuelo: resultaría todo más alegre, o cuanto menos no tan chusco. No debemos olvidar que un moribundo siempre impone respeto, casi tanto como un griposo. ¡Qué mala es la gripe!

Foto: Tinción negativa del virus de la gripe.