Donnerstag, März 15, 2012

CRÓNICAS DEL MERCADO (4).

EXCUSA: 2. f. Motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión.
 Don Nicholas, dijo que mientras se pasaba la mano de un huevo a otro escribía algo en Josephsplatz, pero veo que nos engañó, hace un tiempo que se está tocando los cojones con las dos manos. Saludos.

No es eso, meine Damen und Herren, no es eso; la «explicación» (excusa) es otra: deambular por un mercado requiere paciencia, tiempo y la mirada apática del ocioso. Yo, por ejemplo, soy un tipo al que adelantan—incluso atropellan con los carritos— las viejas artríticas cuando paseo por el Naschmarkt. No les explico como me magullan las corvas con las bolsas de la compra esos extraños seres que caminan con la misma premura con que Iñaki Urdangaringuinguín se sacude la mierda de encima. Sea como sea, estimados parroquianos, disfruto de mi…«paso de carreta». Aun así, queridos lectores, existe una tienda que me obliga a acelerar: la tienda de quesos. ¡Aaaagggggg! ¡Qué tufo, qué olor tan nauseabundo, meine Damen und Herren! No malpiensen, bitte, no me refería a la honestidad de Pepiño Blanco. Alimentos repugnantes al margen, disfruto mucho con esa extraña danza que cual peonza ejecutan a dúo De Guindos y Rajoy (Montoro libra hoy). Me encantó esa demostración de…cómo expresarlo…«antes muerto que sencillo» de Herr Rajoy ante los próceres europeos. Huelga decir que Frau Merkel dio el visto bueno antes de la representación; ya saben, estimados parroquianos: Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar. Entiendo que desde fuera la postura alemana puede resultar incomprensible, tiránica y prepotente; pero permítanme algunos comentarios, un bosquejo que ustedes también pueden aplicar a Grecia, Portugal e Italia. Desde que España entró en la Unión Europea se dedicó a invertir los fondos de cohesión — con mayor tenacidad con la entrada en el euro—, ayudas y subsidios en bienes de consumo, en vez de dedicarlos a la inversión, reformas estructurales y en cambiar el ciclo productivo. Un fenómeno tan…mediterráneo no podía tener otro final que el que ustedes padecen. Asimismo, la época dorada de Herr Aznar no fue más que otro ejemplo de muerte y sencillez, ya que los intereses tan asequibles del momento y la entrada en el euro provocaron un alza en los precios (aún recuerdo a Rodrigo Rato con su cantinela de que no existiría «redondeo ni incremento de precios») que sólo podían soportar con endeudamiento a mansalva; tanto los ciudadanos como el Estado. Fíjense en un dato, meine Damen und Herren: mientras que De Guindos amenaza con todo tipo de plagas, Montoro incrementa los impuestos y Rajoy mira desde el burladero de Soraya, los precios españoles no sólo se mantienen sino que hasta aumentan. Por el contrario, Irlanda comprendió que mantener esos precios ficticios y más propios de época de burbuja era un lastre para su economía y un dogal para sus ciudadanos, por lo que los redujo casi un 16% durante el último quinquenio. Ya en el colmo del dislate, estimados parroquianos, Italia y Portugal hasta los incrementan. Entiendo, y así lo expliqué en otro escrito, que la famosa «competitividad» con la que el Gobierno español se llena la boca a diario no es más que la devaluación de los españoles; bien sea con salarios de mierda o una reforma laboral más que discutible. Si ustedes se percatan, queridos lectores, parece que todo el problema laboral español reside en los trabajadores, cuando los empresarios hispanos son de aquellos a los que debemos…«echar de comer aparte». Mientras escribo sobre estos temas atufa mi olfato el olor pungente de Sarkozy, el Jean Paul Belmondo de la política, y su preocupación (junto a la canciller Merkel) por…¡la deuda! Todos esos «rescates» entregados a Grecia no son más que una compra de tiempo, tiempo éste que los bancos franceses necesitan para colocar— una nueva versión del timo de la estampita— esos papelitos griegos que ya no sirven ni para limpiar nuestros culos. No obstante, meine Damen und Herren, tengo la impresión de que los políticos griegos y nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, y por extensión el socialismo español, son de esos que prefieren vivir del cuento en vez de ceñirse a las cuentas. Luego, estimados parroquianos, pasa lo que pasa: huele mal.
Foto: Mi pesadilla: ¡una tienda de quesos! NvO (2011)