LA MIRADA DE FRITZ
BÚHO: 1. m. Ave rapaz nocturna, indígena de España, de unos 40 cm de altura, de color mezclado de rojo y negro, calzada de plumas, con el pico corvo, los ojos grandes y colocados en la parte anterior de la cabeza, sobre la cual tiene unas plumas alzadas que figuran orejas.
Algunas de las decisiones incomprensibles de nuestras vidas las tomamos en lugares que jamás hubiéramos sospechado. En muchas ocasiones, sin embargo, no hemos tomado una decisión, sino que algo ha sucedido. Sea como sea, ésas situaciones nos ayudan a perfilar nuestro destino. A mí me ocurrió algo parecido hace siete años en Moscú, en el mercadillo Izmailovo. Deambulaba entre puestos roñosos, comerciantes avaros y cachivaches varios cuando algo llamó mi atención: un búho disecado al que bauticé con el nombre de Fritz. El taxidermista había hecho un buen trabajo y los ojos de Fritz parecían tan vivos como si acechasen al roedor que constituiría el sustento. Desde entonces, la mirada del búho ruso me contempla desde la librería de mi estudio. Lo cierto es, meine Damen und Herren, que considero que existe poca diferencia entre convivir con un búho disecado o uno vivo: observan, se mueven poco y son parcos en sonidos.
José Luis Rodríguez, El Puma, me genera una curiosa dicotomía: es un búho o quizá esté disecado; debo reflexionar sobre ello. El último ninguneo que ha sufrido ése político de inteligencia ma non troppo ha sobrepasado los límites y se ha convertido en escarnio público. Sin embargo es lógico, estimados parroquianos, ya que con una política tan agropecuaria y de parroquia, nadie es tenido en cuenta. El pobre Puma amarró sus barcos con cuerdas de violín, algo que en España todavía funciona, pero al codearse con grandes estadistas, la epopeya íntima de ZP queda al descubierto: la de un mediocre incapaz. No debe extrañarnos que nadie quiera atenderle porque escuchar al Puma se ha convertido en un acto de bondad, cuando no de caridad cristiana: nos pesan las pestañas al mirarle y se agotan los oídos de escucharle. Nunca antes los mensajes triunfales de un político nos habían resultado tan caducos. Por un lado no deja de expresar su optimismo o de mostrar encuestas favorables; pero por el otro todo son promesas, reconstruir lo que destruyó, dádivas y regalos. ¿Por qué hacerlo si tiene las elecciones ganadas? ¡Pobre Puma!, se debate entre lo sublime y lo terrenal, todavía no ha entendido que puede pasearse por el mundo sin pisotearlo. Sé que pedir algo así es estéril, no olvido que tratamos sobre un político que convierte todo en barato y que al pasear por un bosque sólo ve leña a su alrededor: nunca lucirá la belleza de la inteligencia. No obstante, queridos lectores, no todo es negativo: reconozco que semejante dosis de bobería provoca que nos instalemos en ZP, al tiempo que nos proporciona una conciencia de existir y de ser humanos. Imagino que dentro de pocos días El Puma prometerá algo sobre las hipotecas, pero será lo de siempre: una burbuja gaseosa y después…« donde dije Paco digo poco».
ZP debería aprender de Fritz, porque un político que ha reducido a vaguedades interesadas palabras como democracia, justicia o libertad merece ser disecado; y ocurrirá, aunque el taxidermista no será primoroso. Cuando ése momento llegue, una preocupación me asaltará: ¿Cómo fueron las cosas que ya no recordamos? Desconozco la respuesta, pero sé lo que buscaré para encontrarla: la mirada de Fritz.
Foto: Yo sí estoy en el corazón de Europa.