Samstag, September 11, 2010

OCIO Y SEPTIEMBRE.



OCIO: 1. m. Cesación del trabajo, inacción o total omisión de la actividad.

Yo había olvidado dos cuestiones, meine Damen und Herren: los rigores del verano español y escribir en Josephsplatz, Das berliner Feuilleton. La segunda puedo remediarla— el presente escrito es la demostración—; y la primera, sufrirla: ¡qué calor! Sea como sea, estimados parroquianos, el estío y la canícula invitan al ocio, al dolce far niente; a tocarse los huevos, que diría el clásico. No obstante, queridos lectores, esta prolongada estancia en España comenzó a mellar mi ánimo, así que ocupé parte de mis jornadas en reflexionar sobre qué podría hacer para no aburrirme. Les confieso que el resultado fue aterrador, para muestra unos cuantos botones: participar en un trío con Fdez. de la Vega y Bibiana Aído; jugar al Scrabble con Pepiño Blanco; lavar y marcar (desengrasar en definitiva) la melena de Leire Pajín; asistir al nuevo parto de Carmen Chacón— le colocaría un bozal o le limaría la piñata, eso sí—; acompañar a «las góticas» de compras— supongo que existirá una morgue con saldos—; llevar la contabilidad de José Bono, el padre Cojonciano; colocar un enema a Herr Caamaño tres horas después de que éste hubiera comido una fabada; escuchar los monólogos de Herr Gabilondo, el Agraciado; aconsejar a Trinidad Jiménez para la renovación de sus bragas —supongo que en la sección de toldos o tiendas de campaña—; compartir una prolongada sobremesa con el juez Garçon, Luis del Olmo, Fernando Ónega, Luis María Ansón y María Antonia Iglesias; o navegar con el bribón en el Bribón.
Como pueden comprobar, meine Damen und Herren, la época estival y el tiempo de asueto dan para mucho. Sin embargo me asusté de los disparates que generaba mi imaginación y decidí buscan el reposo en la figura de nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, un haragán del intelecto que es al sentido común lo que José Feliciano al paisajismo. A pesar de ello, estimados parroquianos, me resultó complicado encontrar la serenidad en un tipo que llegó a la vida y la política para sobrevolarlas en helicóptero. Aun así, meine Damen und Herren, supuse que en esta España de sainete cuya sentina rebosa es sencillo encontrar distracción; el inconveniente es que está engarzada en la basura y el delirio: nuevo esperpento marroquí; fútbol a todas horas y un empacho de patriotismo genital; Rodríguez y el genuino uso que hace de la Economía; los triunfos de Herr Corbacho, un hombrecillo cuya prosodia equivale a un puntapié en los ovalados; el estreno de un auto sacramental con un título sorprendente: Huelga general; la faceta «mariscal Rommel» de Frau Chacón, ¿será la…zorra del desierto?, afgano, claro está; el rostro alegre y lozano de Frau Salgado, un verdadero capullo—de alhelí, no me malinterpreten— de la vida y la política; el veranear sonámbulo de otros ministros; la animalidad que denotan los rasgos tan…renacentistas de Cándido Méndez; la creación del nuevo adonis galaico, Pepiño Blanco (lástima que el restyling no se lo aplique a la inteligencia); la demostración de que a Jesús Neira las hostias le afectaron más de lo que presupusimos; y todas las escenas y declaraciones chocarreras que esa gentualla holgazana es capaz de generar durante la época agosteña. Quizá por ello, estimados parroquianos, forjé el pensamiento de que el ocio entraña muchos peligros; aunque podría ser que los riesgos del ocio se embosquen en un Gobierno chusco, una nación que abraza el hedonismo para ejercer la contemplación y una sociedad que siempre reserva el tiempo necesario para no hacer nada excepto contemplar el bamboleo de los cojones. Sea como sea, meine Damen und Herren, llegó el mes de septiembre, y con él, estos escritos tan atinados y mi augusta presencia.
Por hoy le dejo, queridos lectores, estoy cansado, muy cansado; pero de Rodríguez y de los destilados de sabiduría que ése alambique del cretinismo extracta gota a gota: necesito una copa de ocio con hielo. ¡Camarero, camarero!

Foto: Rodríguez afronta el otoño político.