Mittwoch, Juni 01, 2011

CIRQUE DU SOLEIL (2): ¡VIVA LA POTAJE REVOLUTION!

REVOLUCIÓN: 3.f. Inquietud, alboroto, sedición.

 Sea como sea, meine Damen und Herren, me desternillo con las imágenes que vomitan mi televisión e Internet; sobre todo cuando descubrí que los Mossos d’Esquadra convirtieron la Plaça de Catalunya en una tenería a cielo abierto: ¡qué habilidad para curtir pieles! Estoy convencido de que más de uno podrá prescindir de la manta el próximo invierno; ¡menuda manera de calentarles! Supongo que no entendieron que el Gobierno de Artur Mas— inane donde los haya— necesitaba demostrar algo. Aún ignoro el qué, estimados parroquianos; pero bueno…a falta de soluciones y propuestas, nada mejor que un espectáculo de gladiadores contra melenudos o gossos (perros) contra borregos. ¡Qué poco seny!
Me inquieta que ese movimiento de adanes cobre ímpetu, queridos lectores; aunque entiendo que España es un país donde los términos y los conceptos bailan a un extraño compás, quizá las bulerías de la confusión: Gobierno por Estado; democracia por muchedumbre; legitimidad de origen y legitimidad de ejercicio; elecciones por patente de corso; embustes e intereses nacionales; separación de poderes por desmembración de los poderes; «como en España no se vive en ningún sitio» por «la ignorancia es atrevida»; «endeudamiento» por «riqueza» y «riqueza» por «ostentación»…
Ya les anuncié, queridos lectores, que mi idealismo se fue a por tabaco y aún espero su regreso. Con todo, guardo una brizna de él en el invernadero de mis recuerdos, incluso lo riego de vez en cuando; con Jack Daniel’s lógicamente. Tan es así que les confesaré algo: creo en las revoluciones. Ahora bien, siempre que éstas las impulsen las burguesías ilustradas o los que forman parte del engranaje del sistema, no una caterva de piojosos que utiliza la utopía como libro de estilo, la incoherencia como evangelio y el prêt à porter modelo chusma como aval. No obstante, meine Damen und Herren, entiendo la «indignación» de esos estropajosos. Por el contrario, me resulta incomprensible que no dirijan esa «indignación» contra los imbéciles que gobiernan España; ya saben, estimados parroquianos: nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, El Puma, y su cuadrilla de tiradores de sirga. De hecho, ellos son los que se empecinan en devaluar a los españoles y arruinar a la nación. Asimismo, los monarcas de la sobaquina, que se muestran contrarios al Estado y al sistema, piden en realidad más intervención estatal. ¡Menudos sablistas!: una vivienda, un trabajo, etc. Puedo estar equivocado, pero creo que el auténtico demócrata aspira a reducir la intervención del Estado en la vida de los ciudadanos; quizá sea una cuestión de…cultura democrática, o de cultura a secas. De igual modo, esos rijosos de la mugre demuestran un cuidado exquisito en no perjudicar a Rodríguez, al PSOE y a los que en definitiva pusieron a España y sus habitantes al borde del precipicio: congelación de pensiones— de hecho rebajas—; genuflexión ante «el sistema bancario más sólido del mundo»; reducción de salarios; y con la excusa de «la crisis», convertir a generaciones de españoles en soguillas que esperan en la plaza del pueblo la llegada del cacique para formar la cuadrilla: ¡PSOE en estado puro!
De igual manera que me sorprende escuchar a un sacerdote hablar sobre sexo, me asombra aun más oír a unos muertos de hambre pontificar sobre el dinero, la banca, el sistema, la economía, los mercados, el capitalismo, el futuro y la democracia. En fin, meine Damen und Herren, será cuestión de los potajes, esos comistrajos que surgen de una olla en la que se echa de todo— o de lo que se dispone— y se fía el resultado al albur del apetito del comensal. Les seré sincero, estimados parroquianos: prefiero las cigalas.

APOSTILLA: Si a ustedes también les repugnan los potajes, coman gazpacho, meine Damen und Herren. Además pueden añadir pepinos españoles sin recelos ya que ese conflicto es en realidad otro potaje que consta de pocos ingredientes: la avaricia de los distribuidores alemanes y holandeses; un país de la U.E. que desea entregar a Marruecos la cuota de mercado que dejarán los productos españoles; un Gobierno— el español— que no despierta ningún respeto.


Foto: Una indignada de la Puerta del Sol empuña la papeleta de voto.